40 años de Ley del Divorcio: de la «batalla campal» a la aceptación social
La ‘sanfermina’ fue la puntilla para la UCD de Suárez en 1981. Cuatro décadas después, España sigue en la contradicción de ser «profundamente familiarista» y tener una de las tolerancias más altas de Europa al divorcio
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Cuarenta años después de la aprobación de la Ley del Divorcio, popularmente conocida como la ‘sanfermina’ (fue sancionada por el Rey un 7 de julio), España es uno de los países europeos que profesa una de más elevadas tolerancias al divorcio en el ... continente . Al mismo nivel e incluso superior que países del centro o del norte de Europa como Suecia, según un estudio publicado en 2019 por el ‘think tank’ Funcas.
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La norma se aprobó en España en 1981 gracias a los votos de la oposición, porque los democristianos de la UCD votaron en contra y calificaron la ley de «un fraude al electorado centrista» , además de e xigir la dimisión del ministro de Justicia, Fernández Ordóñez . Comienza entonces una hemorragia incontrolable y políticamente letal para UCD. En aquellos primeros meses de 1981, España vivió una gran conmoción y se sucedieron las manifestaciones callejeras -tanto a favor como en contra- de la norma, que finalmente salió adelante. Fernández Ordóñez recibía constantes amenazas, insultos y carteles peyorativos de un cierto sector conservador de la sociedad que creía que la Ley del Divorcio hacía tambalear la unidad familiar.
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Pero el tiempo ha demostrado que los españoles seguimos siendo los europeos que más recurren a sus parientes cercanos y que mantienen una relación más estrecha con ellos aunque el divorcio goce de una elevadísima aceptación social.
Un país familiar que se divorcia
«En un país católico y mediterrá neo como el nuestro, esta tolerancia al divorcio era algo impensable hace tan solo unos años », apunta Luis Ayuso, doctor en Sociología especializado en cuestiones familiares. Ayuso explica que aunque la sociedad española ha experimentado un proceso de transformación cultural muy importante en los últimos años , hay un rasgo esencial que se mantiene: «Seguimos siendo un país profundamente familiarista» . En su opinión, es precisamente esta característica la que explica que la ley se haya aceptado tan bien, pese a los primeros obstáculos del principio: «El divorcio es algo individual, pero protege la red familiar. La familia está muy por encima de los conflictos entre parejas».
Según datos del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), en los primeros años de andadura de la norma se cerraban de forma mayoritaria divorcios contenciosos (un 60 por ciento), pero a partir de 1999 se revierte la tendencia y ahora –también un 60 por ciento– se presentan de mutuo acuerdo entre ambos cónyuges . «Los contenciosos han ido disminuyendo gracias al mutuo acuerdo. Algo a lo que ha contribuido enormemente la mediación , que al final son medidas extrajudiciales para solucionar conflictos de forma pacífica», dice Trinidad Bernal, que puso en marcha hace 30 años el primer servicio público de mediación en España.
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Las parejas españolas, de las que más discuten
Sin embargo, como terapeuta, Bernal esgrime que «la conflictividad entre las parejas españolas es tremendamente alta y aún es más acusada, si cabe, en matrimonios que llevan toda la vida juntos».
Una de las realidades más llamativas de los últimos años, dice, es el aumento más que considerable de parejas mayores que se separan. «Muchos te dicen: ‘para los años que me quedan de vida quiero estar bien ’», añade Bernal, que no para de recibir a parejas de más de 65 años que tras toda una vida «no aguantan más porque la convivencia se ha vuelto insoportable». Siendo ellas las que casi siempre llevan la voz cantante .
«A la hora de pedir el divorcio, son ellas las que casi siempre llevan la voz cantante»
A simple vista pudiera parecer contradictorio que España sea uno de los países que gozan de una de las más altas tolerancias hacia el divorcio y que, a su vez, las parejas estén acostumbradas a convivir soportando una gran conflictividad. «Existe una disonancia entre lo que creemos que debemos pensar o sentir y entre lo que realmente sentimos . De ahí surge la conflictividad endémica de las parejas españolas». Esta mediadora explica que no podemos olvidar que «cuando un cambio es rápido –casi acelerado– produce estragos, porque no hay una base interna sólida».
Liberación de la mujer
Solo han pasado 40 años. Antes de 1981, la mujer tenía que tener autorización para absolutamente todo : desde sacarse cualquier documento, hasta comprarse un coche. «Aún hoy queda gente que tiene miedo de irse de su casa por si le denuncian por abandono del hogar. Algo que está totalmente fuera de contexto desde hace muchísimos años. Quedan restos . En España convivimos familias muy distintas», dice Bernal.
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A la diversidad en las formas de familia, se añaden, según el sociólogo Luis Ayuso, otras variables que han hecho que el contexto en el que se aprueba la ley y el actual sean radicalmente distintos. El primero, el demográfico. « España es una sociedad envejecida . Esa mayor esperanza de vida hace que exista una mayor probabilidad de divorciarse», apunta este sociólogo.
Pero también, dice, han jugado un papel clave en la aceptación del divorcio la secularización de la sociedad, el cambio en los roles de género o el impacto de las nuevas tecnologías . «Las TIC han revolucionado los mercados de emparejamiento. Antes estaban muy limitados y ahora, muy abiertos. Ha aumentado el coste de oportunidad y la gente se dice: ‘puedo estar con otro fácilmente’ ». Todo esto desemboca en un cambio en el concepto de pareja, que en los años 80 estaba limitado a ser heterosexual, tener un proyecto de vida en común, hijos, y convivir en la misma casa.
A vueltas con la custodia
Sin embargo, en palabras de Trinidad Bernal, el cambio en los roles de género sigue causando hoy enfrentamientos por la custodia compartida en los matrimonios con hijos que se disuelven. «Hace falta que los hombres participen más en la crianza de los hijos, porque ha sido siempre un tema más ‘femenino’, por decirlo de alguna manera. Pero también es necesario que cambie la actitud de las mujeres respecto al rol que deben desempeñar los hombres . Varios estudios recientes demuestran que ellas sienten que es un tema suyo y que, con la custodia compartida, ‘pierden su papel’. Ellas tienen más reticencia a que ‘el otro’ participe en la crianza de los hijos , aunque también hay queja si no lo hace. Es un contrasentido, precisamente por lo abrupto del cambio en España». Lo corrobora Carlos Herraiz, abogado penalista y presidente de la Asociación Española de Padres Divorciados.
Este padre, que se divorció en 1992, reconoce que «se ha abierto más la mano a la custodia compartida, pero no se conceden todas las que serían deseables. Los ciudadanos piensan que la ley es buena, pero es una norma que se ha parcheado mil veces (en 2005 Zapatero aprueba la conocida como ‘Ley del Divorcio Exprés, por la que basta con el consentimiento de ambos cónyuges para que se produzca el divorcio y que permite un nuevo enlace matrimonial pasados tres meses)». Herraiz matiza que «hay causas que se tardan años en negociar y muchos divorcios que terminan en modificación de causas contenciosas e incluso procedimientos de mutuo acuerdo que se fuerzan por parte del juez». Para este abogado, «no es justo» que se pueda firmar un acuerdo con un solo letrado, como ocurre en la actualidad. « Los acuerdos no se firman en ‘igualdad de armas’ y cuando hay hijos, todo se complica . Hace no tantos años, había casos en los que si el padre era homosexual, no se le permitía ver a sus hijos», lamenta.
«Hace no tantos años, había casos en los que si el padre era homosexual, no se le permitía ver a sus hijos»
José Ramón Rodríguez sabe bien lo que es tener problemas con la custodia de sus dos hijas pequeñas. Se divorció de su mujer en 2018 y, al principio, obtuvo la custodia compartida. A finales de 2019 cae en una depresión que, gracias a un tratamiento psiquiátrico, supera en pocos meses. «Pasé de estar hundido en la miseria en los meses de verano a estar, a finales de año, contento y confiado. Es en ese momento cuando la madre de mis hijas hace sus conjeturas y piensa que tomo drogas y estoy en una se cta . Eso aparece en la denuncia de violencia de género que presentó a principios del año 2020», relata este padre.
«Maltratado y humillado»
Su exmujer lo denuncia por acoso, además de maltrato a sus hijas. «La denuncia de maltrato a las niñas se sobreseyó a los pocos meses, porque el juez no encontró nada punible. El acoso a ella también se archivó, pero la abogada de la otra parte lo ha vuelto a recurrir. Mientras tanto, llevo desde el 17 de enero del año pasado sin verlas, más allá de una hora los viernes en un punto de encuentro. Cuando se sobresea este asunto, ¿quién me restituye todo este dolor? Tenemos que defender a las mujeres maltratadas, pero no a costa de crear hombres maltratados . Me siento humillado, indefenso y maltratado».
El caso de José Ramón tiene que ver con el uso de la Ley de Violencia de Género tras la concesión del divorcio . Una batalla legal que tienen que librar cientos de padres en España. Como él, Ana María Pérez del Campo -primera mujer divorciada- piensa seguir luchando por los derechos de las mujeres hasta, dice, el día que se muera. Para esta feminista convencida, que aún tiene dudas sobre la custodia compartida, «los divorcios rápidos muchas veces son engaños . Los niños no son pelotas de ping pong para estar jugando con ellos». No entiende que el feminismo actual se enrole en el debate de los derechos ‘trans’ y aparque el concepto clave de su vida:la mujer. Desde su casa, en el centro de Madrid, aún se enorgullece de aquella «batalla campal» que libraron en 1981.
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