José Francisco Serrano Oceja
Dios salve América
Se ha roto la cadena de transmisión y aparecen generaciones que no necesitan el cristianismo
Los cristianos tenemos numerosa razones para la esperaza. El optimismo es un asunto distinto que tiene que ver con la idea de que, antes o después, todo irá a mejor. Coincidente con el primer aniversario de gobierno de Donald Trump se ha publicado en España un libro del arzobispo de Filadelfia, monseñor Charles J. Chaput, que no debe pasar inadvertido por el fino, riguroso, documentado y sugerente análisis que presenta sobre la situación de los católicos, y de la Iglesia, en Estados Unidos. Su título es «Extranjeros en tierra extraña» (editorial Palabra) y el subtítulo, no menos atractivo, «Vivir como católicos en un mudo poscristiano». He intentado recordar cuándo ha sido la última vez que en España se ha publicado un libro similar por autor y contenido. Sigo en ello.
Parte de la evidencia, también sociológica, de que América del norte, la única sociedad sin una historia propia anterior a la época del progreso y el primer experimento social protestante, está atravesando una revolución en el tejido sexual, religioso, tecnológico, demográfico y económico. En los siete años transcurridos entre 2007 y 2014, los que se confesaban cristianos en EE.UU disminuyeron del 78,6% al 70, 6%, y los que se definían católicos del 23,9% al 20,8%. El crecimiento de la Iglesia católica en años anteriores se debía a los latinos, un 40% de los 81 millones de católicos actuales. La secularización de los hispanos en la mayor amenaza para el futuro. Otro dato. El 43% de los evangélicos latinos habían sido antes católicos.
Para generaciones anteriores, la cultura común cristiana trascendía las luchas partidistas y ofrecía un marco común de conductas y creencias. Hoy se ha roto la cadena de transmisión y aparecen generaciones que no necesitan el cristianismo. El gran fracaso actual es la incapacidad para transmitir la fe. Los cristianos se convierten, en afortuna definición de Stanley Hauerwas, en «residentes extranjeros». Monseñor Chaput propone, entonces, una mirada a la «Carta a Diogneto» –escrito cristiano del siglo II- y un apuesta por un cristianismo de «cambio y esperanza». Dios salve a América y, de paso, a España