EE.UU., con la mitad de la población sin vacunar, ultima la autorización de la tercera dosis

El país sufre para impulsar la vacunación de la población y se plantea medidas duras para forzar a instituciones y empresas a colaborar en la campaña de inmunización

¿Habrá tercera dosis de AstraZeneca?

Reuters

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El Gobierno de EE.UU. ultima la autorización de las dosis de refuerzo de las vacunas contra el Covid-19, a la vez que sufre para impulsar la vacunación de la población y se plantea medidas duras para forzar a instituciones y empresas a colaborar en la campaña de inmunización.

La aprobación de una tercera dosis para las vacunas de Pfizer/BioNTech y Moderna, y de una segunda para la de Johnson & Johnson, podría llegar en cuestión de días, según aseguraron autoridades médicas estadounidenses a ‘The Washington Post’. En un primer momento, afectaría a los estadounidenses que se consideran con sistemas inmunes débiles y con la mirada puesta en protegerles frente a la variante Delta, más contagiosa.

Está previsto que la semana que viene o la siguiente la Administración de Alimentos y Fármacos (FDA, en sus sigas en inglés) revise los estudios de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), la autoridad médica del país, para autorizar la dosis de refuerzo entre la población inmunodeprimida , que se calcula que llega a los siete millones de personas en EE.UU.

«Es muy importante para nosotros que consigamos estas dosis de refuerzo para esas personas y estamos trabajando en ello», aseguró Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas y principal asesor sobre la pandemia del presidente de EE.UU., Joe Biden.

Más adelante, en septiembre, se considerará la ampliación de la dosis de refuerzo a la población anciana . Esas autorizaciones, las que afectan a las personas inmunodeprimidas y a los mayores, ya se han comenzado a dar en otros países, como Israel, Alemania o Francia. Lo hacen contra las indicaciones de la Organización Mundial de la Salud, que esta semana exigió una moratoria en la aprobación de dosis de refuerzo mientras que muchos países en desarrollo sigan sin acceso mayoritario a vacunas.

En el caso de EE.UU., la autorización inminente de la tercera dosis se enmarca en otros dos factores: la abundancia de vacunas en el país -la Administración Biden donó hace pocos días otras 110 millones de dosis- y la oposición de sectores amplios de la población a ponerse el pinchazo.

A pesar de que en EE.UU. comenzó la campaña de vacunación a mediados del pasado diciembre y de que el país tiene superávit de dosis, solo la mitad de la población está vacunada con la pauta completa y solo el 58,2% tiene al menos una dosis , muy por debajo de los objetivos que se había marcado Biden.

Bloquear fondos

La lentitud en la vacunación, sumada al impacto de la nueva ola de contagios provocada por la variante Delta, son tan graves para la Administración Biden que esta se plantea ya medidas de fuerza. Según el mismo diario estadounidense, el Gobierno considera el bloqueo de fondos federales para forzar un impulso a la vacunación. Por ejemplo, podría amenazar a sectores que reciben su financiación -desde residencias de ancianos a universidades o sectores como el de los cruceros- con cortar el grifo si no imponen la obligatoriedad de la vacuna. O hacer lo mismo con entidades estatales o locales que reciban también fondos federales y no hagan esfuerzos en la campaña de inmunización. Sería un paso previo al establecimiento de una obligación nacional de vacunarse, algo que Biden se ha planteado, pero para lo que existen dudas sobre su viabilidad legal.

El presidente sí ha dicho que utilizará toda la fuerza del poder ejecutivo para impulsar la vacunación, en un momento en el que muchos estadounidenses -la mayor parte de ellos, votantes republicanos- son reacios a inmunizarse. Según una encuesta de The Associated Press de finales del mes pasado, el 35% de los adultos estadounidenses que no se han vacunado dicen que probablemente no lo harán y el 45% aseguran que están totalmente en contra de recibir el pinchazo.

Hasta el momento, la Administración Biden ha determinado que los empleados federales que rechacen la vacunación deberán llevar mascarilla, respetar la distancia social y limitar sus viajes de trabajo. Al mismo tiempo, ha comenzado a diseñar una normativa que obligará a los viajeros que lleguen desde el extranjero a mostrar que están vacunados.

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