Coronavirus
La cuarentena pionera del hotel de Tenerife que evitó la epidemia
Sus duras medidas de confinamiento y su buena coordinación con los servivios sanitarios permitió que solo siete de sus mil clientes resultaran contagiados
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Si bien el coronavirus entró en España en el mes de enero en la isla de La Gomera, la rápida actuación del turista alemán -que acudió al hospital nada más encontrarse mal cuando no llevaba ni un día en la isla- consiguió frenar una posible propagación del virus del Covid-19 por la isla. El mismo protocolo siguió el segundo caso, un británico en Palma de Mallorca.
Muy distinto fue el caso del tercer turista infectado. Un ciudadano italiano, hospedado en el Hotel H10 Costa Adeje Palace en el sur de Tenerife, que dio positivo en Covid-19 cuando llevaba una semana hospedado junto a un grupo de seis italianos en el complejo tinerfeño. En ese momento, se produjo el cierre del hotel que confinó a todos los clientes en sus habitaciones . Un total de 723 huéspedes de 25 nacionalidades, que tuvieron que cambiar sus paseos por la playa y sus escapadas al Carnaval de Santa Cruz por «tardes aburridas comiendo y viend o la televisión en sus habitaciones», recuerda Miguel, uno de esos huéspedes. El encierro que sufrieron ese puñado de turistas fue un preludio del confinamiento al que se verían sometidos todos los españoles semanas después. Pero el trabajo coordinado entre los servicios sanitarios y el personal del hotel permitió que este posible foco de contagio no se extendiera a toda la isla.
El aislamiento en uno de los centros hoteleros más importantes de la isla fue total. «Algunas imágenes mostraron a algunos huéspedes hablando entre ellos en las zonas comunes, pero lo cierto es que se trataba de un puñado de turistas que sí tenían permiso para salir de sus habituaciones porque habían llegado al hotel mientras el ciudadano italiano se encontraba en el hospital haciéndose las pruebas», recuerda Miguel . No obstante, con el paso de los días este protocolo se fue endureciendo a medida que aumentaban los positivos por Covid-19 entre el grupo de turistas italianos del que procedía el primer infectado. «Nos hicieron firmar un documento en el que nos comprometimos a no salir de nuestra habitación por un tema ético», señala Miguel. «No fueron las vacaciones que soñé, pero en ese momento todo estuvo bajo control», indica este cliente que entendió la situación «desde el primer momento», pero todavía lamenta las vacaciones y el dinero perdido.
Para Sara - una tinerfeña que se alojaba en el hotel durante esos días y que, por su condición de residente en la misma isla, fue de las primeras en poder salir para terminar la cuarentena en su casa- la experiencia no fue tan traumática. «En ese momento, el virus no nos parecía tan grave como lo es ahora», asegura esta mujer, quien recuerda que los titulares en la prensa y en los telediarios aquellos días «invitaban a huir del alarmismo». «Realmente, no éramos del todo conscientes de lo que estaba pasando y no entendíamos por qué teníamos que confinarnos todos», continúa.
Asimismo, desde el hotel, un empleado -que prefiere mantenerse en el anonimato- recuerda a este periódico que fueron días «de película». Sin que el alarmismo se apoderara de clientes ni trabajadores, rememora las medidas de seguridad que tuvieron que seguir y cómo fue el proceso de la eliminación del «buffet» para llevarles a los clientes la comida a las habitaciones, no sin olvidar que, sobre todo las primeras jornadas, se encontraban «desbordados y agotados». Según avanzaron los días, se acabaron los turnos de 18 horas y se permitió que los trabajadores entraran y salieran a su hora, un punto de inflexión a la hora de trabajar, si bien «el ambiente en el interior del edificio siempre se mantuvo tranquilo».
Para terminar, recuerda con emoción las muestras de agradecimiento de los clientes a medida que pasaban los días. «Algunos se echaban a llorar cuando nos veían cómo trabajábamos -asegura- otros nos miraban, nos abrazaban y nos daban ánimos». Aquellos días el trabajo de los empleados del hotel generó tal empatía entre los huéspedes que llegaron a recaudar más de 2.000 euros en propinas. «Unos niños instalaron una caja de cartón para que los huéspedes nos dejaran mensajes de apoyo», comenta este trabajador. Sin embargo, esa idea improvisada «terminó convirtiéndose en un bote de propinas». Según el empleado, el director del hotel puso en manos de los trabajadores ese dinero, pero ellos, a su vez, lo destinaron a una ONG para los más desfavorecidos.
Objetivo cumplido
Finalmente, las dos semanas de cuarentena del hotel se saldaron con siete positivos: el médico italiano, su pareja, dos compatriotas que los acompañaban en el viaje y tres clientes más que quedaron contagiados. De esa manera, el objetivo de «contener el virus» quedó cumplido, logro que no dudó en reconocer el Ayuntamiento de Adeje en una moción institucional aprobada por unanimidad. Hoy sabemos que Canarias es la comunidad con el menor índice de contagio de todo el país, en gran parte, gracias a las medidas que se tomaron durante aquellos días en este hotel de Adeje.