Coronavirus

Sanitarios españoles en el exilio: «Nos habría gustado ayudar en la emergencia»

La búsqueda de empleo y mejor sueldo empujó fuera a una hornada de profesionales de la salud, sobre todo con destino a Reino Unido y Alemania

El éxodo de sanitarios españoles fuera de nuestras fronteras vivió un periodo fatídico: 2012 a 2015. Fueron años negros de exilio de miles de facultativos y enfermeros. De acuerdo con los últimos datos de la Organización Médico Colegial (OMC), entre 2011 y 2016 más de 15.000 médicos emigraron de España para dar rienda suelta a su vocación . Desde 2016, la cifra comenzó a caer, pero de media, siguen saliendo unos 2.200 médicos cada año, estiman, mientras el Consejo General de la Enfermería (CGE) sitúa esa fuga en unos mil cada año.

La mayoría de los profesionales de la salud escogen un Estado comunitario para desarrollar su carrera, siendo Reino Unido y Alemania los grandes «paraísos» de destino. Las mismas organizaciones estiman que por cada seis sanitarios españoles que han salido estos años fuera del país, llega uno procedente de otro Estado comunitario y así lo recoge también el informe europeo que estudia la movilidad intracomunitaria, el «Annual report on intra-EU labour mobility» . España es el sexto país europeo donde más sanitarios emigran.

Las razones fundamentales para hacerlo son, en efecto, comunes y conocidas: recorte de medios en el sistema sanitario, poco reconocimiento y retribución salarial menor. En suma, menos oportunidades laborales; un horizonte poco próspero. Algunos aducen también «el poco respeto» que reciben por parte de los pacientes, algo impensable extramuros.

La pandemia, corroboran los testimonios recabados por ABC fuera de las fronteras nacionales , no ha hecho más que empeorar en sus opciones para soñar con la vuelta a este país. Muchos profesionales de la salud reconocen la nostalgia por el retorno y cierta impotencia por no poder ayudar con su desempeño a su tierra de origen, más azotada por la crisis sanitaria que los lugares de acogida. Pero el Covid que ha dado la vuelta a todo 2020 lo ha hecho también a sus aspiraciones, informa E. M.

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Gemma, doctora

«Tenía ganas de llevar a la práctica lo estudiado. Inglaterra me lo ofreció»

Ana Belén Beteta Crespo es una enfermera de 29 años del pequeño pueblo de Villatorres, en Jaén. Llegó a Reino Unido en enero del 2015 y desde entonces trabaja en el William Harvey Hospital en Ashford, Kent. «Hasta mayo del 2016 trabajé en una planta de respiratorio y después me cambié a la UCI, donde estoy desde entonces», explica en conversación con ABC. «Vine a Inglaterra por motivos de trabajo ya que en España no había ningún puesto disponible. Esperé cinco meses desde que me gradué pero no quise esperar más, puesto que Inglaterra estaba ofreciendo empleo y yo tenía muchísimas ganas de trabajar y llevar a la práctica lo que había estudiado durante cuatro años», afirma. Además, le pareció útil la posibilidad de aprender inglés, ya que «hoy en día es prácticamente indispensable». Sobre su experiencia profesional en Reino Unido, asegura que disfruta de «un puesto de trabajo que me ofrece seguridad y permanencia, un contrato fijo en un puesto determinado, sin incertidumbres ni el estrés que causa cambiar de trabajo todo el rato o tener contratos de poca duración, sin seguridad», dice, y detalla que además «aquí tienes ocho semanas de vacaciones y el salario está bastante bien también, mejor que en España». «Hay protocolos, guías de actuación y mucha información que te hace poder trabajar mejor; y el equipo y los materiales son mejores y modernos», asegura. Pero «aunque haya mencionado todo lo anterior, España siempre será mi hogar. Inglaterra es frío y gris. El estilo de vida, el tiempo y la gente de mi país siempre tirarán de mí», dice, por lo que está convencida de que regresará. «Mi pareja es de Jerez de la Frontera y nos conocimos aquí, también es enfermero», explica, y añade que «estamos muy a gusto, tenemos muy buenos amigos que han sido como una familia para nosotros y a los que nos va a doler decir adiós», ya que tienen en la cabeza la idea de volver a España, quizá el próximo año, «y empezar a trabajar allí, aunque sabemos que las condiciones van a ser más precarias». «Volveré a España bajo cualquier condición ya que echo muchísimo de menos mi país, pero me dolerá mucho no poder trabajar en la UCI y tener los pedazo de compañeros que tengo ahora. Son maravillosos», concluye.

Chantal, enfermera

También muy contenta está Gemma Vilà-Nadal , de 32 años, alergóloga que trabaja hace tres años en Reino Unido. Original del pueblo de Valls, en Tarragona, cruzó el canal «no por trabajo, sino por amor», dice, ya que aquí vivía su pareja, un profesor universitario del pueblo de La Masó, a sabiendas además de que le sería muy fácil trabajar en lo suyo. De hecho, solo tiene palabras positivas para su experiencia en el Royal Brompton Hospital de Londres, el centro médico especializado en corazón y pulmón más importante de Reino Unido y uno de los mayores de Europa.

«Esta es una ciudad multicultural y eso se nota en el hospital», dice, ya que hay profesionales de todas partes del mundo, lo que hace «único al sistema», aunque reconoce que es diferente al español en varios aspectos, algunos mejores y otros peores. «Siento que en algunas cosas en España somos más prácticos», asevera. Antes de trabajar en Londres, trabajó en el hospital La Paz, donde también estaba contenta. «La formación que recibí en España es lo más, es excelente, y estoy muy agradecida por ello», asegura, y considera que este es uno de los motivos de que en el Reino Unido «al personal español se le valore mucho».

Su situación es muy buena, pero aún así «nos gustaría volver», dice, aunque es un «sueño a futuro, y más ahora con la situación del Covid». Al preguntarle qué piensa de que España traiga profesional sanitario de países como Venezuela o Cuba debido a la escasez, responde que le parece bien ya que son países de Latinoamérica «con muy buena formación y muy buenos profesionales» y confiesa que ella misma ha recurrido a colegas de otras naciones para comentar casos complejos o dudas, algo que también ha hecho con sus «mentores en España» , con los que está muy agradecida.

Ana Belén, enfermera

También en el Royal Brompton Hospital trabaja desde hace año y medio Chantal Menguis, de 30 años. Nacida y criada en Córdoba de padre suizo y madre canadiense, estudió enfermería en Sevilla, pero decidió emigrar porque «aquí en Reino Unido hay más oportunidades y más estabilidad laboral que en España, sobre todo debido al sistema de puntos», explica. Empezar a trabajar en la capital británica fue sencillo , ya que además de que ya hablaba inglés, «aquí necesitan mucho personal y te dan muchas facilidades, incluso de alojamiento». Apunta que hay bastante gente de España en el sector sanitario, así como de países como India o Filipinas. Sobre si volvería a la península, dice que prefiere «vivir el presente», ya que un posible regreso «está en pausa, sobre todo con la situación tan cambiante que estamos viviendo». Sobre su vivencia como profesional de la salud en plena pandemia mundial, destaca que « el Covid ha supuesto un cambio muy repentino para todo el mundo . Nos ha cambiado la vida, los valores, la forma de relacionarnos» y añade que para los profesionales sanitarios «ha sido muy duro, sobre todo ver a mucha gente, incluso joven, de 40 años, en estado crítico». Pese a todo, es optimista y pide «no vivir con miedo, porque eso nos afecta la propia felicidad».

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Lurdes Ramet, en un hospital de Múnich

«El problema en España no es el Covid. Viene de antes»

«Otro parche», sentencia Manuel Ángel , médico español que trabaja en Alemania desde 2012. «No se trata de criticar que contraten a personal latinoamericano, ni de caer en populismos baratos como decir que los médicos latinoamericanos vienen a quitarnos el trabajo a los españoles. Por favor, que esto se entienda. Lo que sí creo que hay que criticar es que se está poniendo otro parche más, haciendo contratos temporales y baratos para pasar un bache y salir de un apuro, si acaso, pero sin mejorar con ello el sistema sanitario español», dice, «en el mejor de los casos es pan para hoy y hambre para mañana». Actualmente en una residencia de ancianos cerca de Hamburgo, ni se plantea optar a una que convoque la administración española porque ni los sueldos ni las condiciones son equiparables a los que disfruta en Alemania. Considera que con más precariedad no va a solucionarse la crisis e invita a reflexionar sobre los «constantes recortes del sistema sanitario español en los últimos veinte años».

Alicia Peco (34 años), que procede de Bolaños de Calatrava, Ciudad Real, lleva trabajando en Alemania casi ocho años, ahora en anestesia de quirófano en la Clínica Großhadern de Múnich. «Es muy triste -lamenta-, que en España se contrate así, y no por el coronoavirus, el problema viene de mucho antes». «Tengo miles de compañeros en España que han estado trabajando, que se han movido a otra Comunidad Autónoma para ayudar en los peores meses de la pandemia y a los que después han echado a la calle», se lleva las manos a la cabeza. «Es injusto y no hablo solo de remuneración económica, que es pésima, sino también de condiciones laborales, vacaciones y reconocimiento», reprocha, «lo que ocurre es que los sanitarios no pueden protestar. Un ingeniero puede dejar si hacer un proyecto, un obrero puede ir a la huelga, pero nosotros no podemos dejar de salvar vidas, va en contra de nuestra vocación ».

Alicia Peco, anestesista

Sobre la actual campaña de contratación de sanitarios, Alicia dice que «en esas condiciones, y mira que me duele, me pueden llamar todas las veces que quieran pero no dejo mi trabajo aquí». Destaca que «en Alemania se te juzga por tu trabajo y tus competencias, no por acumular puntos ni por haber aprobado un examen. Tras el periodo de prueba de seis meses los contratos son indefinidos, pero te pueden echar en cualquier momento si tu rendimiento no es adecuado o no están satisfechos». Eso garantiza trabajar con nivel de excelencia. En la unidad UCI en la que ha estado trabajando durante toda la crisis sanitaria, una de las ocho que tiene esa clínica, no ha fallecido ni un solo paciente de coronavirus, todos han sido curados.

«En España trabajo hay, el problema son las condiciones, que te llamen para trabajar dos horas, o un día, y si rechazas la oferta porque es muy lejos de tu casa o porque tienes hijos bajas posiciones en la bolsa», dice por su parte Lurdes Ramet Barea (30 años) , enfermera de quirófano en el Hospital Universitario de Múnich desde enero de 2013, a quien no le molesta que se contrate a médicos de otros países para trabajar en España, sino las condiciones de los contratos. «El problema es la precariedad, lo sabía desde siempre pero lo he podido palpar trabajando en Alemania. Aquí el primer día te ponen un tutor encargado de tu aprendizaje y el ratio de pacientes es de tres, máximo cuatro por enfermera. Eso es lo que te permite ocuparte bien de ellos, algo vital en casos de coronavirus, en los que hay que vigilar constantemente la ventilación, la saturación…», anota, «eso ha influido en la mortalidad del coronavirus en España, mis pobres compañeros allí no podían estar a todo». Por eso cree que contratar ahora a toda prisa y en las mismas condiciones precarias, sea de donde sea ese personal sanitario, no cambiará demasiado las condiciones y «lo seguirán pagando los pacientes». « La contratación precaria lleva inevitablemente a la mala praxis ».

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Ana Luque Palomo, malagueña en Francia ABC

«O se cambia la gestión de la sanidad, o España se quedará sin médicos»

« O se cambia la gestión de la sanidad, o España se quedará sin médicos. Buscar médicos en el extranjero, para combatir la pandemia, en Madrid u otros lugares de España, no tiene mucho sentido: nadie querrá ir, no se puede vivir con los sueldos españoles. Europeos, ni hablar; y los americanos tienen muchos problemas administrativos para entrar e instalarse», dice al teléfono Ana Luque Palomo (58 años), malagueña de nacimiento, sevillana de toda la vida, que decidió emigrar a Francia, el invierno pasado, para instalarse en Beaufay, en el departamento de la Sarthe, en la región Países del Loira.

La doctora Luque Palomo nació en Málaga, vivió, estudió, se casó, tuvo hijos y trabajó en Sevilla durante varias décadas, hasta que se hartó y decidió aceptar un trabajo en Francia, tras estudiar francés: «Qué quiere que le diga. En Sevilla, los pacientes no siempre se comportaban con respeto. Profesionalmente, no me sentía reconocida ni valorada. Y ganaba poco, mil o dos mil euros menos que en otras partes de España. Económicamente, en Francia gano mucho más. Mucho más. Pero, sobre todo, me siento reconocida. En Andalucía, en España, era un número. Entre otros números. En Francia soy una profesional. Los especialistas me consultan y escuchan. Los pacientes me tratan con mucho respeto y cariño. La alcaldesa del pueblo hace todo lo posible para que los médicos estemos a gusto. Estoy encantada».

«¿Volvería a España si mejorasen las condiciones?». «La gestión de la pandemia ha sido un desastre. La sanidad está en manos de políticos y economistas, que solo van a lo suyo. La sanidad les importa poco. Y los resultados, a la vista está: un desastre. Nadie escucha a los médicos. A los que mandan solo les interesa el dinero y la carrera. El sistema actual no se si tiene solución, tal como lo tienen montado. Los médicos están quemados. Si no pasa algo muy grande me quedaré en Francia hasta la jubilación. Mi marido y yo vamos y venimos. Los hijos ya se han instalado. En el pueblo donde vivo los franceses me quieren mucho y respetan mi trabajo. Estoy encantada. Si todo sigue así y no se produce un cambio muy grande, seguiré en Francia, en este pueblo, hasta que me jubile».

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