China cierra parcialmente otra ciudad para controlar el brote del coronavirus en el nordeste

Las autoridades cierran los transportes y comercios en Jilin, donde endurecen los controles y buscan el origen del foco desde la vecina localidad de Shulan

Policías frente a la estación de trenes de Jilin Reuters
Pablo M. Díez

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Otra ciudad china ha sido cerrada parcialmente ante el avance de uno de los brotes del coronavirus detectados al nordeste del país. En esta ocasión se trata de Jilin , una urbe industrial de 4,5 millones de habitantes a orillas del río Songhua en la región de Manchuria. Hasta allí han llegado los contagios procedentes de la vecina localidad de Shulan , que fue cerrada el fin de semana después de que el sábado se detectaran once casos de la enfermedad COVID-19.

Desde entonces, y con seis nuevos contagios descubiertos el martes, son ya 21 los infectados, lo que ha llevado a las autoridades a reforzar sus controles y restricciones. Según informa la agencia estatal de noticias Xinhua , han sido suspendidas las líneas de autobuses regulares y turísticas, así como los trenes. Además de clausurar los monumentos y locales de ocio como cafés, restaurantes, cines, saunas y salones de «mahjong», el Ayuntamiento ha impuesto mayor vigilancia en las zonas residenciales y pueblos de alrededor para impedir las reuniones sociales. A partir de ahora, cualquiera que quiera salir de Jilin tendrá que dar negativo en la prueba del coronavirus 48 horas antes y permanecer aislado hasta su marcha.

«El brote actual es muy serio y complejo y entraña un gran riesgo de mayor propagación», advirtió este miércoles el vicealcalde de Jilin, Gai Dongping , según recoge el periódico «South China Morning Post». Para frenar la transmisión y descubrir el origen del brote, la Comisión Nacional de Salud ha enviado un equipo de investigadores a Shulan, donde el día 7 se descubrió que estaba infectada una mujer de 45 años que trabaja en la lavandería de la Policía. Aunque a Shulan habían llegado en abril unos 300 ciudadanos chinos retornados de Rusia, que hicieron su cuarentena, no consta que dicha mujer tuviera contacto con ellos ni que ella viajara fuera de la provincia, que también se llama Jilin. Cómo se contagió ella es todavía un misterio porque en los 73 días anteriores al 7 de mayo no se había registrado ningún caso.

Con el fin de hallar el origen, ya se han hecho pruebas del coronavirus a 2.389 personas y se ha rastreado a 367 contactos cercanos de los 21 infectados, entre los que hay enfermos asintomáticos. Para reducir su riesgo de contagio, todos ellos han sido puestos bajo observación médica.

Por las tres provincias del nordeste de China, Jilin, Heilongjiang y Liaoning, han aparecido focos del coronavirus provocados por casos importados procedentes de la vecina Rusia. Como las fronteras están cerradas a los extranjeros, todos son chinos que vuelven a su país para ponerse a salvo de la pandemia, pero deben guardar dos semanas de cuarentena porque muchos vienen infectados.

Junto a estos brotes en Manchuria, las autoridades chinas vuelven a tener abierto el frente de Wuhan , epicentro de la pandemia. Tras detectarse seis nuevos contagios el fin de semana, se han propuesto hacerle la prueba a sus once millones de habitantes en solo diez días, distrito a distrito y dando prioridad a los ancianos y los barrios más poblados. De esta manera, China quiere atajar de inmediato los rebrotes, que parecen inevitables en cuanto vuelve la normalidad.

Lo mismo está ocurriendo en Corea del Sur , donde ya se han detectado 120 casos relacionados con una zona de bares de Seúl . Dicho rebrote demuestra a la perfección el peligro del regreso a la vida cotidiana y amenaza con echar por tierra el éxito de este país en la contención de la epidemia. El motivo es que 70 de esos 120 infectados están en Seúl, pero el resto se ha desperdigado por otras partes del país y ya han empezado las transmisiones secundarias. Siguiendo su política de rastreo a través de móviles y tarjetas de crédito, las autoridades buscan a más de 5.000 personas, de las que han encontrado a unas 2.000 para hacerles las pruebas. Pero tienen problemas para localizar a muchos de los demás porque entre los bares afectados hay locales de homosexuales y sus clientes temen salir a la luz por el estigma que sufren en Corea del Sur. Otro problema que se suma a la dificultad para controlar este virus tan contagioso y escurridizo.

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