Diez becas para huir de la guerra
Por primera vez en España, una beca permite a un grupo de refugiados estudiar la universidad. «Ahora estoy tanquila, sin bombas, y voy a hacer algo real», dice una de ellas
![Algunos de los refugiados becados, en el campus de la Universidad Camilo José Cela](https://s2.abcstatics.com/media/sociedad/2016/10/23/refugiados2-kO1--620x349@abc.jpg)
Con 27 años, en la vida de Salimi hay un antes y un después. En el antes está Afganistán y un año de vivir amenazado de muerte. En el después, está España y una beca para vivir como estudiante universitario. Porque antes era un «infiel» que ayudaba como traductor al Ejército español. «Allí cuando sales a la calle, estás esperando a que alguien te pegue un tiro», recuerda. Pero desde hace una semana su vida ha cambiado. «Ahora intento no pensar en aquello. Solo quiero terminar mis estudios y ayudar a mi familia».
Salimi es uno de los diez refugiados que ha conseguido una beca del «proyecto Integra», promovido por UNICEF, ACNUR, la Fundación Tres Culturas del Mediterráneo y la Universidad Camilo José Cela. Desde el pasado lunes y por primera vez en España, un grupo de refugiados estudiará con una beca un pregrado y una carrera universitaria. Tendrán, además, manutención incluida y podrán vivir en la residencia del campus entre semana.
«Dejar a los refugiados en los Centros de Acogida a esperar a que se coloquen no es un proyecto de integración», dice Ignacio Sell, director del programa. «Los centros educativos tenemos que dar un paso adelante en este sentido». Y es lo que han hecho. Desde Siria, Afganistán, Irak o Ucrania, algunas de las familias de los jóvenes no podían creérselo . Una incluso le pidió a su hijo que por favor no les contara «cosas buenas» para tranquilizarles. «Si te va mal en España, cuéntanoslo», le dijeron. El joven tuvo que enseñarles una noticia. Otro, en cambio, no pudo seguir hablando: al otro lado del teléfono su familia comenzó a proferir gritos locos de alegría.
![Algunos de los refugiados en el campus](https://s3.abcstatics.com/media/sociedad/2016/10/23/refugiados1-kO1--510x286@abc.jpg)
Fueron las ONGs las que seleccionaron los mejores expedientes y perfiles de los refugiados a su cargo y se los proporcionaron a la Universidad. «Cuando les entrevistamos, uno nos decía que ayudáramos a otros, que él quería volver a Siria a ayudar a su padre que está enfermo». Al final se quedó. Era una oportunidad para ayudar a su familia a largo plazo. Porque para todos ellos, sus familias son la prioridad.
«Cuando termine la carrera, a ver si puedo sacar a mi familia a un país más tranquilo. Siempre que pasa algo en Afganistán, hasta que no consigo hablar con ellos no me siento bien», dice Salimi, el segundo de siete hermanos y el único que ha podido salir del país, algo que consiguió hace un año. Estudiará una carrera nueva, Logística y Transporte, y mientras seguirá trabajando los fines de semana como conserje en un centro de acogida. «Me gusta trabajar con los refugiados porque vienen de otros países y no conocen nada aquí, necesitan que alguien colabore con ellos».
El sirio Almotaz Bellah, en cambio, ha preferido seguir sus sueños. Estudiará Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. «Cuando termine quiero ser entrenador de un equipo de fútbol, es lo que quería de pequeño». En su país se inscribió en Electricidad y Mecánica, los estudios que entonces pudo porque «si no te apuntas y eres mayor de 18 años, te cogen para el Ejército» . Cualquier cosa es mejor que eso, dice muy serio. Pero apenas fue un par de días a clase. «No pude ir más porque ya no había Universidad». En los dos años que ha pasado en España ha vivido «donde había trabajo»: en una tienda de ropa de segunda mano, de guardia de seguridad en un turno de noche o en una tienda de descuentos.
![En la residencia de estudiantes](https://s1.abcstatics.com/media/sociedad/2016/10/23/refugiados3-kO1--510x286@abc.jpg)
Por ahora no piensa en volver a Siria. «Toda la gente quiere volver, pero yo no mucho». Lo que echa de menos es un país que ya no existe : la reunión de las familias, los juegos en la calle… Hoy apenas le es posible hablar con su grupo de amigos. «De ellos hay alguno que está en la cárcel por salir a protestar, alguno que murió, alguno que está en Suecia, Alemania, España…».
«Conocer lo que han luchado, lo que han pasado estos jóvenes que cuando cumplían los 18 años les obligaban a alistarse, que sus padres han vendido todo para sacarles de la guerra, que han atravesado Líbano, Egipto, Turquía… Creo que lo que puedan aprender nuestros alumnos es importantísimo », defiende el director del proyecto.
También dos chicas sirias componen el grupo de estudiantes. Wafa estudiará Enfermería. Nada que ver con la Ingeniería Civil que cursó en Siria. «Hay mucha gente mayor que necesita ayuda, y es un carrera que vale tanto aquí como en Siria». Su familia huyó a Beirut a intentar pedir el visado. «Todo el mundo decía que éramos muchos, que no lo conseguiríamos». Pero lo consiguieron. Tan solo están separados hoy del más pequeño de los hermanos, que se encuentra en Dubái. «Ahora pienso que estoy tranquila, sin bombas, que voy a hacer algo real para mí y para todos».
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