Comienza el juicio a dos sacerdotes por abuso sexual de menores dentro del Vaticano
El Papa autorizó el proceso contra el supervisor y el rector de los monaguillos de la basílica de San Pedro
En un nuevo trago amargo destinado a dar ejemplo de “hacer limpieza en casa propia”, el Tribunal del Vaticano ha iniciado este miércoles el juicio contra dos sacerdotes italianos por presuntos delitos de abusos sexuales de menores y de encubrimiento cuando eran, respectivamente, supervisor y rector del seminario menor San Pío X, donde residen los “monaguillos del Papa”. La próxima vista oral, con interrogatorio de acusados y testigos, tendrá lugar el 27 de octubre.
Es la primera vez que el Tribunal juzga delitos de pederastia cometidos en territorio del Vaticano , concretamente en el palacio de San Carlos, a cien metros de su sede.
Los presuntos abusos tuvieron lugar del 2007 al 2012, pero la víctima nunca los denunció como sucede en la abrumadora mayoría de estos casos. La ley del Vaticano permite perseguir ese tipo de delitos tan solo si la víctima presentaba denuncia en el plazo de un año a partir de los hechos.
El juicio ha sido posible por una decisión personal del papa Francisco, quien levantó la “imposibilidad de proceder” el 29 de julio de 2019. Mes y medio después, el 17 de septiembre, los fiscales del Vaticano pedían formalmente el envío a juicio de los dos sacerdotes, ambos pertenecientes a la diócesis de Como y suspendidos de parte de su ministerio, incluida cualquier actividad con menores y adultos vulnerables.
Gabriele Martinelli, entonces seminarista y hoy sacerdote de 28 años, ha sido acusado formalmente de «haber obligado a L.G. (nacido el 18 de mayo de 1993) a sufrir relaciones carnales, actos de sodomía, masturbaciones a sí mismo y al chico, en diversos momentos y lugares en el Estado del Vaticano. Las violencias tuvieron lugar del 2007 al 2012».
Enrico Radice, entonces rector del seminario menor, ha sido acusado de «ayudar a Martinelli a eludir las investigaciones», de «escribir una carta falta a nombre del obispo en papel oficial de la diócesis de Como» y de haber mentido a los fiscales del Vaticano en 2018, «dificultando así la investigación».
En realidad, la maquinaria penal vaticana, que ha tardado más de un año en convocar la vista oral del juicio, se ha movido a remolque de la prensa y de las autoridades italianas, siete años después de que la secretaría de Estado fuese incapaz de clarificar los hechos y castigar a los culpables.
La víctima principal, cuyo nombre no se ha dado a conocer, declaró a un programa televisivo italiano que “durante la noche, cuando no había ningún otro superior”, Gabriele Martinelli -tan solo unos meses mayor que él pero que había decidido ya entrar en el seminario y actuaba como supervisor de sus compañeros más jóvenes- entraba en la habitación, se metía en mi cama y empezaba a tocarme… La primera vez yo tenía trece años. Ni siquiera entendía realmente lo que estaba sucediendo”.
En vista de que el abuso se repetía docenas de veces y que el pobre muchacho era incapaz de reaccionar, su compañero de habitación y testigo de os hechos, el polaco Kamil Jarzembowski, llegado en 2009, informó al rector del seminario, Enrico Radice, en 2012. El único resultado fue su propia expulsión del centro en 2013.
Una segunda denuncia fue presentada ese mismo año en una carta anónima enviada al ex secretario de Estado Angelo Sodano, decano del colegio cardenalicio, al cardenal Angelo Comastri, arcipreste de la basílica de San Pedro, y a algunos colaboradores directos del secretario de Estado, Tarcisio Bertone.
Pero el rector del seminario menor, Enrico Radice, aseguró a la secretaría de Estado que no había sucedido nada delictivo, y la denuncia fue archivada en 2014. Gabriele Martinelli fue ordenado sacerdote en junio de 2017, y en la actualidad tiene 28 años.
El caso saltó a primer plano en noviembre de 2017, cuando el testimonio de Kamil Jarzembowski -que piensa declarar ahora en el proceso- salió a la luz en el libro “Pecado Original”, del periodista italiano Gianluigi Nuzzi, y las autoridades italianas comenzaron a investigar.
En poco tiempo, otros ex alumnos del seminario menor, que hasta entonces habían permanecido en silencio, relataron a la prensa haber sufrido abusos similares. Entre los motivos que les dificultaban denunciar figura que su trabajo como monaguillos en las ceremonias del Papa les daba residencia gratis en el Vaticano y estudios gratis en un excelente colegio de Roma.
En vista de los nuevos datos, el Vaticano encargó una investigación a la diócesis de Como, que pidió información a todas las personas al corriente de los hechos, limitó la actividad ministerial de los dos sacerdotes, envió su informe al Vaticano en mayo de 2018 y ha dado las gracias en un comunicado oficial “a los que han relatado, no sin esfuerzo, su propia experiencia”.
En paralelo, la magistratura italiana, que llevó a cabo un registro en la casa de Gabriele Martinelli, decidió descartar los abusos de los primeros años, pero procesarle por los posteriores a la fecha en la que alcanzó la mayoría de edad.
Como los presuntos delitos habían sido cometidos en territorio del Vaticano, la fiscalía de Roma presentó una rogatoria internacional con vistas a un proceso penal en Italia. Ante esa perspectiva, la justicia vaticana comenzó a moverse con rapidez.
El seminario menor San Pío X, creado en 1956, está dirigido por una orden religiosa italiana especializada en la formación de muchachos que intuyen o consideran una posible vocación sacerdotal más adelante. Los alumnos, en torno a una docena, estudian enseñanza secundaria en escuelas italianas y prestan servicio como monaguillos en la basílica de San Pedro.