Qaraqosh
«Nos alegra que el Papa venga a compartir el dolor que seguimos viviendo»
Qaraqosh, la ciudad cristiana más grande de la llanura de Nínive, azotada por el terrorismo entre los años 2014-16, será la penúltima parada de Francisco en Irak
Grandes carteles dando la bienvenida al Papa Francisco y banderas del Vaticano inundan la ciudad iraquí de Qaraqosh, de mayoría cristiana y situada al norte del país, en la provincia de Nínive. La visita histórica del cinco al ocho de marzo del primer Pontífice que pisa suelo iraquí se está viviendo con gran expectación en un país donde el sufrimiento y las aberraciones contra los cristianos y sus santuarios, provocado por el terrorismo islamista, han propiciado la huida de miles de familias del país. Esta ciudad fue arrebatada a sus ciudadanos por el grupo terrorista autodenominado Estado Islámico desde 2014 hasta octubre de 2016. Quemaron iglesias, destrozaron santuarios y dejaron una ciudad en ruinas. Casi cinco años después de su liberación las huellas del terror siguen vigentes, pero la reconstrucción y el regreso progresivo están dando poco a poco esa vida vibrante que tanto recuerdan sus ciudadanos. Antes de la llegada de Daesh había en la ciudad algo más de 40.000 personas, actualmente hay unas 25.000, según los últimos datos del Comité de Reconstrucción de Nínive (NRC). Qaraqosh es la penúltima parada del Papa antes de terminar su travesía en Erbil, capital del Kurdistán iraquí. Antes pasará por las ciudades de Bagdad, Nayaf, Ur y Mosul.
La visita del Papa está en boca de los ciudadanos de Qaraqosh unas semanas antes de su llegada. En una cafetería de la zona antigua de la ciudad un grupo de ancianos fuman un cigarro tras otro mientras juegan al dominó y discuten en siriaco, un dialecto del arameo que se habla en la ciudad. Bassem Istaifu, dueño del local, habla sobre la llegada del sumo Pontífice mientras sirve un té azucarado. «Es todo muy impactante. Es una visita histórica a nuestra ciudad que lleva semanas preparándose », comenta. Istaifu fue uno de los cristianos que huyó en 2014. Cuando volvió tras la liberación su cafetería estaba destrozada, pero con sus ahorros ha vuelto a reconstruirla y la abrió hace unos años. «Gracias a Dios ahora nos sentimos seguros», explica. Los cristianos iraquíes llevan décadas siendo objetivo del terror dentro de un país sumido en un caos continuo alimentado por el fanatismo religioso. La comunidad cristiana en Irak en 2003 estaba estimada en 1,5 millones. Ahora, según los cálculos de líderes cristianos, no llega a los 300.000.
En el centro del casco antiguo de la ciudad está la iglesia de Santa María Al Tahira (La pura, en árabe), también conocida como Inmaculada Concepción. Este templo pertenece a la rama de la Iglesia católica apostólica asiria, vertiente que siguen la mayoría de los habitantes de la ciudad, con la excepción de algunas minorías de protestantes y caldeos católicos. Al Tahira era considerada la Iglesia de este tipo más grande de todo Oriente Medio y un emblema de Qaraqosh, también conocida como Hamdaniya o Baghdeda. Al Tahira fue utilizada por los terroristas como campo de tiro. La profanaron, destrozaron y escribieron insultos hacia los cristianos antes de saquearla y quemarla. El Papa Francisco la ha elegido para dar un discurso y rezar la oración mariana del Ángelus el próximo siete de marzo. Los trabajadores están apurando los últimos detalles de la reconstrucción del interior y el exterior del templo. La restauración se ha dividido en tres fases. La primera comenzó en 2019 con las columnas y los pilares del interior. La segunda y la tercera fase, iniciadas en 2020, han estado centradas en la reconstrucción del interior y el exterior del templo. Las grandes columnas, las paredes, el techo y la bóveda parecen listos. También lo está el altar, resguardado por una cinta que impide el paso.
El trabajo lo supervisa con parsimonia el sacerdote Ammar Yako , que asegura que todo estará listo para la llegada del Papa. Además del discurso de la máxima autoridad de la Iglesia, también hablará una ciudadana de Qaraqosh que perdió a tres miembros de su familia en un ataque de los terroristas con un mortero mientras intentaban conquistar la ciudad. Ammar Yako también pronunciará unas palabras sobre lo que significa ser sacerdote en Irak y especialmente en Qaraqosh. La ceremonia, según Yako, durará unos 45 minutos. El sacerdote pasea con las manos hacia atrás por la iglesia mientras recuerda la situación por la que tuvo que pasar su comunidad después de la huida hacia el norte del país. De la noche a la mañana Yako tuvo que escapar con miles de familias a Erbil ante la inminente llegada de los terroristas. 120.000 de esas familias eran cristianos residentes en diferentes puntos de las llanuras de Nínive, según la organización Aid To The Church In Need. « La gente dormía en la calle, en lugares públicos, en casas abandonadas. Fue terrible. Ninguno estábamos preparados para tal situación. Fueron tres años tristes hasta que pudimos regresar», cuenta.
La situación ahora en Qaraqosh, según explica, es muy buena comparada con otras ciudades cristianas aledañas, como Karamles o Bartalla, que sufren por unos servicios básicos como el agua o la electricidad, prácticamente inexistentes, y una tarea de reconstrucción más lenta. «En Qaraqosh ya se han reconstruido la mayoría de las más de 7.000 casas dañadas y una gran cantidad de personas han podido regresar a sus hogares. Servicios como el agua están muy bien, la electricidad no es buena, pero como en todo Irak», comenta. De las aproximadamente 11.111 familias que había en Qaraqosh antes de 2014, han regresado ya 5.310 (47,79%), según los últimos datos de NRC.
Yako espera con ansia la visita del Papa Francisco ya que la considera de una importancia vital. « Esto nos ha dado mucha esperanza. Que venga a estar con nosotros, a compartir nuestro dolor, con el que seguimos viviendo. Nos ha dado fuerza y esperanza de que podemos y debemos continuar con la cabeza alta», afirma. El sacerdote asegura haber conocido al sumo Pontífice en Roma en tres ocasiones. «Es un hombre sencillo, cotidiano. Le gusta compartir el dolor con los que sufren», puntualiza. Yako se siente orgulloso de la gente que ha regresado a Qaraqosh y otras ciudades, pero entiende que muchos de los cristianos que huyeron de Irak no quieran regresar. « Tienen miedo. Muchos huyeron a otros países de Oriente Medio, a Estados Unidos o a Europa. Han comenzado una nueva vida, con trabajo, estabilidad y seguridad, aunque estoy seguro de que el sueño de muchos es volver. Muchos nos escriben apenados desde fuera cuando ven imágenes de la reconstrucción de la ciudad. Lamentan no estar aquí ante la llegada del Papa», subraya.
Musulmanes y cristianos trabajando en la reconstrucción
Las tensiones religiosas y sectarias que asolan a Irak desde hace décadas no son tangibles en Qaraqosh. En la reconstrucción de Al Tahira y de las zonas colindantes trabajan musulmanes y cristianos codo con codo. El joven Zacarías Emad, de 26 años, es uno de los ingenieros civiles que están ayudando a la reconstrucción de la estrecha calle, ligeramente inclinada hacia arriba, que da acceso a la Iglesia. Es de Mosul y musulmán, aunque explica que no hay que hacer distinciones. «No debe haber diferencias entre religiones. Como vemos, aquí la mayoría de la gente es cristiana, en Mosul, que está a solo unos kilómetros, la mayoría son musulmanes , pero tenemos muy buenas conexiones. La mayoría de mis amigos son cristianos», asegura. Emad explica que comenzaron con la obra el pasado seis de febrero y que «si Dios quiere», todo estará terminado para este lunes uno de marzo.
Dentro de la Iglesia, haciendo la reparación del cableado eléctrico está Wuail Youssef, de 50 años. Este cristiano de Qaraqosh detiene su faena para explicar su vínculo con Al Tahira. La Iglesia empezó a construirse en 1932 y terminó en 1948. Una de las características y orgullo del pueblo, según cuenta Youssef, es que la población se involucró y movilizó durante los años que duró su construcción, algo que provocó la unión de los ciudadanos con el templo. «Mi historia con esta iglesia es de muchas generaciones. Siempre veníamos aquí y hemos trabajado en todos los arreglos y reparaciones que ha necesitado durante décadas, desde mi padre, mis abuelos y muchas generaciones», argumenta. Youssef también huyó en 2014, pero en cuanto volvió y vio la Iglesia destrozada supo que era su deber familiar ayudar a restaurarla. La visita del Papa le produce emoción después de unos años difíciles para todos los habitantes de la ciudad. «Es una visita histórica. No es algo simple, estamos realmente orgullosos y muy felices de que venga. Estoy aquí casi todos los días trabajando para que todo esté listo para la llegada».
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