Caos en Portugal por la huida contrarreloj de miles de británicos

El martes 8 de junio comienza la cuarentena obligatoria al regresar, según decidió el Gobierno de Boris Johnson

Turistas británicos aguardan horas interminables en el aeropuerto de Faro, en el Algarve portugués ABC
Francisco Chacón

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Los aeropuertos de Faro, Lisboa y Oporto se convirtieron en las últimas horas en una trampa para miles de ciudadanos británicos (turistas y no solo), pues intentaban salir corriendo de Portugal antes de entrar en vigor la obligatoriedad de cuarentena decretada por el Gobierno de Downing Street.

La razón no es otra que Reino Unido ha decidido sacar al país vecino de la península ibérica de la ‘lista verde’ para destinos autorizados debido a que se han detectado casos de variante nepalí del coronavirus, por lo que este martes 8 de junio (desde las cinco de la mañana, que es cuando salen los vuelos más madrugadores a Londres, Mánchester o Birmingham) comienza a aplicarse esta restricción para los viajeros procedentes de la República lusitana. Es decir, deben pasar al menos 10 días de aislamiento en uno de los hoteles elegidos por el Ejecutivo de Boris Johnson antes de reincorporarse a sus domicilios y a sus puestos de trabajo.

En consecuencia, no puede extrañar a nadie que se produjera una auténtica estampida para abandonar el territorio portugués, con lo cual se prometía como unas vacaciones de relax se transformó en una suerte de ‘ratonera’, incluso en una huida infernal.

El caos que llevaba produciéndose desde hace cuatro días, cuando se difundió el anuncio oficial de la medida, se disparó a niveles insospechados en las últimas horas de este lunes 7 de junio, último día sin cuarentena.

Todos los vuelos se colapsaron, no quedaba ni una plaza libre ni en aviones comerciales ni en chárters. Y eso que los precios se incrementaron cruzando el umbral de lo razonable, un billete de un solo trayecto que habitualmente ronda los 150 euros acabó catapultado hasta los 800 o 1.000 euros.

Las compañías sacaron así tajada del pánico desatado entre los turistas y ciudadanos que se desplazaron por otros motivos, ya que no les quedaba más remedio que plegarse a las nuevas tarifas si no querían quedarse en tierra, con el riesgo de tener que hacer frente a una sanción en sus empresas por no reengancharse a tiempo en su vida cotidiana.

Además, tendrían que hacerse cargo de los 2.500 euros de media que cuesta pasar esos 10 días encerrado en un hotel, comidas incluidas. Dado que nadie quería verse en semejante tesitura, miles de británicos que se encontraban en el Algarve o en los alrededores de Lisboa y Oporto recogieron sus enseres de la manera más rápida posible para no quedarse atrás.

Portugal solo ha durado tres semanas en la ‘lista verde’ autorizada por el Gobierno, lo cual hizo albergar esperanzas de recuperación a la industria turística lusa. Finalmente, todo se ha ido al traste y el vacío volverá a notarse en los complejos hoteleros de Albufeira, Lagos o Portimao.

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