Francisco en la audiencia general: «La falta de trabajo daña al espíritu»
Ha denunciado que el mercado laboral considere la familia como un estorbo a la productividad
En la audiencia general de este miércoles el Papa Francisco ha puesto en relación tres de los temas que constituyen las principales preocupaciones de su pontificado: el mundo del trabajo, la familia y la naturaleza.
Siguiendo con el ciclo de catequesis sobre la familia y, a continuación de la que impartió la semana pasada sobre la fiesta, el Papa ha querido este miércoles hablar de su complementario: el trabajo.
«De una persona seria y honesta, lo más bonito que se puede decir es que es “trabajador” », ha apuntado el Santo Padre ante las miles de personas que, una jornada más, se congregaron en el Aula Pablo VI, –curiosamente no para protegerse del sol sino para resguardarse del aguacero que ha caído sobre Roma este miércoles–.
El Papa Francisco ha explicado que, a ser trabajador, se aprende en la familia con el ejemplo que dan los padres , y que, uno que es trabajador, «no vive de arriba». Esta expresión típicamente argentina, la ha dicho en español; un guiño del Papa a los cientos de compatriotas que se dieron cita este miércoles en el Vaticano para escuchar su catequesis. El Santo Padre no ha hablado del trabajo simplemente desde una perspectiva social. El trabajo, ha dicho, «es sagrado» porque es expresión de la «dignidad del hombre creado a imagen y semejanza de Dios». Trabajo y oración no están reñidos sino que ambos están unidos porque «la falta de trabajo daña al espíritu como la falta de oración perjudica la actividad práctica», ha señalado.
Bien común y responsabilidad en el trabajo son dos caras de la misma moneda, de acuerdo con la explicación del Santo Padre quien ha añadido que «la pérdida de puestos de trabajo causa un grave daño social». Por eso, ha arremetido de nuevo contra el modelo económico basado únicamente en la lógica del beneficio y la productividad que se vuelve contra las familias «considerándolas un estorbo» y se ensaña contra «ancianos y niños». Ese mismo mercado «divinizado», ha dicho el Papa, no puede ser el encargado de gestionar el empleo «porque es una gran responsabilidad humana y social». Tampoco las «manos de unos pocos», ha apostillado el Pontífice.
También ha puesto de relieve la relación entre Creación y trabajo. Ha recordado la propuesta de la encíclica «Alabado seas»: «La belleza de la tierra y la dignidad del trabajo van de la mano. La tierra se hace hermosa cuando es trabajada por el hombre». Cuando esta unión se quiebra, ha explicado que «el envenenamiento del alma contamina todo : el aire, el agua, la hierba, la comida y la vida civil se corrompe y el hábitat se arruina». Las consecuencias de esta situación, ha insistido el Papa, se ceban con más virulencia en las personas y en las familias más pobres.
El Santo Padre no ha dado recetas mágicas para reducir los índices de desempleo pero sí ha pedido a los católicos que pongan en práctica su herramienta más eficaz. Antes de despedirse, les ha invitado a rezar por aquellas personas que no tienen empleo porque «el trabajo da dignidad a las familias», y ha insistido: «Tenemos que rezar para que no falte el trabajo a las familias».
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