Anatomía de un burdel: cobros a las mujeres por los ‘pases’ y pagos fantasma con tarjeta
El fin del macrocaso Pompeya revela la dinámica de cinco grandes grupos de prostíbulos en España
El titular del Juzgado Central de Instrucción número 4 de la Audiencia Nacional, José Luis Calama, ha puesto fin a la investigación del caso sobre macroburdeles conocido como «Pompeya». Propone juzgar a 32 personas por un fraude a Hacienda cercano a los 112 millones de euros , que se habrían ocultado mediante pagos con tarjeta, ya fuese de «pases de alterne», como los califica el juez, ya fuese de copas. En concreto, les atribuye haber utilizado una sociedad ajena, Laratruk, para poner datáfonos en sus establecimientos. Tenía una doble ventaja: el cliente no vería gastos en un burdel en el extracto de su banco y al club no le contaría como ingreso. El dinero iba a cuentas de esa otra empresa, de las que luego los dueños lo retiraban y con la que repartían las comisiones. Son 119 delitos fiscales cometidos en seis grandes tramas: cinco grupos de administradores de clubes de alterne, algunos muy conocidos, y otro de blanqueo.
El auto disecciona la anatomía de este tipo de locales y apunta que, aunque hay «matices», el patrón coincide: se trata de «un microsistema económico conceptualmente sencillo» en el que entra dinero por las copas o por «los pases del servicio de alterne prestado», ya sean en efectivo, donde impera la «ocultación» o con tarjeta. El problema es que mientras los pagos en barra «se suelen declarar más o menos correctamente», los «derivados de los ‘pases’» que se abonan en plástico van a una cuenta compartida entre la sociedad que gestiona el club y la que le hace de «auxiliar financiera» y luego «se retiran en efectivo o en transferencias» cantidades que «parece que no se declaran». Habla en general, de «opacidad» , como cuando revela que en algunos clubes hay una sociedad gestora detrás de cada uno de los pisos del establecimiento. Constan decenas de mercantiles en la causa.
Pero no es la única fuente de ingresos, porque el juez detalla por ejemplo, cómo en el caso del Paradise, uno de los mayores prostíbulos de Europa situado en Gerona, junto a la frontera, se cobra a las mujeres en por ejercer eso que denomina «pases» . «Las trabajadoras precisan de unas facilidades que son provistas por los clubs, de tal modo que para el desarrollo de sus actividades incurren en una serie de gastos. Estos gastos, a su vez, constituyen ingresos de los facilitadores de los servicios», resume. Refiere conceptos varios como «alojamiento» y «complementos».
En este sentido, señala que las «trabajadoras» en estos espacios «están sometidas a una disciplina laboral especialmente dura », pues cada una «acepta las condiciones, sigue obedientemente las reglas de funcionamiento del club y no le queda más opción que aceptar la disciplina que impone este durante el periodo contratado».
El alterne debe llevar IVA
Según expone, los servicios de estas mujeres básicamente consisten «en infinidad de ‘contratos’ fugaces » con los clientes en los que «se trata de evitar, conscientemente, la permanencia de la huella documental de los ‘pases’ o ‘actos de alterne mercantilizados’». Ellas no expiden tickets de caja ni recibos «o cualquier otro documento que deje huella de los servicios de alterne prestados» porque, como destaca el instructor, «a ninguna parte contratante le interesa facilitar información a terceros y menos aun, a la Agencia Tributaria». Sin embargo, dado que son los clubes quienes se hacen cargo de todo el «elemento organizativo» para que tenga lugar el alterne, de facto funcionan como empresarios y ellas son sus trabajadoras. El juez entiende que los servicios de alterne que prestan, «como actividad con consecuencias económicas, bajo el punto de vista tributario constituye una actividad gravada por IVA». De ahí, buena parte de los delitos fiscales que se atribuye a los dueños.
En la lista hay célebres prostíbulos de distintas ciudades , como el Flower Park en Madrid, que facturó 19,9 millones de euros entre 2003 y 2008; o el Riviera de Castelldefels (Barcelona), con ingresos de 14,4 millones entre 2003 y 2009. Hay más nombres: Club Lovely, el Vive, el Luxury (antiguo Olimpo), Princess Room y el Club Castillo (actual club SKP) en Madrid, pero también Eclipse y Eden (Gerona), Topacio y la Sala Princesa (Murcia), Eden Roc y Hotel Las Mimosas (Alicante); Bétera en Valencia, el Huracán 2000 de Navarra y en Guipúzcoa, los Frontera y Errotaberri. Todos bajo mando de las mismas personas y buena parte, aún pendientes de esclarecer sus cuentas.
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