Cerco a la moda rápida: Bruselas quiere que las camisetas, los abrigos o los zapatos duren más

La Comisión presenta medidas para alargar la vida de productos textiles y prohibir que se destruyan excedentes

La industria europea alerta de que si la norma es «mal» implementada, llevará al «colapso total de la cadena de valor»

De pronto, el dibujo de esa camiseta que apenas tenía unos meses empieza a desdibujarse por los lavados; la cremallera del abrigo de la temporada pasada ya no corre bien o el jersey que le regalaron las últimas navidades ha perdido su forma. La pérdida de calidad en la ropa es uno de los principales motivos por los que los textiles acaban en la basura, hasta 11 kilos al año por cada europeo. Ahora la Comisión Europea quiere reducir el desperdicio textil y ha presentado una batería de medidas para poner coto a la ‘moda rápida’ , de bajo precio y baja calidad.

La estrategia forma parte de un paquete mayor. Bruselas propone actualizar la regulación europea sobre consumo para ajustar los usos de los consumidores a la transición energética, de modo que puedan tomar sus decisiones de compra con toda la información sobre las consecuencias medioambientales de sus decisiones. Si se aprueba esta regulación tendrán derecho a saber para cuánto tiempo de uso está diseñado un producto y cómo se puede reparar, si es posible hacerlo.

Esta propuesta incluye también los productos textiles y establece mínimos para la inclusión de fibras recicladas en los tejidos, que además han de ser más duraderos y fáciles de reparar o reciclar. Los tejidos sostenibles serán la norma dentro de la UE. Se prohibirá destruir las prendas devueltas o no vendidas y se favorecerá el cambio de usos industriales para reducir el vertido en la naturaleza de microplásticos incluidos en las telas con componentes sintéticos.

El 60% de las fibras utilizadas en la confección son sintéticas. Cada año se liberan hasta 40.000 toneladas de fibras sintéticas sólo en lavados

El núcleo de esta reforma pretende acabar con denominaciones medioambientales dudosas que engañan a los consumidores sobre la durabilidad y las características de un producto. El Ejecutivo comunitario quiere entrar en el control de lo que se ha conocido como «obsolescencia programada» , que consiste en poner en el mercado deliberadamente productos que van a dejar de funcionar a corto o medio plazo y se fija en el consumo de textiles.

Concretamente, se centra en la ‘moda rápida’, prendas de bajo costo y baja calidad producidas a gran velocidad, a menudo en malas condiciones laborales y fuera de la UE. Según la Comisión, la estrategia ofrecerá a los fabricantes colaboración para generalizar los procesos de producción eficientes en el uso de los recursos, la reutilización, la reparación y otros nuevos modelos comerciales favorables a la reutilización de las materias primas en el sector textil. Por el lado de la demanda se alentará a los consumidores hacia la calidad, la durabilidad, el uso prolongado, la reparación y la reutilización de los productos.

En alerta

La industria textil mira con cautela la propuesta. A través de su representante europeo, Euratext, dieron la bienvenida a la estrategia, aunque su posición final la determinará la forma en la que se desarrolle la normativa. «Las ‘vías de transición’ propuestas, que traducirán la estrategia en acción, serán críticas », aseguraron el miércoles en un comunicado. Para un sector que en 2019 empleó a más de un millón y medio de personas en 160.000 empresas, queda todavía en el aire cómo se alcanzarán los objetivos de sostenibilidad, cuál será el costo para las pymes del sector, cómo se apoyará a las empresas o cuál será el impacto que tendrá en su competitividad dentro un mercado global.

La patronal europea del textil advirtió: si la estrategia se implementa «incorrectamente», tal «ola sin precedentes puede causar el colapso total de la cadena de valor textil europea bajo la carga de restricciones, requisitos, costos y condiciones de competencia desiguales». Por el contrario, reconoció, los cambios también «pueden impulsar todo el ecosistema textil y crear un modelo de transición ecológica y digital exitosa» que se expanda fuera de las fronteras europeas.

Además, la Comisión incluye un apartado dedicado a los los tejidos que contienen fibras sintéticas, como el poliéster y el acrílico, que son una de las principales fuentes de liberación en el medio ambiente de toneladas de microplásticos al medio ambiente. Por ello se incluirán requisitos vinculantes en el reglamento sobre el diseño de tejidos sostenibles , además de que antes de fin de este año la Comisión espera tener lista una directiva específica sobre los microplásticos que incluirá medidas para prevenir y reducir los vertidos aunque sean no intencionados, lo que incluye el cambio en el diseño y composición de los productos que han de usar estos componentes, la mejora de los procesos de fabricación, el prelavado en plantas de fabricación industrial, el etiquetado y la promoción de materiales innovadores que no necesiten plásticos.

Ropa de segunda mano

La ‘moda rápida’ ha cambiado por completo los patrones de consumo. Un estudio de la organización Changing Markets apunta a que los compradores conservan hoy la ropa la mitad del tiempo de lo que lo hacían en el año 2000. Y las prendas de bajo coste se tiran después de solo siete u ocho usos .

Este modelo tiene repercusiones. Otro estudio de la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA) estima que, en 2020, el consumo textil comunitario representó el cuarto mayor impacto sobre el medio ambiente y el cambio climático teniendo en cuenta todo su ciclo de vida. Al final, la fabricación implica la obtención de materias primas, con uso de la tierra, agua o fertilizantes. Por ejemplo, para producir toda la ropa, el calzado y los textiles para el hogar comprados por los europeos en 2020, se utilizaron 175 millones de toneladas de materias primas primarias, lo que equivale a 391 kg por persona , según la AEMA.

La producción también supone una demanda intensiva de energía o de productos químicos. Las mercancías resultantes se deben distribuir, con emisiones de efecto invernadero asociadas. También generan desperdicios que en su mayor parte acaban incinerados o en vertederos. En 2017, se estimó que menos del 1% de todos los textiles del mundo se reciclan en nuevos productos. La cifra europea es mayor, ya que hoy se recoge un 38% de los textiles que se desechan para reciclaje o reventa en mercados de segunda mano.

«Hasta ahora, el sector textil no se ha visto afectado en gran medida por las políticas de sostenibilidad de la UE. La estrategia y la decisión crucial de incluir los textiles en la Iniciativa de Productos Sostenibles son un verdadero hito», valoró el miércoles Valeria Botta, de la organización ECOS. La propuesta europea ha sido bien acogida por los colectivos ecologistas, que piden que no pierda fuerza a lo largo de su tramitación. Para ECOS, podría dar un impulso al mercado internacional. «Necesitamos reducir el uso de recursos y necesitamos ropa diseñada para ser usada, arreglada y amada por mucho tiempo».

«La pieza central de la estrategia será que se aplicarán en toda Europa», asegura la organización europea Changing Markets. «Tiene como objetivo reducir los niveles asombrosos de desperdicio textil. Cuanto menos ecológico sea el artículo, mayor será el cargo, fomentando la reutilización textil, el reciclaje y la reducción de residuos», dice. No se ha concretado todavía, aunque podrían hacerlo en 2023.

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Además, la Comisión propone modificar la Directiva sobre derechos de los consumidores para obligar a los comerciantes a proporcionar información sobre la durabilidad y la posibilidad de reparar los productos, por ejemplo, mediante una escala gráfica similar a la que ya se aplica respecto al consumo de energía, aunque de momento la Comisión deja a los productores y vendedores que decidan la forma más adecuada de proporcionar esta información al consumidor.

La propuesta ha de ser aprobada ahora por el Consejo (los países) y el Parlamento Europeo, antes de que deba incluirse en las legislaciones nacionales.

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