Cermi alerta sobre la explotación sexual de mujeres discapacitadas durante la pandemia
La subsistencia económica ha llevado a muchas personas a consentir servicios de prostitución
La pandemia está poniendo a miles de familias contra las cuerdas y resucitando lacras que se ceban especialmente con los más vulnerables. Ana Peláez , vicepresidenta de Cermi Mujeres (el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad) reconoció en un encuentro organizado recientemente por la fundación que están estudiando la situación de explotación sexual y trata de mujeres con discapacidad, que parece haberse agravado durante la crisis. «Tenemos indicios a través de algún testimonio que nos ha llegado del uso de mujeres con algunas discapacidades que en este tiempo de pandemia están siendo explotadas, utilizadas por sus familias, incluso a veces con el propio consentimiento de la mujer con discapacidad, para conseguir unos ingresos extraordinarios en este tiempo difícil para la subsistencia económica de muchos gente», reconoció la portavoz.
«Estamos viéndolo especialmente en entornos cercanos a las unidades familiares. Hemos identificado testimonios en el que esos servicios de prostitución se ofrecen entre personas cercanas a la familia, amigos o incluso vecinos. Pero son realidades muy ocultas que, como digo, hasta la fecha son solo indicios que nos traen algunos testimonios. Hay que estudiarlos para ofrecer una radiografía más exacta. Creo que podremos hacerlo a partir de la segunda mitad del año que viene, porque el propio proceso de análisis y prediagnóstico será largo y complicado», añadió.
Esterilizacionse forzosas
En esa misma reunión (digital), Cermi Mujeres analizó las prácticas nocivas que siguen sufriendo mujeres y niñas con discapacidad en todo el mundo, como la esterilización forzosa , la mutilación genital femenina y los matrimonios precoces, entre otras. En relación con el primer punto, actualmente está en fase final de tramitación parlamentaria una modificación del Código Penal que permitirá derogar esta práctica por razón de discapacidad.
«Hay que distinguir entre las esterilizaciones terapéuticas que se pueden hacer en niñas y las no consentidas, por engaño o sin la verdadera participación y decisión plena de la mujer», recordó Peláez, que también insistió en la importancia de trabajar con las organizaciones de personas con discapacidad para analizar los protocolos de intervención médica, formar a mujeres y niñas en lo que supone la esterilización, compartir buenas prácticas, crear redes de apoyo mutuo para las afectadas y ofrecer a las familias asesoramiento y apoyo. «Hay que pedir perdón a las víctimas, resarcirlas y asegurar su recuperación», zanjó.