China, amenazada por la caída de la natalidad y su envejecimiento
La India le reemplazará en los próximos años como el país más poblado del mundo
Gracias a su extraordinario crecimiento económico desde su apertura al capitalismo hace cuatro décadas, China está cambiando de forma frenética. Pero lo está haciendo tan rápido que corre un grave riesgo : hacerse vieja antes que rica , es decir, antes de convertirse en una nación desarrollada.
Aunque el gigante asiático es en términos brutos la segunda economía del mundo tras Estados Unidos , su Producto Interior Bruto (PIB) per cápita es propio de una nación en vías de desarrollo y no superó hasta el año pasado los 10.000 dólares (9.100 euros). Con 1.400 millones de habitantes, China sigue siendo el país más poblado del planeta, pero tiene los días contados porque ya presenta los mismos problemas de caída de la natalidad y envejecimiento que sufren las sociedades más avanzadas.
A tenor de las cifras publicadas ayer por el Buró Nacional de Estadísticas, el año pasado nacieron 14,6 millones de bebés en China , la cifra más baja desde la hambruna del “Gran Salto Adelante” (1958-62), que provocó una hecatombe demográfica. Con una caída del 4 por ciento con respecto a 2018, ya van tres años seguidos de descenso de la natalidad . Mientras tanto, continúa menguando el número de chinos en edad de trabajar (entre 16 y 59 años) y aumentando los jubilados, con el consiguiente peligro que esto representa para la sanidad y un sistema de pensiones que todavía no están plenamente extendidos.
Con unos servicios médicos que varían en función de lo que uno pueda pagar, son millones los mayores que dependen de sus hijos, como es todavía tradicional en China. Pero los jóvenes son cada vez más reacios a casarse y tener hijos por la carestía de vida que ha traído el progreso económico, ya que las grandes ciudades sufren una burbuja inmobiliaria inasequible para sus sueldos y pagar la educación de un hijo se ha vuelto un lujo.
A estas características de la vida moderna se suma la mentalidad egoísta que ha extendido la generación de los «hijos únicos», fruto del control de la natalidad impuesto entre finales de los años 70 y principios de los 80 . Aunque el régimen relajó la «política del hijo único» en 2013 y la abolió finalmente en 2016, permitiendo que las parejas tuvieran dos, no ha conseguido el «baby boom» deseado. Tras una ligera subida ese año, la natalidad volvió a caer en 2017 y se hundió hasta un 12 por ciento en 2018. Según «The New York Times», algunas ciudades sufrieron reducciones de hasta el 35 por ciento y el índice de fertilidad se sitúa en 1,6 hijos por mujer, por debajo de los 2,1 necesarios para que la sociedad siga reemplazando su población . Para evitar una sequía demográfica, ya hay voces reclamando al Gobierno que elimine el límite de dos hijos y permita a las parejas tener toda la descendencia que quieran.
El año pasado, la Academia China de Ciencias Sociales advirtió de que el país empezaría a perder población a partir de 2027, pero otros expertos piensan que esta contracción ya ha comenzado. Como ocurrió en Japón en los años 90 y también sucede en Occidente, eso significa que en el futuro no habrá trabajadores suficientes para mantener a una sociedad cada más longeva . Mientras el número de nacimientos por cada 1.000 personas caía el año pasado a 10,48, el más bajo desde la fundación de la República Popular China en 1949, los mayores de 65 años crecieron un 12,6 por ciento. Los cálculos son que sumen más de 220 millones de personas hasta 2040, lo que podría obligar a las autoridades a elevar la edad de jubilación, que es de 60 años para los hombres y 55 para las mujeres.
Frente a la pérdida demográfica que sufrirá China, la India la reemplazará como la nación más poblada del mundo en los próximos años, posiblemente entre 2027 y 2028. Pero tendrá que asegurarse la creación de empleo para sus jóvenes porque todavía cuenta con 300 millones de personas viviendo en la extrema pobreza pese a su notable crecimiento económico. Gracias a los cambios que ha traído este progreso , su esperanza de vida también ha aumentado y la edad media pasará de los 26 a 36 años en 2050, lo que traerá en el futuro otro envejecimiento de la población. Como efecto del desarrollo, en la segunda mitad de este siglo podría enfrentarse a los mismos problemas de insostenibilidad demográfica que ya sufre Occidente y empieza a presentar China.
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