JMJ 2016
«No sé si estaré en Panamá pero Pedro estará con vosotros»
El Papa se despide de la JMJ de Polonia con un encuentro con los 20.000 voluntarios que han hecho posible este multitudinario encuentro
Igual que en miles de diarios y emisoras ha habido muchas personas «invisibles» trabajando para que las noticias de la Jornada Mundial de la Juventud llegasen a todo el mundo, la acogida de millón y medio de jóvenes de 187 países ha estado en manos de veinte mil voluntarios que apenas se ven. Son chicos y chicas de una generosidad extraordinaria, pues trabajan entre bastidores sin participar en los actos, por eso el Papa les reserva siempre el último encuentro, como un abrazo de despedida a su propia familia .
A la llegada de Francisco, la Tauron Arena amenazó con derrumbarse por la explosión de alegría. Parecía como si el cansancio del trabajo de meses o de semanas hubiese desaparecido de repente.
El coraje de ser valientes
El Papa quiso agradecer no solo su trabajo anónimo sino las horas de oración, «porque yo sé que los voluntarios también dedican tiempo a rezar». Francisco les dijo que son «la esperanza del futuro» , pero les advirtió que lo son solo si cumplen dos condiciones: tener memoria de lo que son, de su familia y de sus mayores, y contar con el coraje necesario para ser valientes. «Un joven desmemoriado no es ninguna esperanza para el futuro», insistió.
Antes de despedirse, Su Santidad les pidió a los 20.000 voluntarios que cumplieran con estos requisitos. «Yo no sé si estaré en Panamá (donde se celebrará la próxima Jornada Mundial de la Juventud), pero Pedro estará y os preguntará si lo habéis hecho».
Palabras improvisadas
Francisco improvisó estas palabras en su último acto en Cracovia. No leyó el discurso que tenía preparado, pero se lo entregó a los jóvenes allí reunidos. Allí les manifestaba su deseo de darles las gracias a cada uno de ellos «por el esfuerzo, la generosidad y la dedicación con que habéis acompañado, ayudado y servido a los miles de jóvenes peregrinos».
A continuación, Francisco se reunió con el comité organizador, y con los benefactores y patrocinadores que han ayudado con mucha generosidad. Les dio las gracias de corazón. Pero muchos de ellos, viendo estos días los rostros de tantos jóvenes alegres, se sentían ya pagados con creces. El encuentro con el Papa, terminada ya la JMJ, no era su primer premio sino el segundo.