Una escuela abierta

Lo prioritario es la mejor atención y cálida acogida al alumno, no las frías estadísticas. Mientras otros ponen el foco en las cifras, Escuelas Católicas lo pone en el estudiante

Clase de inglés en el colegio concertado Asunción de Vallecas ISABEL PERMUY

POR LUIS CENTENO

Uno de los falsos tópicos que más utilizan aquellos que desean la desaparición de la enseñanza concertada , es el relativo a su ausencia de compromiso social o su insolidaridad con los alumnos más vulnerables y necesitados de apoyo. Este falso tópico se basa principalmente en estadísticas globales y en imágenes de una falsa realidad. Según datos del Ministerio de Educación, la enseñanza pública escolariza al 80% del alumnado extranjero. Lo que no se indica a continuación, es que los centros públicos representan una proporción similar dentro del sistema educativo . Tampoco se señala que los centros públicos suelen ofrecer gratuitamente el comedor, material escolar o el transporte escolar (por ejemplo, en zonas rurales), mientras la administración educativa no otorga estas mismas ayudas a los alumnos de la concertada .

Los centros integrados en Escuelas Católicas siempre han estado abiertos a los alumnos con mayores dificultades, por su condición económica, vulnerabilidad, discapacidad, etc. En el año 1985, cuando la LODE implantó el sistema de conciertos, hubo un profundo debate interno en el seno de las Instituciones religiosas para dilucidar si se aceptaba dicho régimen de financiación, con la pérdida de autonomía que conllevaba y el riesgo a diluir su ideario católico . La respuesta final fue favorable por un argumento esencial: la escuela católica tiene que estar abierta y atender a todos los alumnos, con independencia de su condición social o circunstancias . No se deseaba una escuela elitista, privada, accesible sólo a los más pudientes.

Sin embargo, determinados partidos políticos y organizaciones están empeñados en reflejar una imagen distorsionada de toda la enseñanza concertada, afirmando que « selecciona » a su alumnado (lo cual es falso, ya que el procedimiento de admisión es el mismo en ambas redes) y que esta «insolidaridad» provoca «guetos escolares» en centros públicos. Y por ello, hay que «distribuir» a los alumnos con problemas entre todos los centros sostenidos con fondos públicos.

Esta visión «planificadora» no deja de ser un ataque más a la libertad de los padres para elegir el centro de sus hijos, como si las familias inmigrantes o étnicas, fueran de segunda categoría y sus hijos un «problema» que hay que distribuir dentro del sistema educativo . Pero lo importante no son las estadísticas, sino las personas, los alumnos. Y los alumnos con dificultades necesitan acogida, apoyos y refuerzos, sentirse con los mismos derechos que el resto de alumnos, estímulos. No desean ser tratados como «problemas» a distribuir.

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*Luis Centeno es secretario general adjunto de Escuelas Católicas

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