«Esto es la guerra»

La indignación crece entre los vecinos de la Sierra de Gata por la falta de medios tras tres días de fuego sin control

«Esto es la guerra» abc

antonio josé armero

«Esto es la guerra». El hombre del bigote canoso sube por la vereda con una escoba de monte al hombro pero se para a mitad de camino para coger resuello. Deja el móvil un momento para estrechar la mano y justo después suelta esa frase de cuatro palabras con la que parece hablar medio en serio medio en broma. A tres pasos de él, un mastín no le quita el ojo a la puerta de la casa, en mitad del monte de la sierra de Gata , que anoche seguía ardiendo.

A punto de cambiar de día, el incendio descontrolado continuaba devorando la comarca del norte extremeño , donde el fuego ya se ha llevado por delante más de siete mil hectáreas, la mayoría de ellas de un valor ecológico impagable. La vista panorámica desde el puerto de Perales -comunica las provincias de Cáceres y Salamanca, cerca de la frontera con Portugal- hace intuir que cuando el helicóptero de medición haga su vuelo a baja altura tomando referencias del perímetro y la máquina suelte una cifra, habrá quien se eche las manos a la cabeza.

El incendio de Gata es un desastre en toda regla. Natural porque gran parte del paisaje se ha fundido a negro; económico porque supone un palo al turismo, sostén de la comarca; y sentimental porque deja en la memoria de muchos vecinos recuerdos de días tristes y bienes perdidos . Unos el ganado, otros la vivienda, la nave o los olivos de los que viven. Ayer por la tarde, algunos de ellos pudieron volver a casa. Los de Perales del Puerto y Acebo, desalojados durante la madrugada del jueves al viernes , regresaron al pueblo a partir de las seis de la tarde. No pudieron hacerlo los de Hoyos (909 vecinos), que fueron evacuados a las dos y media de la madrugada siguiente, la del viernes al sábado. Para ellos se habilitaron camas en instalaciones municipales de Moraleja y Coria, gestionadas por Cruz Roja .

Por tercer día consecutivo, el fuego volvió a moverse por la sierra como le mandó el viento, que por momentos y en determinadas zonas, llegó a correr a setenta kilómetros por hora . Se afanaron en pararle los pies a las llamas medios aéreos y terrestres de Extremadura, Castilla y León y Andalucía, más los de la Unidad Militar de Emergencias. Llegaron a juntarse 18 helicópteros y seis hidroaviones , que tuvieron que enfrentarse a la escasa visibilidad por la enorme columna de humo.

«No hay ni un solo retén»

Cuando ellos se retiraron, a la caída del sol, el incendio seguía descontrolado, generando focos a cada rato, alejados entre sí. La noche implica que no se pueden combatir los frentes desde el aire, y eso es lo que más preocupa a quienes están al frente del operativo , sobre el que ayer se extendieron las críticas de los vecinos. «Por aquí no ha asomado un solo retén en toda la mañana, el único éste que se acaba de ir, con dos bomberos, dos nada más», se quejaba uno de los vecinos.

En torno a él, en la zona que rodea al camino asfaltado que lleva hasta la ermita de Cilleros, una decena de paisanos se organizan entre ellos. La cuadrilla, una de las muchas improvisadas que estos días están encarando el incendio por iniciativa propia , se arma con escobas de monte, mochilas de las que usan para sulfatar las plantaciones y camisetas viejas y agujereadas a prueba de sudores.

El grupo se ha juntado para defender terrenos que no son de ninguno de ellos. Ahora están en el grupo de Enrique Serrano Martín , de Moraleja, dueño de «ciento y pico de hectáreas y ciento y pico de vacas» en el término municipal de Perales del Puerto. Y es verdad que en dos horas con ellos, entre monte bajo y arboledas tupidas, no asoma por el lugar un camión de bomberos , que van donde sus jefes les mandan.

«Aquí estuvieron ayer diez o doce chavales gallegos -se refiere a la Brigada de Refuerzo en Incendios Forestales de Laza (Orense)- y punto final», explica uno de los jóvenes, que tiene su smartphone repleto de fotos y vídeos que muestran una casa quemada, otra con bomberos echando agua sobre los muros de una vivienda , el fuego campando libre en plena noche... «Aquí -tercia uno en el grupo-, los bomberos somos nosotros».

Falta información

El otro motivo de queja generalizada estaba en boca de los residentes en Acebo, Hoyos y_Perales del Puerto, los tres municipios desalojados. A las cinco y media de la tarde, en La Fatela, los ánimos estaban calientes por la falta de información. Algunos vecinos se apresuraron a volver a sus casas cuando aún no se podía por razones de seguridad.

Los ánimos estaban encendidos entre los vecinos que llevan casi dos días sin saber el estado de su casa, su finca o su ganado. El peor incendio que ha sufrido Extremadura sigue avanzando sin apenas freno.

«Esto es la guerra»

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