«Con el estómago lleno, suben las notas»
15,60 euros es el coste promedio de la comida escolar anual de un niño en las 18 regiones más pobres del planeta, dice Elisalex Löwenstein, presidenta de la ONG escocesa Mary's Meals en España
Organización Internacional Mary's Meals . Así se llama la ONG escocesa distinguida ayer en el marco de los premios sociales de la Fundación Mapfre. Poco conocida todavía en España, recogió el premio a su labor humanitaria la presidenta en España, la alemana Elisalex Löwenstein, marquesa viuda de Serdañola.
Dicharachera y afectuosa, por la conversación con Elisalex emana la misma «llamada» que dice haber sentido ella en una peregrinación a Medjugorje cuando escuchó por primera vez a Magnus MacFarlane-Barrow, padre de 7 niños y a quien la revista «Time» escogió como una de las cien personalidades más influyentes del mundo. Ella había llegado al santuario bosnio en busca de un refugio a su nueva situación civil, y lo encontró en una charla de este hombre, que representa lo contrario al «arquetipo» de empresario filántropo y con dinero. Su familia pertenece al campo y al sector de la piscifactorías, tiene 55 años, empezó con 24 su labor altruista y contribuyó de manera activa a la reconstrucción de Haití tras el terremoto devastador, colaboró en el reparto de ayuda humanitaria en la zona asolada por la Guerra de los Balcanes, y patenta una profunda transformación, en conjunción con Cáritas, en Malawi. «Al oírlo tuve la sensación de que algo explotaba dentro de mí. Me encontraba fuera de sitio, en un festival lleno de jóvenes, con una tarea por delante. "Tengo que actuar", pensé , y empecé entonces una etapa crucial de mi vida», recuerda con emoción Löwenstein.
«En España comenzamos un puñado de amigos. La sede en Escocia nos proporciona material. Vamos haciendo amigos, ganando voluntarios, pero no nos gastamos en publicidad ni acciones promocionales, por eso es tan poco conocida. El 93% de lo que recauda Mary's Meals va directamente a su fin», cuenta a ABC Löwenstein, afincada desde hace décadas en Barcelona.
«Nos estamos olvidando de África»
«España se está olvidando de África», lamenta hoy la presidenta en España de Mary's Meals. Precisamente, Magnus la sedujo al comentar su experiencia en noviembre de 2002, cuando al aterrizar en Malawi, en medio de una hambruna tremebunda, acompañó a un sacerdote a visitar a una mujer moribunda en su choza, rodeada de sus seis hijos. Eduard , el primogénito, esbozó a Magnus su sueño: «Un plato para comer».
«La curva de las notas sube imparable tras las primeras comidas»
La premiada por Fundación Mapfre como mejor entidad por su trayectoria social garantiza que el mejor libro de enseñanzas es un plato de comida. Y, a partir de ahí, se llenan las aulas, baja la abstención escolar, mejora la salud de los niños de los 18 países más pobres del planeta, donde actúan. «Con el estómago lleno, puedes estudiar. Si no...», dice Löwenstein. Antes de darles un libro, proporcionan a las madres y voluntarias de la entidad lo necesario para que cocinen en los mismos colegios paupérrimos donde estudian sus hijos. Alimentan cada día en comedores escolares a 1.425.013 alumnos en África, Asia, América Latina, Europa del Este y Caribe. « La curva de la notas empieza a subir de manera impresionante tras las primeras comidas », se satisface Elisalex, que recuerda a la primera niña, ya mujer, graduada en Económicas y Empresariales a la que han dado de comer estos últimos años en Malawi. Era huérfana cuando le dieron su primera comida y abandonó el colegio por hambre.
Esta ONG ha calculado el coste promedio global de dar de comer a un niño en una de estas cochambrosas aulas: 15,60 euros al año.
Mary's Meals en España
Actualmente, una veintena de personas componen Mary's Meals España. Han inspirado el libro editado por Planeta «El cobertizo que alimentó a un millón de niños», con un mensaje realmente bonito. «Lo que hacemos es comprar la materia prima de agencias locales, se lleva el alimento al colegio, no el dinero. Mary's Meals se hace socio de cada colegio, organiza grupos de madres voluntarias para cocinar y otras voluntarias. El trabajo de estas mujeres es enorme e imprescindible. Salen temprano a oscuras, caminan entre una y dos horas, sacan el agua de la bomba, cocinan en ollas gigantescas, cantan, ríen y bailan». Löwenstein, de 75 años de edad, agrega: también se han sumado los primeros hombres, abuelos, tíos...
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