Dinamarca cambia el paso ante el aumento de contagios por coronavirus

La primera ministra danesa, Mette Frederiksen, anuncia nuevas medidas, como el uso obligatorio de mascarillas en el transporte público

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La primera ministra danesa, Mette Frederiksen

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Esta es la semana de la nueva normalidad en Dinamarca : junto a la vuelta al cole y al uso de mascarillas en el transporte público –obligatorio a partir del próximo sábado–, Copenhague ha anunciado una serie de medidas que rigen su «fase 4» y que se extenderán hasta el 31 de octubre. Dinamarca fue uno de los primeros países europeos en levantar su cuarentena y hasta ahora tiene en total 15.617 casos de coronavirus reportados y 621 muertes . Sin embargo, el país escandinavo está experimentado un aumento constante en el número de nuevas infecciones por Covid-19 . La primera ministra danesa, la socialdemócrata Mette Frederiksen, ha advertido que, de continuar la escalada, el uso de mascarillas podría ser obligatorio en otras zonas como supermercados o centros comerciales.

Entre las medidas anunciadas por Frederiksen –que «serán revisadas durante septiembre»–, se encuentran la eliminación del requisito que tienen los turistas de alojarse al menos seis noches en el país. El límite de reunión de cien personas se extiende hasta fines de octubre, así como la posibilidad de reuniones de hasta 500 personas en ciertas condiciones (en estadios de fútbol por ejemplo). Los bares, cafés y restaurantes podrán abrir hasta las 2 de la mañana , pero sin recibir nuevos comensales después de las once de la noche. Las discotecas y clubes nocturnos permanecen cerrados hasta fines de octubre, a menos que se adapten como bares y cumplan la normativa. Funerales y entierros al aire libre están limitados a 200 personas.

Aumento de pruebas y vuelta al cole

Se aumentarán los laboratorios médicos con el objeto de brindar un mayor acceso a las pruebas del Covid-19 y ofrecer los resultados, que deberían alcanzar al 80% de la población, en 24 horas. Copenhague ha anunciado que está negociando con sectores empresariales, culturales y de deportes que se verán extremadamente afectados por los continuos cierres, cierre de fronteras o límites de reunión para compensarlos por las pérdidas.

Dinamarca fue uno de los primeros en cerrar sus fronteras y la vida pública pero sin confinamiento, y comenzó a levantar restricciones a mediados de abril, con la apertura parcial de guarderías, escuelas y pequeños comercios. En mayo, al iniciar su segunda fase, reabrió tiendas minoristas, centros comerciales, cafés, restaurantes y permitió la práctica profesional de deportes, siempre con restricciones de espacio y medidas especiales de higiene. La tercera fase –que comenzó a principios de junio– reabrió museos, cines, teatros y deporte en instalaciones cubiertas, y amplió el número permitido de personas que se pueden reunir en esos lugares.

Dinamarca y Noruega fueron los primeros en reabrir las aulas; lo hicieron entre abril y mayo para finalizar los cursos, por lo que las medidas que se tomarán esta vez serán similares: el constante lavado de manos, al menos cada dos horas, y la desinfección de juguetes y puntos de contacto dos veces al día. Dinamarca ha anunciado además que la mascarilla será obligatoria en el transporte público para los mayores de 12 años a partir del próximo sábado: «Hacemos esto porque las tasas de contagio están aumentando, al igual que también lo hace la actividad social», ha explicado Frederiksen.

Estudio de obesidad

Según tres investigadores daneses de la Universidad de Copenhague y de la Universidad de Aarhus –en un artículo publicado en la revista «Nature Reviews Endocrinology»–, el estrés emocional, la ansiedad económica, la inactividad física y la distancia social provocada por la pandemia de coronavirus pueden intensificar otra pandemia: la de la obesidad. «Nos preocupa que los políticos no comprendan plenamente cómo estrategias como los cierres y el cierre de empresas pueden impulsar el aumento de la obesidad, una enfermedad crónica con graves consecuencias para la salud, pero con pocas opciones de tratamiento fiables», explica Christoffer Clemmensen, de la Universidad de Copenhague.

Los investigadores detallan que se sabe que las personas con recursos económicos limitados tienen mayor probabilidad de comer alimentos altamente procesados y ricos en energía, y se ha demostrado que estos alimentos estimulan el apetito de las personas, de modo que terminan comiendo más calorías de las que necesitan: «Es probable que más personas recurran a estas formas de alimentación, ya que más personas pierden sus empleos y experimentan dificultades económicas», argumenta otro de los autores, Michael Bang Petersen. Además, el distanciamiento social aumenta la ansiedad al limitar nuestra capacidad de interactuar socialmente. Los sentimientos de soledad y aislamiento, combinados con el confinamiento en un entorno doméstico, pueden afectar a nuestro comportamiento alimentario y llevarnos a comer en exceso. Este efecto se ve agravado por los bajos niveles de actividad física, ya que la gente se ve obligada a trabajar desde casa y salir lo menos posible. Los investigadores subrayan que todavía no se entiende exactamente cómo la salud mental y la situación económica de una persona terminan por aumentar el riesgo de desarrollar obesidad. «Sabemos que existen vínculos entre la obesidad y la clase social y la salud mental de una persona, pero no entendemos exactamente cómo influyen», argumentan los autores.

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