«Me vi en un callejón sin salida. Quise acabar con todo»

Gabriel Parra es una de las miles de personas dependientes que son «víctimas» de la ineficacia de la administración catalana

Gabriel Parra en la pequeña terraza de su casa Pep Dalmau

Miquel Vera

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Gabriel Parra es una de las miles de personas dependientes cuyas vidas se han visto casi asfixiadas, por la lentitud y la ineficacia de la administración catalana con las ayudas a la dependencia. Este vecino del barrio de la Guineueta de Barcelona sufrió un cáncer de mandíbula con 58 años. Logró vencer a la enfermedad tras 36 sesiones de radioterapia y una operación que le vació media boca. A pesar de ello, lo más duro le esperaba fuera del hospital, cuenta.

Las secuelas de su intervención, sumadas a las cataratas y los problemas de corazón que aún hoy sufre, le impiden desde hace años valerse por sí solo. Al concluir el ingreso, se sintió desamparado y entró en depresión. ¿El motivo? El abandono total que sufrió por parte de la administración , que tardó casi tres años en pagarle la prestación mínima . Hizo su solicitud en marzo de 2016 gracias a la ayuda de Cáritas, pero no empezó a cobrarla hasta 2019.

«Ahora me pagan cada mes; al principio estuvieron seis meses sin hacerme un ingreso», explica a ABC mientras muestra el papeleo que tuvo que gestionar para cobrar la prestación mínima, poco más de 200 euros mensuales que no le llegan ni para pagar a la mujer que le cocina dos ollas de puré (una de carne y otra de pescado) con las que come toda la semana.

« Sin los ahorros de mi madre, no sé que habría hecho », confiesa. Por suerte, la entidad social se hizo cargo de la ayuda que necesitaba hasta que la administración cumplió. «En 2014 tuve la idea de acabar con todo . “¿Qué leches hago yo aquí?”, me pregunté. Con mis padres muertos y una hipoteca. Todo con una pensión escasa. Suerte de Cáritas», relata, emocionado.

Parra lamenta la falta de «humanidad» del Govern al tratar a personas desamparadas sin agilizar gestiones y priorizando otros gastos, a su juicio, menos relevantes. «Seis meses se pueden hacer muy largos en mi situación. Me vi en un callejón sin salida », asevera tras pedir que las ayudas a la dependencia se gestionen de forma «casi automática».

Hoy, este antiguo guardia de seguridad celebra haberse recuperado, aunque no esconde su temor ante la posibilidad de sufrir más recortes o impagos en el futuro.

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