Los divorciados vueltos a casar «no están excomulgados»

El Papa recuerda a las parroquias que deben acercar estas parejas a la vida de la Iglesia, aunque deja claro que no pueden recibir la comunión

Los divorciados vueltos a casar «no están excomulgados» efe

ÁNGELES CONDE

«¡ No están excomulgadas ! y nunca deben ser tratadas como tal. Son siempre parte de la Iglesia ». Lo dijo ayer el Papa Francisco durante la tradicional audiencia general, en alusión a las personas divorciadas vueltas a casar. El Pontífice ha retomado casi por completo el ritmo habitual y en su catequesis –la primera tras el parón de julio– ha abordado el tema de la atención pastoral a las personas en este tipo de uniones tras la ruptura de un primer matrimonio.

En seguida se han encendido las redes sociales y demás mentideros con esta afirmación de Francisco quien, en realidad, no ha hecho más que recordar lo que dice la Iglesia al respecto . El revuelo es comprensible porque no se trata de un asunto menor y, sin duda, provoca mucho sufrimiento. Por desgracia, esta línea de la Iglesia sobre las uniones irregulares es a menudo ignorada y a las personas divorciadas vueltas a casar se les dispensa un trato que no es el adecuado. Bien porque no se les ofrece una atención pastoral acorde con sus circunstancias, bien porque se sienten discriminados o juzgados por la comunidad eclesial y acaban por abandonar la fe.

Evitar su alejamiento

En realidad, el Papa lo que hizo durante la audiencia general fue dar un «tirón de orejas» a las parroquias y demás realidades católicas para que actúen evangélicamente con estas parejas. Por eso, durante su catequesis afirmó que cada vez es más clara «la urgencia de desarrollar en nuestras comunidades una acogida real hacia las personas que viven estas situaciones. Por esto, es importante que el estilo de la comunidad, su lenguaje, sus actitudes, estén siempre atentos a las personas». Y ha alentado, sobre todo, a superar una paradoja: cómo pedir a estas parejas que eduquen cristianamente a sus hijos si se las aleja de la vida de la Iglesia como si fueran excomulgados.

Una persona excomulgada está fuera de la comunión de la Iglesia. Es decir, de acuerdo con el Catecismo, se le ha aplicado la «pena eclesiástica más severa» que le «impide la recepción de los sacramentos y el ejercicio de ciertos actos eclesiásticos». La excomunión puede aplicarse a través de un decreto de excomunión, después de que la Congregación para la Doctrina de la Fe juzgue el caso; o puede ser excomunión «latae sententiae» que se aplica en casos graves como la profanación de la Eucaristía, la herejía o el aborto. La persona que comete estos actos queda automáticamente excomulgada.

Por tanto, lo que ha dicho el Santo Padre no es nada nuevo porque las personas divorciadas y las divorciadas vueltas a casar no están excomulgadas. Pueden, por ejemplo, acceder al sacramento de la penitencia en casos concretos y situaciones muy específicas y, por supuesto, no están excluidas de la vida de la Iglesia . Francisco les recordó ayer este extremo proponiendo fórmulas para su participación en las comunidades: «Para que vivan y desarrollen cada vez más su pertenencia a Cristo y a la Iglesia con la oración, con la escucha de la Palabra de Dios, con la asistencia a la liturgia, con la educación cristiana de los hijos, con la caridad y el servicio a los pobres, con el compromiso por la justicia y la paz».

En esta lista el Papa no incluyó en ningún momento el acceso a la Eucaristía. Además, recordó con franqueza, que este estado es irregular: «La Iglesia sabe que esta situación contradice el Sacramento cristiano. Sin embargo, su mirada de maestra que viene siempre de un corazón de madre busca siempre el bien y la salvación de las personas».

Al mismo tiempo, y tomando como referencia a Juan Pablo II y la Familiaris Consortio, dejó en el aire una cuestión que bien puede ser un punto clave en el Sínodo a la hora de afrontar la atención pastoral y posible pleno acceso a los sacramentos de estas personas: distinguir entre quien ha sufrido la separación y quien la ha provocado. Francisco ha aludido a esta cita de la exhortación apostólica de 1981: «En efecto, hay diferencia entre los que se han esforzado por salvar el primer matrimonio y han sido abandonados, y los que por culpa grave han destruido un matrimonio canónicamente válido. Se debe hacer este discernimiento».

En el Sínodo de Familia

En cualquier caso y como él mismo reconoció ayer, «no hay recetas sencillas» para estas situaciones. Conscientes de esta dificultad, a partir del próximo 4 de octubre los padres sinodales abordarán todas estas cuestiones. El que comienza en menos de tres meses es un Sínodo «ordinario» en el que, después del diagnóstico llevado a cabo en el Sínodo anterior, –que era extraordinario–, sí surgirán propuestas para el Papa Francisco. Después, el Santo Padre pasará meses valorándolas hasta que vea la luz su Exhortación Postsinodal.

Hablamos incluso de un período de entre seis meses y un año. Por tanto, se trata de un debate largo , como pidió el propio Santo Padre quien, a su vez, no ha dudado en denunciar a los que en lugar de «oraciones» lo único que están aportando al Sínodo sobre la Familia son «chismes».

Los divorciados vueltos a casar «no están excomulgados»

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