La vuelta a la energía nuclear divide a Japón por miedo a otro Fukushima

El Gobierno nipón se ha propuesto que la energía atómica genere hasta el 22% de la electricidad en 2013, pese a la oposición social

La vuelta a la energía nuclear divide a Japón por miedo a otro Fukushima afp

Pablo m. díez

Japón es el único país que ha sufrido la bomba atómica –en Hiroshima y Nagasaki hace siete décadas– y, además, un desastre como el de Fukushima , el peor accidente en una central nuclear desde el de Chernóbil en 1986. A pesar de tan trágico pasado, el archipiélago nipón ha sido una de las naciones más proclives a la energía atómica , como prueban los 54 reactores que suman sus 17 plantas nucleares.

Descontando los seis de la central de Fukushima 1, donde se fundieron tres de ellos y los otros tres quedaron inutilizados por el tsunami que devastó la costa nororiental en marzo de 2011, quedan 48 que han permanecido detenidos desde entonces para revisar su seguridad. Cinco de ellos serán desmantelados por haber superado los cuarenta años de vida, pero el resto aguarda su momento para ser encendidos y otros tres están siendo construidos.

Repartidos en 15 centrales, 25 de esos 43 reactores ya han solicitado su reconexión a la Autoridad Regulatoria Nuclear . Para impedir que se repita una catástrofe como la de Fukushima, cuyas fugas radiactivas han obligado a evacuar a 80.000 personas que vivían en 20 kilómetros alrededor de la central, este organismo estatal estableció en julio de 2013 unas normas de seguridad más estrictas .

Tras superarlas en septiembre del año pasado, el reactor número 1 de la central de Sendai , al suroeste de Japón en la isla de Kyushu, fue el primero en entrar en marcha el pasado día 10. Para octubre, la empresa eléctrica que gestiona la planta tiene previsto encender el segundo reactor.

Aunque el anterior Gobierno, de signo socialdemócrata, anunció el fin de la energía atómica en Japón tras enfrentarse a la catástrofe de Fukushima, el actual Ejecutivo conservador se ha propuesto volver a emplearla por la economía. Desde que los reactores nucleares fueron apagados, Japón se ha visto obligado a aumentar sus importaciones de petróleo y gas natural licuado porque, al apenas tener recursos naturales, el 90 por ciento de la energía que consume viene de fuera. Como consecuencia, se ha disparado su déficit comercial y desde 2010 el recibo de la luz ha subido un 38,2 por ciento en el ámbito industrial y un 25,2 por ciento en el doméstico, con las consiguientes quejas ciudadanas y amenazas empresariales de llevarse las fábricas a otros países.

«Para Japón, es casi imposible mantener el mismo nivel de vida y su crecimiento sin energía nuclear», reconoce a ABC Yoshifumi Fukunaga , subdirector de la Oficina de Demanda y Oferta de la Agencia para los Recursos Naturales y la Energía, que depende del Ministerio de Economía, Comercio e Industria.

Energía nuclear frente a energía renovable

Para 2030, el Gobierno del primer ministro Shinzo Abe se ha fijado como objetivo que la energía nuclear aporte entre el 20 y el 22 por ciento de la electricidad generada, una proporción similar a la de las renovables (22-24 por ciento). De ellas, la más usada será la energía hidroeléctrica (8,8-9,2 por ciento), seguida de la solar (7 por ciento), la biomasa (3,7-4,6 por ciento) y la eólica (1,7 por ciento). Frente a las energías renovables, el gas natural licuado representará el 27 por ciento, el carbón el 26 y el petróleo el 3.

Además, Japón ha prometido que ese año reducirá un 26 por ciento sus gases de efecto invernadero con respecto a sus emisiones de 2013. Con tal horizonte en el calendario, necesita volver a poner en marcha sus centrales nucleares y asegurarse una autosuficiencia energética del 25 por ciento.

Con las políticas de ahorro de energía iniciadas tras la crisis de Fukushima, Japón ha reducido su consumo entre un 10 y un 20 por ciento y, además, tiene previsto seguir recortando su aumento hasta un 17 por ciento en 2020.

A pesar de estas promesas, el regreso a la energía nuclear se encuentra con una creciente oposición que divide a la sociedad nipona, como se vio en la reciente reapertura de la central de Sendai. «A corto plazo, tiene sentido encender unos cuantos reactores pero, contando el riesgo, el almacenamiento de residuos y el desmantelamiento de las centrales, la energía nuclear es mucho más cara », critica James B. Cole, profesor de la Universidad de Tsukuba. Cuatro años después de Fukushima, el debate nuclear sigue abierto.

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