Las Ciencias ante el reto de una nueva enfermedad: el Covid-19

A poco que se revise la historia de las epidemias se aprecia que la humanidad siempre ha convivido con ellas y en modo alguno podemos pensar que vayamos a estar libres de las mismas en un futuro

Andrés Moya , Fernando Baquero y José A. Gutiérrez Fuentes

La Fundación Gadea por la Ciencia es una institución que trabaja por promover la ciencia, la innovación y el emprendimiento en España. Los consejeros que la integran (280) proceden de diferentes áreas del conocimiento (Omnes Scientiae) y, desde sus respectivas competencias y experiencias, algunos de ellos están contribuyendo a la investigación de la pandemia del Covid-19 en nuestro país y a escala internacional.

A poco que se revise la historia de las epidemias se aprecia que la humanidad siempre ha convivido con ellas y en modo alguno podemos pensar que vayamos a estar libres de las mismas en un futuro. No obstante, y aunque el éxito para combatirlas ha sido desigual, debemos ser conscientes de nuestra notoria y creciente capacidad para conocerlas y controlarlas . Y ello, por la adecuada combinación de un mayor conocimiento científico de los agentes infecciosos que las provocan y de su dinámica epidemiológica; de la innovación y emprendimiento por parte de todos los sectores para luchar contra ellos; de una mejora sustancial en la calidad de vida en las ciudades y los hábitos de higien e de la población; de la disponibilidad de sistemas sanitarios progresivamente más eficientes, así como de una adecuada organización política nacional e internacional para reaccionar y adoptar medidas efectivas ante las más grandes y diversas contingencias. Todo ello, debe llevarnos a confiar en nuestra capacidad para enfrentarnos a ellas con éxito.

Es conveniente, no obstante, diferenciar las competencias relativas a la Salud Pública, prevención de las enfermedades y sistemas de vigilancia, educación para la salud, higiene, salubridad, etc. de las de carácter asistencial, de respuesta ante las situaciones de deterioro o pérdida de la salud. En los países modernos es frecuente que este último aspecto esté mucho más desarrollado que el primero y que el cuidado preventivo/ investigador se relaje y sea relegado a un segundo plano.

Es obvio que esta combinación de factores no se distribuye por igual entre los diferentes países y que el grado de afectación por las epidemias y, en particular por la que ahora estamos viviendo, será también diferente en unos u otros. Pero, en promedio, puede asegurarse que históricamente los efectos negativos a todas las escalas (individual, social y económica), aun pudiendo ser enormes, disminuyen en todas las latitudes y de forma acelerada en las últimas décadas.

Nos encontramos en un planeta crecientemente urbano, con ciudades cada vez más grandes y densamente pobladas e interconectadas por medios de transporte que permiten el movimiento de personas y productos con relativa facilidad y rapidez. Es verdad que las propiedades demográficas de las poblaciones humanas ; su dimensión, estructura, evolución, dinámica, características generales y la forma en cómo estas estén organizadas socialmente, corre en paralelo y condiciona la expansión de las comunidades microbianas, particularmente aquellas que causan enfermedades.

Pero sí podemos afirmar, por el contrario, que es precisamente en las ciudades y las grandes áreas metropolitanas, por la acción coordinada de sus servicios asistenciales (atención primaria y hospitales), las organizaciones de salud pública, las universidades y centros de investigación, las telecomunicaciones, las redes viarias y medios de transporte y las empresas de todo tipo, desde donde se organiza y se lleva a cabo una mejor y más eficiente lucha contra las enfermedades y las epidemias que afectan a los individuos que viven dentro y fuera de ellas.

Ante las críticas circunstancias que nos asolan como consecuencia de la Covid-19 es de importancia fundamental transmitir a los ciudadanos esta realidad y trasladarles la confianza en que tenemos un excelente sistema sanitario y que los avances científicos pondrán pronto coto a la pandemia. Pero también, que no se trata de una película de villanos y héroes, sino de la simple realidad de encontrarnos ante una etapa más de nuestro ciclo vital como especie que habremos de afrontar TODOS de forma colectiva , cada cual cumpliendo su papel de la mejor manera posible.

Se trata, en definitiva, de que al catálogo de las enfermedades transmisibles causadas por microrganismos hemos añadido la COVID-19 y que, como tuvimos que hacer y hacemos con otras (más de 50 enfermedades transmisibles son seguidas y controladas a través de la Red Europea de Vigilancia Epidemiológica ) deberemos seguir investigando hasta lograr los medicamentos y/o las vacunas que nos permitan convivir con este nuevo virus y controlar la enfermedad.

No se trata del mensaje del optimismo, no es un brindis al sol ni está basado en meras especulaciones o suposiciones. Las herramientas de todo tipo y a todas las escalas con las que, a través del esfuerzo científico, nos hemos ido dotando a lo largo de nuestra historia y que aquí hemos tratado de ejemplificar, ponen de manifiesto que estamos mejor preparados que nunca antes para hacer frente a las epidemias.

Pero, ¡¡basta ya!! de informaciones dañinas, opiniones gratuitas y alarmismos desaforados. Debemos hacer una llamada a la sensatez y responsabilidad de los medios de comunicación y a tantos «expertos» y especuladores que suponen verdaderos agravantes para la situación general.

Si se dictan normas por quienes tienen la potestad para hacerlo, que estas sean las adecuadas y fundamentadas científicamente. Y, si esto se hace, ¡háganse cumplir en beneficio de todos!

Paralelamente, si se difunden informaciones o noticias, que estas sean las adecuadas. Y, si esto no se hace, háganse cumplir en favor del bien común las responsabilidades correspondientes.

Debería ser sencillo: ante lo desconocido, prudencia y sentido común . Dejemos que propongan, dirijan y hagan los que más y mejor están preparados y conocen estas situaciones complejas en que a lo sanitario se suman lo social y lo económico. Todo ello, en espera de los remedios definitivos que llegarán de los talentos y las manos de todos los científicos: Omnes Scientiae.

Andrés Moya. Profesor de Genética, Universidad de València. Chair, Institutional Professorship FISABIO. Universidad de València

Fernando Baquero. Profesor de Investigación. Instituto Ramón y Cajal de Investigación Sanitaria (IRYCIS). Dept. Microbiología. Hospital Universitario Ramón y Cajal

José A. Gutiérrez Fuentes. Director Fundación Gadea por la Ciencia.

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