«Estamos hartos del coronavirus»

La familia del «Camarón»: el funeral en Vitoria que acabó en cuarentena en Haro

Las resistencias iniciales a la cuarentena de una extensa familia que se contagió en un sepelio «militariza» en La Rioja la crisis del Covid-19

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LA RIOJA

Luis J. Ruiz

En el centro de Haro, en la confluencia de las calles Conde de Haro y Arrabal, una panadería ha colgado un cartel en el que se prohíbe expresamente hablar del coronavirus. «Estamos hartos ya», dice su responsable. Está en el epicentro del epicentro de la infección en La Rioja, la que mantiene a más de una treintena de vecinos en cuarentena.

Todo comenzó a menos de 50 kilómetros al norte de allí, en el cementerio de El Salvador de Vitoria. El velatorio (23 de febrero) y el funeral (24) de un hombre de 40 años congregó a casi un centenar de allegados, entre ellos buena parte de la comunidad gitana jarrera. Uno de los que asistió fue «el Camarón», vecino de Casalarreina y natural de Haro, de 52 años de edad. Es el paciente cero de La Rioja y de uno de los tres focos, junto a los de Madrid y Vitoria, que más quebraderos de cabeza provoca a las autoridades sanitarias.

Tras aquel funeral –al que, sostiene uno de los ahora confinados en Haro, «acudió una pareja que había estado en Italia»–, el paciente cero hizo vida normal durante una semana (barbacoa de cumpleaños en su casa incluida), lo que acabó alimentando la propagación del COVID-19 entre amigos, conocidos y familiares. Días después de ambos actos sociales, «el Camarón» acudió al centro de Salud de Casalarreina hasta que, finalmente, el 1 de marzo, se desplazó al Hospital Santiago Apóstol de Miranda de Ebro (Burgos), a apenas 24 kilómetros de Haro. Allí continúa ingresado.

«Tengo a unos 30 familiares en cuarentena», dice, desde su aislamiento, un sobrino del "Camarón", que lamenta y denuncia «los mensajes racistas» que circulan por las redes sociales. Los bulos también han corrido como la pólvora por La Rioja Alta. Sobre todo el que aseguraba que el paciente cero se había escapado del hospital de Miranda y paseaba por Haro. La presencia de los agentes del GAR el pasado domingo hizo dudar incluso a los más escépticos.

Pero que el grupo de élite de la Guardia Civil se desplegara en Haro no responde a ese bulo sino a una realidad bien concreta, confirman fuentes oficiales a «Diario LA RIOJA»: el escaso compromiso con el aislamiento de alguno de los pacientes que estuvieron en contacto directo con «el Camarón».

Un grupo grande con un contacto muy estrecho

La secuencia completa comienza días después de que el paciente cero ingresara en Miranda . Tras ser informados de la necesidad de permanecer aislados en sus domicilios, algunos de quienes estuvieron con él hacen caso omiso y salen a la calle o reciben visitas. El viernes, patrullas de la Guardia Civil se apostan en lugares estratégicos para vigilar determinados domicilios del corazón de Haro y hacer cumplir el aislamiento. Hay roces y palabras más altas que otras. También incumplimientos.

Ante el riesgo de que la situación se descontrole definitivamente y de que el contagio se extienda de manera incontrolada por Haro, la delegada del Gobierno en La Rioja, María Marrodán, recuerda el sábado que incumplir la cuarentena podría acarrear multas de hasta 600.000 euros. El domingo, el GAR desembarca en Haro replicando imágenes propias de películas de ciencia ficción con agentes embotados en trajes especiales para riesgos nucleares, radiológicos, biológicos y químicos (NRBQ). «Se trata de un grupo grande con un contacto muy estrecho que requiere medidas diferentes a las que habitualmente se suelen proponer», definió la semana pasada Fernando Simón.

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