Alarma por los casos de coronavirus en los cruceros de Japón y Camboya
Mientras el «Diamond Princess», en cuarentena en Yokohama, tiene ya 454 contagiados, un positivo en el «Westerdam» obliga a rastrear a los pasajeros desembarcados, entre ellos varios españoles
Más allá del epicentro de la epidemia en la provincia china de Hubei, los cruceros que navegan por Asia se han convertido en el principal riesgo de propagación del coronavirus . Especialmente el «Diamond Princess», que este miércoles cumple su cuarentena de dos semanas con unas 3.000 personas a bordo en el puerto japonés de Yokohama. Entre pasajeros y tripulantes, esas son las que quedan tras detectarse 454 casos del coronavirus y evacuar el domingo por la noche en avión a más de 300 estadounidenses, que tendrán que someterse a otra cuarentena de 14 días en sendas bases militares de su país. De ellos, 44 dieron positivo en las pruebas del coronavirus y tuvieron que quedarse hospitalizados en Japón y a otros 14 se les diagnosticó cuando aterrizaron en su país, según informa la agencia Kyodo.
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Alarmados por al aumento incesante de casos, Australia, Canadá, Italia y Hong Kong también tienen previsto evacuar a sus ciudadanos. Aunque la cuarentena en el «Diamond Princess» concluya el miércoles, sus ocupantes tendrán que seguir siendo vigilados por si han contraído la enfermedad durante los últimos días y todavía no han mostrado sus síntomas. De hecho, las autoridades sanitarias niponas ya han alertado de que varias decenas de casos positivos no presentaban ningún síntoma como fiebre o tos, lo que complica la detección del coronavirus.
Para evitar contagios, todas las personas a bordo han sido obligadas a permanecer en sus camarotes y, como contaba la semana pasada a ABC una familia australiana de origen malasio , solo podían salir a cubierta por turnos de entre una y dos horas cada día. Protegiéndose con máscaras, debían guardar una distancia de dos metros con los otros pasajeros. Pero estas medidas no garantizan que algunos no se hayan infectado, como se ha visto con los nuevos casos que se diagnosticaban cada jornada.
Tras 16 días de travesía por Hong Kong, la bahía de Halong en Vietnam, Taiwán y la isla nipona de Okinawa, el «Diamond Princess» regresó a Yokohama el día 4. Pero fue inmovilizado en el puerto porque un pasajero que había viajado a bordo hacía dos semanas, un hombre de Hong Kong de 80 años, estaba hospitalizado por el coronavirus. Debido a su periodo de incubación, que se calcula que es de dos semanas o hasta 24 días, podía haber contagiado a los tripulantes. Y estos, a su vez, a los nuevos pasajeros, como así ha ocurrido.
Lo mismo puede haber sucedido en el «Westerdam». Hasta cinco países llegaron a rechazarlo al sospechar que podía llevar a alguien infectado por el coronavirus porque había hecho escala en Hong Kong. Finalmente, Camboya le permitió atracar el viernes en el puerto de Sihanoukville. Tras hacerle pruebas a solo 20 de sus más de 2.200 ocupantes, que dieron negativas, el primer ministro, el exjemer rojo Hun Sen, les recibió con flores y les invitó a «pasearse libremente» por donde quisieran.
Así lo hicieron cientos de pasajeros que empezaron a regresar a sus países. Pero una turista estadounidense de 83 años procedente del «Westerdam» dio positivo en una prueba en Malasia el fin de semana y disparó todas las alarmas sobre el crucero. Ahora hay que rastrear los pasos de los que ya han desembarcado y hacer nuevas pruebas a los 747 tripulantes y 236 pasajeros que siguen a bordo, así como a 300 turistas más alojados en un hotel de la capital camboyana, Phnom Penh. Según informa Efe, entre ellos hay cinco españoles, un mujer en el barco y cuatro personas más en el hotel.
Antes de estos cruceros, otro con 3.600 ocupantes, el «Dream World», pasó cuarentena en Hong Kong sin que se detectaran casos del coronavirus, oficialmente denominado COVID-19. Para minimizar el peligro de la epidemia, Malasia ya no permitirá que atraque en sus puertos ningún barco que proceda o haya hecho escala en China. Pero la polémica decisión de Camboya de acoger al «Westerdam» y dejar marchar a sus pasajeros amenaza con propagar aún más la enfermedad por todo el mundo.