El Acuerdo de París, en peligro
Países desarrollados y en desarrollo se enfrentan en la Cumbre del Clima de Bonn
«Las emisiones de CO2 han vuelto a subir y el Acuerdo de París está en peligro », alertó ayer el secretario general de la ONU, António Guterres, a las delegaciones en la Cumbre del Clima en Bonn. «¡Debemos hacer más!», agregó, apelando a todos los Gobiernos a tener una «mayor ambición en la lucha contra el cambio climático» en vísperas de la llegada de los pesos pesados a la ciudad alemana. Guterres está de camino a Bonn, donde a partir de mañana las negociaciones tendrán lugar a nivel ministerial y a donde llegarán mañana también la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Emmanuel Macron.
Los países firmantes del pacto alcanzado en la capital francesa en 2015, y ratificado ya por 169 miembros, tienen como principal objetivo limitar el calentamiento global a menos de dos grados centígrados en comparación con la época preindustrial, de ser posible a 1,5 grados, pero en las últimas jornadas el pesimismo se ha apoderado de la cumbre debido a la publicación de informes muy alarmantes. El conocido como segmento de alto nivel de las negociaciones se enfrenta ahora al reto de acordar una letra pequeña del Acuerdo de París, los instrumentos legales que deberán aprobarse en la Cumbre del Clima de 2018 en Polonia y con los que sea posible garantizar el futuro y el cumplimiento del pacto, pero las históricas disputas entre países desarrollados y en desarrollo que se habían suavizado en París han resurgido en la COP23, frenando el avance en la redacción de las reglas para su funcionamiento.
A menos de cuatro días de la conclusión de la cumbre, los negociadores manejan un texto de 179 páginas en el q ue «no se concreta nada» , según fuentes de la negociación. La clave de la disputa es el único punto legalmente vinculante del Acuerdo de París: el mecanismo de revisión de los compromisos nacionales de reducción de emisiones (NDC, por sus siglas en inglés) que los países deben presentar cada cinco años. El pacto dice que ese mecanismo debe regirse por el principio de transparencia y ser único y uniforme para todos los países, desarrollados y en desarrollo, si bien a estos últimos se les da la posibilidad de incorporarse al mismo tan pronto como tengan capacidad de hacerlo y en la medida en que vayan contando con inventarios de emisiones, algo de lo que a menudo no disponen o no quieren disponer.
China, el país más reticente a que el resto del mundo conozca al detalle sus datos de emisiones, abandera a más de un centenar de países en desarrollo que se oponen a que se evalúen los esfuerzos de mitigación de los países ricos y pobres de la misma manera y que han vuelto a sacar a relucir un tema conocido en el argot de las negociaciones como «la diferenciación» entre desarrollados y no desarrollados. El asunto se ha vuelto tan complejo, en la redacción de un texto que debe dar gusto a todos, que el punto sobre la «transparencia» en el cumplimiento del Acuerdo de París se extiende a lo largo de 49 páginas del documento borrador de las conclusiones de la COP23 y se ha convertido en un asunto «inmanejable», según el comisario europeo de Acción por el Clima, Miguel Arias Cañete.
La UE asiste a la cumbre con la satisfacción del deber cumplido. Bruselas tiene comprometida una r educción de emisiones del 20 % para 2020 y va camino de alcanzar un 26 %. Además, hasta 2016 aportó 20.200 millones de euros en financiación climática a los países en desarrollo. «Estamos preparados para seguir apoyando a los países en desarrollo en mejorar sus capacidades y tecnología para cumplir el Acuerdo de París, pero no podemos volver al tema de la diferenciación basado en un anexo de la convención de 1992», protesta Cañete.
Por lo demás, la cumbre presidida por Fiyi y organizada por Alemania ha dejado ya patente, antes incluso de entrar en su recta final, el aislamiento de Estados Unidos en materia climática, después de que su presidente, Donald Trump, anunciara la retirada del país del Acuerdo de París. Este aislamiento se ha hecho extremos al convertirse en el único miembro en contra del pacto, después de que Siria anunciara la semana pasada que se sumará al acuerdo.
Debido a las reglas impulsadas por el propio expresidente Barack Obama, sin embargo, Estados Unidos no podrá salir del Acuerdo de París hasta 2020, por lo que su delegación de 48 funcionarios comandados por Thomas Shannon sigue formando parte de las negociaciones, algo que enfurece a gran parte de la comunidad internacional. La Alianza Africana por la Justicia Climática (PACJA), que engloba a más de mil ONG de este continente, ha pedido a la convención de cambio climático de la ONU que los delegados de EEUU sean expulsados de las reuniones en las que se negocian las reglas de un acuerdo del que no quieren formar parte, pero Naciones Unidas tiene la vista puesta en la próxima legislatura estadounidense y ve con buenos ojos que los delegados norteamericanos sigan presentes.
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