Científicos insatisfechos
Las consecuencias de la pandemia de Covid parecen agravar el fenómeno, que se divulga especialmente a través de la redes sociales
![César Nombela: Científicos insatisfechos](https://s2.abcstatics.com/media/sociedad/2022/06/06/diana-morant-kdo--1248x698@abc.jpg)
La revista Nature se hace eco de una creciente insatisfacción entre muchos de los que los que desarrollan una carrera de investigación en universidades y centros científicos de países occidentales. Estados Unidos, Reino Unido o Australia son ejemplos y ello ocurre cuando Noruega acaba de anunciar un recorte del 66% de los fondos que destinaba a investigación básica. Afecta especialmente a los que están en etapas intermedias de su desarrollo profesional. Las consecuencias de la pandemia de Covid parecen agravar el fenómen o, que se divulga especialmente a través de la redes sociales.
Parte de las razones son la creciente dificultad para obtener la financiación de sus proyectos, los bajos salarios comparados con los de otros sectores, las mayores exigencias de trabajo burocrático, y la creciente carga docente, especialmente cuando muchas universidades han de aceptar más estudiantes en pro de una cuenta de resultados más rentable. En algunos lugares ya están en marcha iniciativas (programas, fundaciones) para revertir el problema . En España la situación es notablemente más grave; el balance de los cuatro años de la actual Presidencia del Gobierno muestra que no estamos en la senda necesaria para dotarnos de la Ciencia y la Universidad que necesitamos.
La última cifra consolidada de gasto (llamémoslo inversión) en I+D es del 1,41% del PIB , el nivel que se había alcanzado en 2009; la subsiguiente caída y tímida recuperación no da para más, cuando el 2% como objetivo se lleva predicando desde los noventa. La concesión de fondos para proyectos no ha mejorado en cuantía, mientras que se intensifica la burocracia y se demoran las convocatorias. Nada indica que las reformas en ciernes, los proyectos de leyes de Universidades y de Investigación, vayan a atajar el problema de la falta de movilidad de profesorado universitario (endogamia consolidada) ni de crear oportunidades atractivas para una carrera académica. Todo ello, cuando la edad media de nuestro profesorado funcionario en universidades públicas es de 55 años y la de los catedráticos superior a 59. Pocas consideraciones se necesitan para concluir que hace falta otra política científica y universitaria.