Escalada violenta de grafiteros en los metros de Madrid y Barcelona
Las bandas, nutridas de menores, han atacado la capital cuatro días seguidos
Son rápidos, están organizados y no dudan en emplear la violencia para cometer actos delictivos. Las nuevas «crews» de grafiteros buscan marcar territorio y, para ganarse el respeto, no creen tener «reto» más grande que el de asaltar el suburbano. Cuanto mayor sea el peligro, más alto será el «prestigio». Bajo esta trivial justificación, los metros de Madrid y Barcelona han sufrido numerosos ataques en los últimos días. El caso más sangrante es el de la capital, donde en la madrugada de ayer las bandas del espray provocaron el caos por cuarta noche consecutiva.
En total, más de mil metros de convoyes afectados en una semana negra para las arcas de la entidad pública. Alrededor de las 1.20 horas de ayer, cuatro o cinco sujetos pararon un tren de la línea 7b, en la estación del Hospital del Henares , y lo «decoraron» a su antojo. El miércoles, en plena noche de Halloween, 15 encapuchados obligaron a un maquinista de la línea 12 a desviar un tren hasta otra zona con mayor luminosidad y facilidades para pintar. El conductor tuvo que ser atendido por una crisis de ansiedad. Tras ello, decidieron dejar su impronta en la estación de la Casa de Campo , donde rociaron a un vigilante que grababa sus fechorías.
Método del «palancazo»
Un día después, más de 15 grafiteros ensuciaron vagones en la línea 5, a la altura de Marqués de Vadillo. Los destrozos se repitieron también el viernes, esta vez, en la terminal de Las Rosas (línea 2) . Los investigadores tratan ahora de dilucidar con las cámaras si se trata de las mismas personas. En todos los casos, emplearon el «palancazo», es decir, activaron la alarma de seguridad que obliga a frenar en seco el convoy.
Es el mismo método que usan los vándalos en Barcelona, tanto en su red de Metro como en su núcleo de Cercanías, donde en los últimos años se está registrando un incremento de sus acciones. Según datos facilitados a ABC por el Metro de Barcelona, en 2017 se contabilizaron 531 acciones de los grafiteros. Con una red más extensa, y una infraestructura más difícil de vigilar, los ataques en la red de Cercanías barcelonesa son aún más numerosos. Hasta 2.700 en 2017, equivalentes a 57.000 m2 , con un coste para el erario público de 4,5 millones de euros. Renfe estima que el gasto en mantenimiento como consecuencia de las acciones vándalicas (sobre todo grafitis) se incrementará un 20% este año.
El asunto no es menor. En su último informe, el Observatorio de Civismo en el Transporte Ferroviario concluyó que los grafiteros suponen el mayor problema en el ámbito de la seguridad para los operadores. Según los datos recabados, el número de integrantes de estos grupos -muchos de ellos, menores de edad- ha aumentado; destacándose, además, por su extremada planificación. No dudan en robar planos, emisoras, uniformes o llaves de personal , así como inutilizar sistemas de seguridad o destrozar puertas y accesos. Todo vale para asegurarse una rápida incursión y huir después sin ser apresados.
El alto grado de violencia es otra de sus señas de identidad. Actuán con el rostro cubierto y armados en ocasiones con palos u otros objetos contundentes. Saben que la intimidación del grupo es su principal arma.