Benedicto XVI: el «shock» de la primera renuncia

Primer papa emérito

Benedicto XVI, durante el rezo del Angelus AFP
Juan Vicente Boo

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A medida que pasen los años y aumente la perspectiva histórica, los pontificados de Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco se verán como un grandioso «trabajo de equipo» en el retorno del cristianismo al espíritu sencillo, alegre y misionero que caracterizó los tres primeros siglos.

Joseph Ratzinger –uno de los mejores teólogos e intelectuales europeos del siglo XX–, fue, durante un cuarto de siglo, la columna principal del pontificado de Juan Pablo II . Sus conversaciones semanales en alemán eran el mejor observatorio de lo que sucedía en el planeta a medida que el primer pontífice no italiano en casi medio milenio erosionaba los cimientos del comunismo, viajaba sin descanso por todo el globo, saltaba al terreno de juego de los grandes problemas internacionales, y se convertía en el primer «Papa del mundo».

En 2012, durante su viaje a México Benedicto XVI toma la decisión de retirarse, aunque no lo anuncia hasta un año después. ABC se hizo eco en portada en febrero de 2013 de ese momento histórico.

Aunque el veterano cardenal prefecto de la Doctrina de la Fe soñaba con retirarse a escribir libros –siguiendo su vocación de teólogo y profesor–, el cónclave de 2005 le consideró el más capacitado para suceder a un gigante. Joseph Ratzinger aceptó la llamada a pesar de sus límites: dos ictus, un marcapasos, deterioro de la visión y sentirse físicamente agotado. Con infinito esfuerzo logró escribir su extraordinario «Jesús de Nazaret» , publicándolo en tres entregas, pues no estaba seguro de llegar a terminarlo.

Dentro de sus limitaciones físicas, su pontificado fue muy fructífero en lo doctrinal y menos de lo posible en gobierno debido a las resistencias de la Curia vaticana –muchos italianos molestos con un Papa alemán después de otro polaco– y de la catastrófica filtración de documentos realizada por su ayudante de cámara, «Paoletto» , e investigada por el cardenal español Julián Herranz . Pero la renuncia de Benedicto no se debió a la frustración por «Vatileaks» sino a sentirse incapaz de viajar a la Jornada Mundial de la Juventud de Río de Janeiro y al deseo de aplicar un «shock» a la Curia romana que ampliase el margen de maniobra de su sucesor.

Aunque tiene la talla de un «doctor de la Iglesia» , Benedicto XVI será recordado mucho más por este gesto inédito y humilde, que otorga libertad a un papa para pasar el testigo cuando sienta que le faltan las fuerzas, en lugar de paralizar poco o mucho el gobierno de la Iglesia en la etapa final de ancianidad. Retirado discretamente en su residencia de los Jardines Vaticanos, el primer Papa emérito ha seguido recibiendo en privado a mucha gente, y trabajando en buena sintonía con Francisco. Y ha regalado al mundo un libro sin precedentes en la historia. «Últimas conversaciones» es la primera narración de un pontificado desde dentro, escrito con la perspectiva de quien está ya fuera. A lo largo de su vida, Joseph Ratzinger hizo pocas veces lo que quiso. Pero hizo siempre lo que debía.

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