Castilla y León y Baleares, la cara y la cruz de la vacunación en España
Mientras que en el territorio castellano se han vacunado ya diez mil personas por cada cien mil habitantes, en las islas no superan los cinco mil
Estos son los efectos secundarios de la vacuna de AstraZeneca
La campaña de vacunación contra el Covid-19 en España cumplió ayer su segundo mes de actividad con un total de 1.243.783 personas inmunizadas frente al SARS-CoV-2 (el 5 % de los españoles), según datos del Ministerio de Sanidad. Desde que Araceli Hidalgo se convirtiera en el rostro de la esperanza al ser la primera persona vacunada en España el pasado 26 de diciembre, se han distribuido entre las comunidades autónomas un total de 4.508.845 dosis de las tres vacunas disponibles, de las que ya han sido administradas 3.605.635 hasta este viernes, el 80,05 %.
Mientras, la lucha contra la pandemia parece encaminarse. El comité asesor de vacunas de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) aprobó ayer recomendar la y está previsto que el próximo 11 de marzo la Agencia Europea del Medicamento (EMA) haga lo propio. Europa tendrá así cuatro soluciones para lograr el objetivo de inmunizar al 70 % de la población para el verano. Con las vacunas disponibles en España, se necesitarían tres veces más dosis de las que se reciben actualmente para poder conseguirlo, por eso la llegada de la solución de Johnson & Johnson, que solo necesita de una dosis para mostrarse eficaz, promete agilizar los tiempos.
De momento, las velocidades de vacunación varían según cada comunidad y sus características propias. Islas Baleares es el territorio en el que avanza más lentamente; solo el 1,8 % de su población está inmunizada frente al coronavirus. En el otro extremo, Asturias ya ha administrado la pauta completa al 3,8 % de su población, seguida de Castilla y León (3,6 %). En términos absolutos lleva ventaja Andalucía, con 225.068 inmunizados.
Castilla y León, a la cabeza
Una superficie que rebasa los 94.000 kilómetros cuadrados, la comunidad más grande de España y con mayor extensión que el vecino Portugal; una orografía diversa que llena de la llanura a las escarpadas montañas de sinuosas carreteras; nueve provincias; 2.248 municipios y más de 6.000 núcleos de población en los que se reparten algo más de 2,4 millones de habitantes. Así es Castilla y León, cuyas particulares características marcadas por la extensión y dispersión suponen un reto añadido para hacer frente a la vacunación contra del Covid-19, que ha requerido y requiere de un «esfuerzo de planificación» en el que la Junta se ha afanado desde hace meses y que sitúan a la Comunidad «entre las que mejor están aprovechando las vacunas recibidas», destacan desde la Consejería de Sanidad.
Al frente del departamento, la doctora Verónica Casado , para quien seguir siempre a los datos y una estrategia pautada son dos de sus obsesiones. Claves en esta situación de pandemia y más en un territorio tan dispar y con múltiples matices como el de Castilla y León, con un amplio predominio del medio rural. De ahí, subrayan desde la Junta, que «plantear una labor tan ambiciosa» como la vacunación contra el coronavirus requiera hacerlo «teniendo en cuenta esa asimetría demográfica, social y geográfica». «Siempre» siguiendo «las pautas, grupos, orden y plazos» acordados para el conjunto de las autonomías, reiteran, está siendo clave haber «podido tomar decisiones adaptativas a nuestra realidad que están funcionando y que nos permiten mantener ese esfuerzo vacunal» a un ritmo que «destaca»: cerca de 10.000 dosis administradas por cada 100.000 habitantes, en el podium de España. Aunque, inciden, «nos gustaría que aún fuese mayor». Hasta cuatro veces más de dosis por semana reclaman para poder alcanzar los objetivos de inmunización necesarios que permitan acabar con la pandemia. «El sistema de salud público castellano y leonés está en disposición del paulatino incremento que todos esperamos de la vacunación», subrayan.
Y primordial para estar alcanzando esas cotas de inoculación, la «admirable» dedicación de los profesionales para llevar adelante la campaña, con situaciones diversas a las que hacer frente cada día, incluidos «sustos» en la disponibilidad de las dosis. Un «esfuerzo colectivo, constante, efectivo y convencido» de quienes cada día participan y que va más allá de los sanitarios, también Salud Pública, Consejería de Familia e Igualdad de Oportunidades e incluso los taxistas que se han contratado en cada provincia para trasladar las vacunas y a los sanitarios, bajo una hoja de ruta en la que cada día tienen diseñado el trazado y las personas a quien deben administrar el fármaco de la esperanza.
Ya se han administrado cerca de 245.700 de las 309.270 dosis recibidas entre ancianos en residencias, dependientes, personas con patologías de riesgo, trabajadores sanitarios, sociosanitarios, esenciales.... Y ya son 88.789 los que han completado el ciclo de vacunación, que en Castilla y León comenzó por los geriátricos. Más de 1.100 centros de mayores y personas con discapacidad entre públicos y privados, en los que ya han recibido los dos pinchazos 34.240 mayores y 28.910 trabajadores.
Baleares, farolillo rojo
Baleares es el farolillo rojo en el proceso de vacunación en España con 4.857 dosis por cada 100.000 habitantes , según los datos del Ministerio de Sanidad, y apenas una tasa de dosis administradas del 70 %. ¿Por qué las Islas están a la cola desde que empezó la campaña hace ya dos meses? Uno de los motivos es que se ha empezado a inmunizar a los colectivos más vulnerables, que son las personas mayores en residencias o discapacitados y grandes dependientes, y ahora se está inmunizando a mayores de 80. «Pero Baleares tiene una población menos envejecida que el resto de comunidades», argumenta el Servicio Balear de Salud, que espera acelerar el ritmo cuando empiecen otras «poblaciones diana» mucho más jóvenes.
Salud niega que los retrasos sufridos se deban a la insularidad y achaca la responsabilidad a las farmacéuticas. Recuerda que la primera demora afectó a toda España por el temporal Filomena, la segunda se debió a las obras en la fábrica de Pfizer, y ahora se espera otro retraso con las dosis de Astrazeneca.
Sin embargo, la insularidad ha afectado y mucho al ritmo lento de vacunación, confirman los expertos, ya que el transporte de las vacunas hasta el archipiélago balear provoca demoras cada semana hasta el punto de que los lunes y martes son días de inactividad –a no ser que hayan quedado pendientes de la semana anterior– y no se empieza a vacunar hasta el miércoles.
«El lunes llegan las vacunas a Madrid, el martes sale el avión y las recibimos el martes por la tarde», explica Jordi Reina , virólogo del hospital palmesano Son Espases, que insiste en que el transporte de las dosis de Pfizer es extremadamente delicado porque se conserva en camiones congeladores desde Madrid al puerto de Valencia para embarcar hasta Palma.
Además de la insularidad, que hace que las vacunas lleguen más tarde y se empiece a inmunizar los miércoles, hay un problema de desabastecimiento añadido. Baleares no está recibiendo las dosis que se habían solicitado y los profesionales están desesperados. «Quizás hubo un problema por parte de las autoridades al principio», apunta el experto, que reconoce que el archipiélago va «cojo» y necesita acelerar el ritmo o será difícil tener inmunizada a la mayoría de la población antes del verano. «A este ritmo necesitamos un año», alerta.
Que lleguen pocas dosis también ha afectado a la organización, ya que se ha optado por reservar gran cantidad de ellas para las segundas dosis. Baleares tiene 79.620 dosis entregadas, de las cuales se han administrado 57.292, lo que supone apenas el 72 %, uno de los porcentajes más bajos del país. A fecha 26 de febrero había 21.124 personas inmunizadas, que han recibido las dos dosis.
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