CAROLINA HURTADO
La vacunación: el camino hacia la ansiada normalidad
Es ahora, con el azote de una pandemia, cuando deberíamos plantearnos desde el punto de vista científico, ético y jurídico, los pros y los contras de una vacuna masiva obligatoria contra el coronavirus
A lo largo del pasado siglo XX las campañas de vacunación han sido una de las herramientas con mayor éxito e impacto en el ámbito de la salud pública.
En este sentido, cabe destacar que una enfermedad tan grave como la viruela fuera erradicada mundialmente en el año 1980 gracias a una extensa campaña de concienciación y vacunación masiva.
Pero es ahora, con el azote de una pandemia, cuando deberíamos plantearnos desde el punto de vista científico, ético y jurídico, los pros y los contras de una vacuna masiva obligatoria contra el coronavirus.
Desde el punto de vista legal, en una situación de normalidad la obligatoriedad no tendría razón de ser en nuestro país. Sin embargo, la Ley Orgánica 3/1986 deja una puerta abierta al permitir una vacunación obligatoria en casos de epidemias y crisis sanitarias con un riesgo efectivo para la salud. De esta manera la vacuna contra el coronavirus tendría vía libre para una administración obligatoria.
Desde el punto de vista científico está más que constatada la elevada seguridad y eficacia de las vacunas. Es cierto que en un pequeño número de ocasiones se han descrito efectos indeseados, pero los fallecimientos y enfermedades graves debido a enfermedades infecciosas producidas por la no administración de vacunas supera con creces a los posibles efectos adversos de las mismas.
¿Y desde el punto de vista ético? ¿Será mejor dejar que la población decida libremente si quiere vacunarse o no y de esa manera dejar la puerta abierta a esta infección viral o por el contrario tomar el control y obligar a la vacunación masiva y asumir los escasísimos efectos secundarios, que pudieran ocurrir como enfermedades asociadas o en el peor de los casos fallecimientos?
Como inmunóloga estoy a favor de la vacunación, ya sea por obligación o más deseable, por concienciación de la población. Aunque esto último se plantea como una ardua tarea y es que se ha demostrado que en épocas convulsa como la actual, la desconfianza en las vacunas crece y con ello el resurgimiento de enfermedades que podrían ser prevenidas.
En definitiva, la información y la divulgación científica de un lado y la vacunación de otro son necesarias para frenar este sin sentido y conseguir retomar la normalidad donde un día la dejamos.
Carolina Hurtado Marcos es responsable de la Unidad Docente de Inmunología de la Universidad CEU San Pablo