Argentina, dividida, aprueba despenalizar el aborto en el Congreso

La polémica iniciativa tiene que superar el trámite del Senado, antes de aplicarse, una vez que ya ha pasado el del Congreso

Manifestación en contra de la legalización del aborto en Buenos Aires EFE

CARMEN DE CARLOS

La duda se mantuvo hasta el último minuto. La sesión en el Congreso para ampliar la ley de despenalización del aborto se prolongó cerca de 24 horas . La noche fue larga, fría y tensa. Miles de mujeres, jóvenes y personas mayores, se agolparon en la Plaza de los dos Congresos. Los que estaban a favor, a un costado y los que se oponían, en el otro.

El virtual empate cambiaba con las horas en beneficio de una opción o la otra. «Se define voto a voto», repetían de madrugada. Poco antes de las diez de la mañana de ayer se votó y conoció el resultado: 129 sí, frente a 125 no. En los escaños del «sí» se celebró el resultado y en la «vereda», donde habían hecho vigilia la defensoras del aborto libre, se organizó algo muy parecido a una fiesta popular.

El siguiente pasó para convertir en ley el proyecto será el Senado , las próximas semanas. En la Cámara Alta se podría, aunque no parece previsible, tumbarlo. Lo que se intuye más probable es que se introduzcan modificaciones en una ley, desde el punto de vista jurídico, con espacio para recurrir en la Corte Suprema (equivalente al Tribunal Constitucional). Para evitar la avalancha de recursos , los juristas consultados consideran imprescindible algunas correcciones que, en rigor, no afectarían a la cuestión de fondo.

La incógnita sobre el futuro de la ley, que legaliza el aborto bajo cualquier supuesto hasta la semana catorce , se mantuvo hasta el último minuto. Dos diputados reclamaron que su voto negativo, figuraba positivo. Hecha la corrección, el resultado no varió. La media sanción a la ley era un hecho. Hasta ahora, el aborto en Argentina estaba permitido en casos de violación o riesgo de vida de la madre.

Cláusula de conciencia

Si el Senado da luz verde definitiva, la limitación será la semana catorce aunque se amplía en casos de abusos sexuales, por la inviabilidad del feto o la salud de la gestante. Los sanatorios, aunque sean de instituciones religiosas, estarían obligados a realizar interrupciones del embarazo y la cláusula de conciencia para los médicos, si no se modifica, deberá manifestarse por escrito en un registro.

Dos colores identificaron los bandos.El verde vestía la posición de feministas, buena parte de artistas, intelectuales y una variada representación de diputados de diferentes formaciones. El azul representaba a las columnas contrarias al proyecto de ley.

En las filas supuestamente conservadoras del pro, el partido del presidente Mauricio Macri , se contaban votos por el sí. Fue el caso de Silvia Lospennato, que lloró al intervenir y recordar, «a las mujeres en sus casas, a nuestras madres y a nuestras hijas.

Entre las filas del socialismo, tradicionalmente identificado con posturas más próximas a leyes como la despenalización total del aborto, el diputado por la importante provincia de Santa Fe, Luis Contigiani, optó por el no.

Víctimas del aborto

El debate, dentro y fuera del hemiciclo, se desarrolló con una inquina, en ocasiones, extrema. Las intervenciones fueron de todos los tonos y colores. Las hubo rigurosas y desde el respeto pero también otras impropias en un hemiciclo.

El diputado salteño (norte de Argentina), Alfredo Olmedo , popular por sus expresiones sin filtro, (unas veces acertadas y otras no) buscó el recurso del Fondo Monetario Internacional en su exposición. «¿Vamos a pedirle la plata al FMI para pagar los abortos? Yo no voy a permitir eso…Tengamos respeto por el ser humano , no hagamos negocio de la muerte. Si sale la ley –como así fue a falta de que se pronuncie el Senado- estoy pidiendo un cementerio para las víctimas del aborto».

Elisa Carrió , aliada clave en la coalición de Gobierno que forma Cambiemos, y ferviente católica, únicamente tomó la palabra una vez conocida la votación. Lo hizo para decir que su silencio respondía a su interés en mantener unido el bloque . Su voto fue negativo y un tuit previo resumió su posición. «No es necesario hablar, solo la oración que es la debilidad de Dios y el poder de los hombres».

La retórica, a un lado y otro, vivió más de 22 horas de protagonismo (timpo que duró la sesión). Nicolás Massot , joven y prometedor diputado oficialista tiró del terrorismo de Estado para defender su postura. «Eliminemos al otro, eliminemos derechos… ¿Y vos dónde estás hoy, Juan», en alusión a Cabandié nieto recuperado y diputado del kirchnerista Frente para la Victoria. «Nunca en democracia nos animamos a tanto, Juan, ni en democracia, ni de otra manera… Fuimos y tenemos que seguir siendo referentes de los derechos humanos », zanjó.

Mandato popular

Las menciones a Eva Perón no fueron pocas. Para unos, la mujer más poderosa en la Argentina del siglo XX habría votado el proyecto de ley y para otros no lo habría hecho en ningún caso. Otra mujer, ex presidenta y actual senadora -y la más poderosa del país en este siglo XXI-, Cristina Fernández , tendrá que pronunciarse ahora en el Senado sobre un asunto que fue tabú en sus dos Gobiernos. Antes lo hizo su hijo, el diputado Máximo Kirchner . En su alocución, recordó a su padre y quizás de forma involuntaria, su escasa afición al trabajo en el Congreso. «Quiero terminar con unas palabras de un ex presidente que la única ley que votó fue la ley de matrimonio igualitario » anticipó antes de terminar con una frase poco afortunada que pretendía emular uno de los lemas de las feministas , «por mandato popular, por comprensión histórica y por decisión política: educación sexual para decidir, anticonceptivos para abortar (sic) y aborto legal para no morir».

Difícil de superar fue la intervención de Ivana Biancho , de Unidad justicialista, al mencionar la «multinacional Planet Parenhood» donde, según su testimonio, «se pueden pagar hasta 100 dólares por cada parte del feto. Esto ocurre en el Reino Unido ... Hay tráfico de cerebros en Francia, en España, en Australia. Me pregunto: ¿Cuál será el destino que le vamos a dar a estas muertes? ¿Van a ir a bolsas? ¿Van a ser comercializados ?». El Congreso y la Argentina sin sueño que seguía el debate, entendieron, en ese momento, que los límites, en ocasiones, no existen.

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