GRÁFICO INTERACTIVO
Por qué dentro de poco pagarás mucho más en tu factura del agua
Los españoles estamos entre los europeos con el recibo más barato algo que, según los expertos, «tendrá consecuencias graves el día de mañana»
Dedique unos minutos a pensar en el importe de su última factura del agua. ¿Lo sabe? Probablemente la cantidad sea mínima y no recuerde la cifra con claridad. ¿Sabe, no obstante, cuánto pagó el último mes en su recibo de la luz? Seguro que ahora la cosa cambia. Por fortuna para nosotros, el precio del agua que consumimos es tan reducido que, incluso aunque dejáramos el grifo abierto durante un largo periodo de tiempo, la cantidad a pagar continuaría siendo asumible para nuestro bolsillo.
Sin embargo los excesos —incluso cuando se trata de bajos precios— acaban saliendo caros. De hecho, que paguemos tan poco por el agua que empleamos en nuestro día a día no es del todo positivo y, a la larga, podría tener consecuencias graves. Así lo asegura, al menos, Fernando Morcillo , presidente de la Asociación Española de Abastecimiento de Agua y Saneamientos (AEAS) y para quien el problema es más importante de lo que parece. «En términos de precio por consumo de agua, España está muy por debajo de la media europea a pesar de ser uno de los países con menos recursos en lo que se refiere a este bien preciado». Nuestro país tiene, dice el presidente de AEAS, demasiada infraestructura que renovar y mantener para garantizar el perfecto abastecimiento de generaciones futuras algo que, de no modificarse la actual política de precios, no podrá llevarse a cabo.
«El precio que pagamos en nuestra factura del agua no entra dentro de la normalidad —prosigue el responsable de la asociación—. En 2013 la Fundación Aquae llevó a cabo un estudio que medía el esfuerzo de los ciudadanos en este sentido en comparación con el de otros europeos. Los resultados son claros: pagamos mucho menos que el resto ».
¿Por qué gravar más al ciudadano?
¿No debería el Estado dedicar parte de su presupuesto a solucionar el problema? En España, subraya Morcillo, «existen una serie de subvenciones por parte de la Administración que deberían haber servido para cambiar la situación. Dichas ayudas tendrían que haberse empleado en renovar instalaciones básicas cuya revisión es obligada, pero no ha sido así ». En los últimos años, explica a ABC el presidente de AEAS «no se ha destinado la necesaria cuantía a renovar infraestructuras. Debido, quizás, a la mala situación de nuestra economía en los últimos años, el Estado no ha invertido los recursos suficientes para tal fin».
Las consecuencias, a medio plazo, son preocupantes para el ciudadano : «En poco tiempo no quedará otra solución más que la de incrementar el precio que el consumidor paga en su factura , como ya se hace desde hace tiempo en otros países de Europa». José Luis Blasco, socio responsable de Cambio Climático y Sostenibilidad para Europa, Oriente Medio y África de KPMG , da la razón al presidente de AEAS e incide en que la situación es grave. «Se calcula que, de aquí al año 2030, el déficit agua dulce será de entre un 30 y un 40%» . El precio, destaca José Luis Blasco, no solo servirá para la necesaria renovación de instalaciones básicas, sino también para concienciar sobre el correcto uso del líquido elemento.
Agua virtual: la usas, pero no la ves
En este sentido es necesario tomar en consideración el excesivo desconocimiento que, según los expertos, tiene el ciudadano en cuanto a la escasez de agua. «No tenemos ni idea de la cantidad de agua que consumimos cada día», subraya Blasco. Si lo supiéramos, destaca el responsable de KPMG, «nuestra percepción del problema sería totalmente diferente» .
«Nuestra factura no refleja el precio real del agua»
Se conoce como agua virtual la cantidad real de agua requerida para la fabricación de un producto determinado. El concepto, ideado por el investigador británico John Anthony Allan , sirve para explicar la ingente cantidad de agua que cada uno de nosotros necesita para vivir. «Para fabricar un litro de cerveza harían falta, dependiendo de cada compañía, entre cinco y seis litros de agua. Para hacer una camiseta, unos 1000 litros» , apunta Blasco. Si pensaba que su consumo se reducía al número de duchas o de litros de agua empleados a lo largo del día, estaba equivocado. «El agua viaja en cada producto que consumimos» , destaca el experto de KPMG.
Incrementar las medidas de ahorro y las campañas de sensibilización para lograr un consumo responsable es, dice Blasco, tan solo parte de la solución al problema . «A día de hoy, el precio de nuestra factura no refleja el valor real del agua, por lo que es muy difícil que logremos concienciar al ciudadano para que haga un uso eficiente». En España, recalca por su parte el presidente de AEAS, «hemos optado por mantener unos precios relativamente bajos y asumir que con los presupuestos se renovarán las infraestructuras básicas. Esto no va a ocurrir». «España tiene un importante déficit en cuanto a planificación hidráulica», admite Morcillo. «En 2021 necesitaremos 15.000 millones de euros para solventar problemas como la depuración de aguas residuales».
Pero...¿cuánto tendríamos que pagar?
«Para satisfacer las necesidades básicas habría que incrementar el precio hasta en un 100%», señala tajante el presidente de AEAS. El Gobierno, incide Morcillo, tiene un papel fundamental en este sentido a la hora de trasladar a la sociedad que este esfuerzo es necesario. «El consumidor debe saber que la situación es insostenible y que la solución está en la factura, por mucho que duela». Sin embargo, nuestro esfuerzo económico «no será excesivo a pesar del incremento en el precio del agua pues, de hecho, hoy en día la repercusión de este recibo en la economía familiar es realmente baja. Incluso aunque dobláramos el precio el ciudadano no lo notaría en exceso».
¿Estaremos dispuestos a sumar más euros a una de nuestras facturas más baratas? «Será necesario estarlo», responde Morcillo. «Damos un valor importantísimo al agua, pero no queremos pagar lo que cuesta en realidad. Seguramente si preguntas a alguien cuánta agua gasta en su casa ni siquiera lo sepa». Sería preocupante, dice el presidente de AEAS, que el ciudadano no asumiera el sobrecoste en su factura. «Con lo que gastas en un café podrías pagar dos días y medio de agua potable así como tratamiento y depuración de aguas residuales. Es un importe insignificante que muy pronto tendrá que salir de nuestro bolsillo».