Cáritas denuncia que el trabajo indefinido y a tiempo completo es «una quimera» para cuatro de cada diez trabajadores

Recuerda que en España «hay 2,5 millones de trabajadores pobres»

Un camarero prepara la mesa de una terraza de un establecimiento ubicado en la Plaza Mayor EP

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El trabajo indefinido y a tiempo completo es «una quimera» para cerca de cuatro de cada diez trabajadores (34,6%). Cerca de la mitad de los que están empleados a media jornada quisieran estarlo a tiempo completo y 2,5 millones (13%) son pobres pese a contar con un empleo. Esta es la radiografía del mercado laboral que Cáritas Española ha puesto este miércoles sobre la mesa a través de su informe «Vulneración de derechos: Trabajo decente».

La inestabilidad laboral grave provoca además serias dificultades económicas en las familias, ya que no disponen de dinero para afrontar gastos imprevistos (52%) o se ven en la obligación de pedir ayuda económica a parientes o amigos (42%). Tampoco pueden hacer frente a los gastos relacionados con la vivienda (hipoteca, alquiler, suministros, etc.). De hecho, dos de cada diez familias han recibido avisos de cortes de suministros por no disponer de dinero suficiente para pagarlos, denuncia el informe de la Fundación Foessa, una institución vinculada a Cáritas Española.

Para Raúl Flores, coordinador de Estudios y secretario técnico de esta fundación, el aumento de la precariedad y la inseguridad laboral «se está asentando en nuestro mercado de trabajo y provocando que una parte de los trabajadores se vean privados sistemáticamente del derecho a un trabajo decente».

Los sectores más afectados por la precariedad laboral están vinculados con la hostelería, el turismo y los servicios auxiliares. Según el informe, los salarios en el sector hostelero son un 40 por ciento más bajos que la media de los trabajadores del país (si se compara la base de cotización media), mientras que el de las camareras esa diferencia puede alcanzar hasta el 50 por ciento. En el caso de las empleadas del hogar, el salario no solo está un 53 por ciento por debajo de la media de los empleados, sino que además «la mayoría no figuran» como cotizantes a la Seguridad Social.

«El trabajo ha perdido su relevante rol de garantizador de la inclusión social: contar con un empleo, más aún si éste es precario, no protege ante situaciones de exclusión o pobreza, lo que se debe asumir y comprender desde los sistemas de protección pública para abordar ese problema», denunció Raúl Flores,

De hecho sólo uno de cada cuatro (el 24,8%) hogares sustentados por una persona en situación de inestabilidad laboral grave reciben algún tipo de prestación por desempleo o renta mínima de inserción.

Logró insertar al 20 por ciento

En la otra cara de la moneda, Cáritas Española logró insertar el año pasado a través de su programa de empleo a más de 15.000 personas, casi el 20 por ciento de los 79.000 parados que pidieron ayuda a esta institución de la Iglesia.

La inversión total destinada por las 70 Cáritas Diocesanas de toda España a sus proyectos de empleo y economía social en 2019 ascendió a 45,9 millones de euros. De estos, 31,2 millones de euros se invirtieron en los programas de empleo, 483.000 euros en actividades de comercio justo y 14,2 millones de euros se destinaron a las iniciativas de economía social.

«Preferimos no hablar de gasto, sino de inversión, porque para Cáritas, cada recurso invertido supone un beneficio en el medio-largo plazo: un beneficio social en términos de autoestima, reconocimiento de dignidad y acceso a derechos de las personas que acompañamos; y un beneficio económico, ya que si los más de 31 millones de euros han servido para que 15.368 personas encuentren empleo, eso nos da una media de inversión de 2.000 euros por persona», apuntó.

Coincidiendo con la celebración de la Jornada Mundial por el Trabajo Decente, la secretaria general de Cáritas, Natalia Peiro, apostó «un cambio de paradigma» en el que se piense en «el trabajo desde las personas y no desde la dimensión puramente productiva y económica».

Por ello, lanzó «un llamamiento a la sociedad en general y a las empresas en concreto, para transformar elementos cruciales del mercado de trabajo, muchas de ellas vinculadas a una competitividad mal entendida que, en ocasiones, puede acabar ofreciendo unas condiciones laborales precarias para sus empleados».

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