La desesperación de miles de españoles 40 años después: «Mi pecado fue cocinar con aceite de colza»

Decenas de afectados por el síndrome del aceite tóxico se han plantado esta mañana en las inmediaciones del Museo del Prado para pedir al Gobierno que les escuchen

Varios de los afectados, esta mañana, en las inmediaciones del Museo del Prado EP | Vídeo: ATLAS

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Era miércoles o jueves, pues los 40 años que han pasado no permiten que Agustina Velázquez, una de las afectadas por el síndrome del aceite tóxico , recuerde el momento exacto en el compró el aceite de colza que utilizaba para freírle filetes a su hijo mayor. Sin embargo, todo lo que vino después no le deja tampoco olvidar ese momento. Ella, su madre y su hijo fueron tres de los miles de afectados por esta enfermedad, cuyos damnificados han realizado una protesta esta mañana en el Museo del Prado . Agustina, Miguel Ángel, Luis Miguel, Carmen, Mari Luz y Mercedes han pagado la entrada a las 10.00 horas para plantarse frente al cuadro de 'Las meninas', denunciar el abandono del Estado del que se sienten víctimas y solicitar que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, les reciba y escuche. «Pasadas seis horas desde el inicio de nuestra presencia aquí , comenzaremos la ingesta de pastillas. Tenemos las pastillas necesarias para llegar al descanso que no nos ofrecen ustedes», espetaba el comunicado con el que la plataforma Síndrome Tóxico-Seguimos Viviendo ha anunciado su protesta.

Pero aproximadamente una hora después de su despliegue, la Policía los ha desalojado , tras haberlo intentado antes miembros de seguridad del museo. Dos de ellos, Luis Miguel y Carmen, han sido trasladados a comisaría, donde han sido puestos en libertad pasadas las 14.00 horas con los cargos de desobediencia a la autoridad y alteración del orden público . A esa hora, decenas de afectados por el síndrome del aceite tóxico esperaban aún frente a la estatua de Goya para recibirles con aplausos. Aunque la jornada ha concluido sin haber logrado el principal objetivo que se habían propuesto: un mensaje del Gobierno para emplazarles a una reunión.

Las consecuencias para los que esta mañana se han plantado durante horas frente al museo , sin embargo, llegarán mañana. «Para nosotros, un día así supone estar tres días sin salir de la cama, con dolores por todo el cuerpo y sin poder movernos», lamenta María Pilar Mudarra, de 62 años, que contrajo la dolencia cuando tenía 22. Junto a ella, su hermana de 15 años también sufrió los achaques de una enfermedad por la que 40 años después siguen teniendo que luchar . «Tendría que ir al fisio todas las semanas y a duras penas voy una vez al mes», cuenta al tiempo que critica que no se les dé el reconocimiento de víctimas que sí tienen las personas que han sufrido otras circunstancias, como el terrorismo.

Cambiar de casa

A Agustina el aceite de colza se lo dieron unos amigos . «Qué iban a saber ellos, los pobres», afirma. Ese fin de semana, en el que no estaban en casa ni su marido ni sus dos hijos medianos, se quedó con su hija de ocho meses, su hijo mayor y su madre. « Ese fue mi pecado , que ese fin de semana cociné con ese aceite», dice. A partir de ahí, todo fueron molestias: la espalda, la respiración, los dolores por todo el cuerpo...etc. Pero también el estigma que sufrió por parte de la sociedad, empezando por los profesores de sus hijos, que le llamaron para pedirle que estuviera un tiempo sin llevarlos al colegio. También sintió el rechazo por parte de sus vecinas: «Cuando se enteraron no me daban ni los buenos días . Tuvimos que cambiar de casa», relata con impotencia. Unos prejuicios que la han llevado a que a día de hoy, en el edificio en el que vive desde hace más de 30 años, nadie sepa que es una de las afectadas por el síndrome del aceite tóxico.

Una sensación que comparte Preciosa Nogueira Luna, que hasta ahora no se había atrevido a hablar públicamente de su enfermedad precisamente por el estigma que conlleva. «Hace años nos sentíamos como apestados, la gente siempre nos ha mirado como los raros», reconoce sin poder evitar el llanto. Con la pandemia del Covid-19, además, ha revivido parte de lo que ella sufrió con solo 14 años. «Nos ha recordado a lo que nosotros vivimos. Que si el contagio, el oxígeno, la afectación ...todo», dice. Uno de los primeros recuerdos que tiene sobre su dolencia es también representativo con lo que sucedió con el coronavirus: quejidos en el hospital, con camillas pasando con personas fallecidas. «Ha sido muy muy duro».

En su caso, fue la única de su familia que sufrió la enfermedad de la colza y ha pasado años «de esfuerzo, lucha y rehabilitación» para actualmente poder llevar una vida, como ella dice, «un poco normal, si a esto se le puede llamar normalidad», aunque con estrés postraumático que arrastra por todo lo vivido. Tiene problemas neuromusculares y tuvo que estar en silla de ruedas durante un tiempo, aunque poco a poco logró volver a caminar. «Somos unas luchadoras», clama.

«Una manzanita»

«No hay un día en el que te levantes que no te duela nada. Y así llevo toda mi vida», explica otra de las afectadas que prefiere no identificarse, pues sigue cargando con ese estigma que aún ahora le impide hablar con normalidad de su patología. «Si no es imprescindible no lo cuento. La mayoría de la gente de mi entorno no lo sabe », reconoce. Muchas veces, además, como dice el refrán, la procesión va por dentro. «Algunos somos como una manzanita. Por fuera lo ves todo bien, con buen color, pero por dentro te encuentras con algún gusano», compara Preciosa.

Además de ser recibidos y escuchados por el Gobierno, lo que reclaman desde la plataforma es obtener «la dignidad» que creen que les daría ser reconocidos oficialmente como víctimas . «Queremos que se nos reconozca como víctimas. Lo nuestro fue terrorismo de Estado», señalan desde la plataforma. Aunque muchos de ellos cobraron una indemnización por lo sucedido, aseguran que no sirve para cubrir todos los gastos necesarios para su día a día. «Necesitamos fisio, rehabilitación, incluso algunos que nos corten las uñas porque no podemos hacerlo nosotros mismos… y eso nadie lo ve y nadie lo entiende», critican.

Según explican a ABC, la última vez que tuvieron contacto con alguien del Gobierno fue cuando la ministra de Sanidad era María Luisa Carcedo . Tras ella, el Gobierno de Pedro Sánchez ha contado con otros dos titulares del departamento: Salvador Illa y Carolina Darias. Pero ninguna comunicación por parte del Ministerio de Sanidad. «Hemos llamado, mandado cartas, correos… y no hay manera. Somos víctimas de segunda», lamentan. ABC ha preguntado a Sanidad si tras esta protesta iba a considerar un encuentro con los afectados, pero no ha recibido recibido respuesta.

Implicación

«Nuestra plataforma se llama ‘Seguimos viviendo’ y lo que os pedimos es que no nos abandonéis . Necesitamos que toda la sociedad se implique para que nos den una respuesta», pide Mari Luz Lanza, una de las mujeres que ha conseguido protestar frente a ‘Las meninas’.

Según los cálculos de la plataforma, hay alrededor de 20.000 personas en toda España afectadas por la enfermedad del aceite tóxico de colza, aunque creen que la cifra puede ser superior y que es precisamente el miedo al rechazo el que provoca que haya gente que no quiera contarlo. Más de 4.000 personas fallecieron por esta tragedia, de la que en primavera se cumplieron 40 años.

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