Coronavirus
El pulso de los médicos extracomunitarios al «déficit» en España: «Oír que faltan parece una broma»
Facultativos de Cuba, Venezuela o Colombia denuncian que el Gobierno obstaculiza su contratación en España y la burocracia torpedea que se use su torrente de conocimiento en esta pandemia
Cuando la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, afirmó esta semana que faltaban médicos y enfermeros –«no hay médicos en España. Tenemos que incentivar que médicos vengan a España»–, la comunidad de sanitarios cubanos que viven en nuestro país y no pueden trabajar , alrededor de un millar, se indignó. Una indignación que inundó las redes sociales y que se tradujo en iniciativas en Change.org reclamando la homologación de sus títulos de manera rápida: en apenas 48 horas la habían firmado 6.000 personas. Según esta solicitud, dirigida al Ministerio de Educación, habría alrededor de 3.000 profesionales sanitarios extracomunitarios pendientes de que se aprueben algunos de los trámites que les permitan trabajar: homologación del título, tarjeta de residencia, permiso de trabajo...
Ariel Nuñez Roca, de 50 años y con residencia en la localidad barcelonesa de Rubí, es un ejemplo de los médicos cubanos que teniendo permiso de residencia y de trabajo, les falta la homologación de su título, lo que le hace imposible ser contratado. Formado en Cuba, donde realizó medicina general, una residencia de tres años y se especializó en urología, ejerció también la medicina durante siete años en Angola. «Allí tuve que realizar medicina en su plenitud, donde había enfermedades que no se ven en el primer mundo –fiebre amarilla, dengue, chicunguña y malaria–, tratando a niños, mujeres, ancianos... Fue un trabajo complejo, pero aporta alguna experiencia», explica a ABC por teléfono.
Nuñez Roca, que lleva dos años y medio en España y que hoy se presenta al examen para obtener la nacionalidad española (es descendiente de gallegos), comenzó el proceso de homologación de su título, para medicna general, en junio de 2019. «Llevo 15 meses esperando, y todavía no sé nada. Hace más de un mes mandé una carta al Departamento de Sanidad, en Cataluña, y todavía no me han contestado».
Mientras tanto ha intentado ofrecer sus servicios al Colegio de Médicos de Barcelona, «incluso como voluntario, pero me han dicho que solo podría hacer trabajos de limpieza, y que no podría tocar a ningún paciente», lamenta. También ha intentado prestar sus servicios en residencias. «En esta crisis, con preparación sanitaria, no puedo ejercer tampoco en las que están donde vivo y no están medicalizadas. Cuando envío curriculum me llaman, pero me piden la homologación, que no tengo, y no me contratan».
En la actualidad, Nuñez Roca, que acaba de concluir un máster en Máster en Urooncología en la Universidad CEU Cardenal Herrera , se gana la vida como empleado del hogar. «Mi abuelo gallego decía que lo único que no se puede ser en la vida es vago o ladrón. No me avergüenzo, pero no me siento bien al no poder ayudar cuando hay déficit de médicos», confiesa.
Reconoce que cuando Ayuso declaró que en España no había médicos pensó que era una broma. «Me vino a la mente una palabra portuguesa, “brincadeira”, que significa hacer una broma . Y lo digo con todos mis respetos. En mi opinión, lo que sucede es que hay una gran disociación entre la información que tienen los funcionarios y lo que es la realidad». Por último, asegura, que si le homologaran el título «prestaría mis servicios donde sea necesario», incluido Madrid.
«Es frustrante no poder cooperar en algo que es tu vocación»
Helena Peñate es otro de los profesionales sanitarios que sufren el retraso en la homologación de títulos, que de tramitarse en alrededor de 9 meses ha pasado a tardar casi dos años, en medicina general, y hasta cinco años para la especialidad. Peñate tiene 30 años y actualmente vive en Badajoz. Con nacionalidad española, «mi madre lleva viviendo 20 años aquí», nació en Colombia y allí se licenció en medicina general. «La especialidad de cirugía la hice en Cuba, donde conocí a mi marido, también médico. Después decidimos erradicarnos en España». Desde hace algo más de un año vive en nuestro país, y tanto ella como su esposo presentaron los papeles para la homologación hace ya 13 meses. «Cuanto reviso la página web para hacer seguimiento, siempre me dice que no hay registro de mis papeles, por lo que no sé siquiera si los han revisado», se lamenta. En su caso, al tener la ciudadanía española, que le permite trabajar, solo necesitaría ese trámite. «Pero sin la homologación no hay ningua posibilidad».
Mientras sigue mandado correos buscando que alguien la informe, «guardo copia de todo lo que enviado durante estos meses», ha ido sobreviviendo realizando «oficios varios» de manera temporal, relacionados sobre todo con el cuidado de ancianos a domicilio. «Algo así como gerocultor», explica a ABC.
«Me deprimo cuando veo noticias en las que se habla de la escasez de sanitarios y el colapso del sistema de salud», afirma esta médico colombiana
Para Pañate es «frustante» no poder ayudar durante esta pandemia en la zona en la que vive, sobre todo cuando «tengo interés, el deseo de cooperar. La medicina es una cuestión de vocación. Y yo siento impaciencia de no poder cooperar». También se «deprime» cuando ve noticias en las que se habla de la escasez de sanitarios y el colapso del sistema de salud, «que no hay médicos y hay que traerlos del extranjero. Yo tengo todas las condiciones –insiste–, pero me falta la homologación», se lamenta.
«En estos meses no he dejado de enviar correos. La respuesta siempre es la misma:lastimosamente no se ha dado de alta su registro. ¿Dónde están mis papeles?», se pregunta. De las distintas instancias a las que se ha dirigido, ofreciendo sus servicios como médico, «no he recibido respuesta ni como voluntaria», señala Peñate.
Ante la emergencia que sufre la Comunidad de Madrid, le preguntamos si estaría dispuesta a trasladarse aquí si finalmente su título fuera homologado, y no rechaza la posibilidad:«¡¡Lo importante sería garantizar nuestra credencial de homologación!!», subraya esta médico colombiana.
«Trabajé durante la pandemia en una residencia; ahora soy repartidora en Madrid»
Janesca Sánchez lleva un par de años en España y llegó a Madrid el pasado febrero. Un mal mes de un peor año. La adversidad, no obstante, sirvió de baza para que esta venezolana de 28 años ejerciese su vocación profesional durante unos meses en una residencia de ancianos concertada de la capital. Cuando la empinada primera ola descendió, la despidieron. Un «sueño»frugal en plena pandemia. «Trabajar en esas condiciones fue duro, pero es reconfortante, te sientes útil ante gente que te necesita y está sufriendo tanto», afirma.
Janesca, casada, subsiste gracias a los ingresos de su marido principalmente. En junio acabó en la residencia; desde julio es autónoma y reparte por las calles de Madrid a lomos de una vieja bicicleta. «Hay conductores de Uber, repartidores de Glovo, camareros y canguros entre nuestros colegas–dice Giovanni Provenza, vicepresidente de la Asociación de Médicos Venezolanos en España (Amevesp) , que agrupa a 2.646 de los 5.000 que hay en este país–. Pero falta voluntad política para dejar de infrautilizar este potencial».
Conocimientos «en pause»
Janesca posee dos titulaciones de la Universidad de Carabobo, en Venezuela: es licenciada en Histotecnología (disciplina que forma a técnicos para el procesamiento de biopsias) y en Medicina. Pero sus conocimientos están «en pause» aquí. En su caso, aterrizó en suelo español en 2018 y desde entonces pugna porque su segundo título sea homologado. Hace diez meses que le responden desde el Gobierno (se tramita a través del Ministerio de Universidades) con una palabra que suena «desesperante»: «Paciencia» . Antes de ese «consejo» institucional vino otro proceso burocrático, no menos farragoso, explica. «Conseguir la documentación necesaria de mi país para inscribirte aquí ya es un tormento». Tras esa primera fase, ella y sus compatriotas quedan a la espera del chequeo definitivo en España, que le permita registrarse en los colegios de médicos y optar a una plaza que en el 99% de las ocasiones será privada, porque una pública es ya una quimera. «Si, además, quieren que su especialidad sea reconocida por Sanidad, comienza otra fase que está completamente detenida», censura Provenza. 616 médicos venezolanos están pendientes de homologar su título. De media, tardan dos años, comentan en Amevesp.
En primavera se consiguió apretar el acelerador y 225 galenos sí lo lograron. Otros 150 regularizaron su estatus migratorio («muchos están en asilo político»). Esa celeridad no se mantiene en estos momentos. «Nos ponemos a disposición del Gobierno», subrayan los dos doctores.
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