La contaminación nos hace más tontos
Una exposición continuada reduce las habilidades verbales y de cálculo, según un estudio
La contaminación atmosférica daña las capacidades intelectuales de las personas expuestas. En resumen, nos hace más tontos. Una nueva investigación revela que a los perjuicios conocidos de la contaminación sobre la salud física, ahora hay que sumar también un empeoramiento en las habilidades verbales y de cálculo matemático de las personas, especialmente a partir de los 64 años.
La investigación, publicada en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), ha analizados los resultados de las pruebas de lenguaje y aritmética de 20.000 personas a lo largo de cuatro años en diferentes ciudades de China, muchas de ellas entre las más contaminadas del mundo. Al cruzar esos resultados con los índices de dióxido de nitrógeno, dióxido de azufre y pequeñas partículas de las localidades donde vivían, los investigadores comprobaron que a mayor nivel de contaminación, los resultados eran peores.
«Una exposición a largo plazo a la contaminación del aire impide el rendimiento cognitivo», afirman ahora los autores. Las capacidades verbales fueron las más dañadas, especialmente en personas con un nivel educativo más bajo y a medida que envejecían. «El aire contaminado puede hacer que, de media, estemos perdiendo el equivalente a un año de educación », explica el investigador Xi Chen.
Los hombres, aún peor
Existe, además, una brecha de género: los hombres son más vulnerables que las mujeres . «La diferencia de género es estadísticamente significativa», dice el estudio. Esta brecha, según apuntan, está causada por la diferencia de materia blanca activada (la involucrada en las pruebas verbales), que en los hombres es menor.
«La conclusión es que se dispone de evidencia suficiente como para que, no únicamente los políticos, sino también los ciudadanos, se pongan manos a la obra y empiecen a cambiar las ciudades en beneficio de la salud de todos sus habitantes», explica Mónica López, investigadora del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), impulsado por Obra Social La Caixa.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que la contaminación causa unos siete millones de muertes prematuras al año en todo el mundo y ya se ha vinculado la contaminación del aire con una mayor tasa de accidentes cerebrovasculares, cánceres de pulmón y problemas respiratorios crónicos y agudos como el asma.
Aunque por ahora los daños cognitivos provocados por la contaminación atmosférica son menos conocidos que los daños físicos, no es la primera vez que un estudio los vincula. «En los últimos años está surgiendo mucha evidencia científica sobre los efectos negativos de la contaminación que proviene del tráfico en la capacidad intelectual de las personas. Sobre todo se han estudiado los efectos en niños y ancianos, que son los más vulnerables», explica López. De hecho, un reciente estudio del ISGlobal observó que los niños que asisten a escuelas donde hay mayores niveles de contaminación tienen un desarrollo cognitivo más lento que los niños que van a escuelas en entornos con aire más limpio. En cambio, el proceso con los mayores es diferente, en ellos se traduce en un deterioro cognitivo más rápido.
Alteraciones en el cerebro
Los científicos siguen estudiando los efectos de la contaminación en la salud y, por ahora, varios estudios con animales han observado que este tipo de contaminación produce inflamación en el cerebro. «En humanos se observan alteraciones en el cerebro a través de técnicas de neuroimagen, como disminución del tamaño de determinadas áreas cerebrales», explica la investigadora. Asimismo, «las partículas que se desprenden de los vehículos son tan pequeñas que atraviesan las paredes de los alvéolos, alcanzando el torrente sanguíneo que las traslada a diferentes órganos del cuerpo , entre ellos el cerebro, alterando su funcionamiento», dice.
Cada vez más países están impulsando medidas para reducir los niveles de contaminación en las ciudades, aunque «se han observado efectos negativos en la salud incluso a niveles por debajo de los recomendados por la Unión Europea», asegura López. Entonces, ¿existe un «nivel seguro» de contaminación ? «Los niveles que recomienda la Unión Europea son más altos que los que recomienda la OMS. Por tanto, yo diría que sí que hay un nivel seguro, pero es el de la OMS», concluye.