La triste historia de la anciana que trabajó 35 años como empleada doméstica sin cobrar

La colombiana María Trinidad Cortés Antonio creyó a sus jefes cuando, en 1980, le dijeron que no podrían pagarle durante algún tiempo por falta de liquidez

La triste historia de la anciana que trabajó 35 años como empleada doméstica sin cobrar El Tiempo

ABC.ES

María Trinidad Cortés Antonio es hoy una octogenaria colombiana que, como tantas otras personas, disfruta de la libertad (algo muchos no saben valorar pero que, para ella, ya es todo un logro). Y es que, durante casi 35 años , estuvo trabajando como asistenta para varios miembros de una familia de alta cuna que no solo no le pagaban, sino que la maltrataban y, si podían, hacían todo lo posible para evitar que saliera de la finca en la que realizaba sus labores.

Aunque, curiosamente, esta mujer nunca quiso abandonar a sus «jefes» , a los que tenía en alta consideración y respetaba. En la actualidad, no obstante, ha logrado desembarazarse de esa carga y está luchando para que le sean remunerados los servicios que prestó durante más de tres décadas. Unos servicios que bien podrían considerarse esclavitud, aunque ella no los denomina así, pues estaba relativamente conforme con sus quehaceres.

Una vida dedicada al trabajo

Tal y como recoge el diario « El Tiempo » de Colombia, la historia de Trinidad es -como ella misma la define- triste y angustiosa . Desde pequeña, esta mujer aprendió a cocinar, planchar y lavar, por lo que no tardó en comenzar a trabajar como asistenta de varias familias.

Tal y como explica ella misma al periódico latinoamericano, le fue bastante bien hasta 1971, momento en que fue contratada por una familia de «nuevos patrones» (cuyo apellido no ha sido desvelado). Estos vivían en una gran finca en el barrio Laureles, en la ciudad colombiana de Medellín. Allí empezó a trabajar cobrando un sueldo, aunque bastante bajo.

Con los meses, se percató de que el trabajo no iba a ser sencillo pues, además de tener que soportar los improperios de la familia, era usual que los hijos de los «señores» no parasen de vejarla y golpearla .

También era habitual que, al irse la familia de vacaciones, ella se quedara paraa cuidar a los animales de la hacienda. Eso sí, totalmente encerrada y con las provisiones justas para aguantar hasta su llegada. Sin embargo, y para asombro de todos, a Trinidad no le parecía mal. De hecho, se esforzaba por seguir trabajando más y más esperando que los dueños de la casa terminaran dándose cuenta de su valía.

Esa fe fue la que provocó que, en 1980, aceptara una medida increíble de sus «jefes»: el trabajar sin sueldo. Y es que, según le dijeron, les era imposible pagar debido a que no tenían liquidez. Aun con todo, le explicaron que no tardarían en vender unas tierras para poder darle sus minutas atrasadas. Sin cobrar ni una moneda, Trinidad estuvo 35 años. Más de tres décadas en las que siguió aguantando las maldades de aquella familia que, al poco, terminó diciéndole que haría sus tareas a cambio de la cama en la que dormía y de su comida.

Con todo, su calvario llegó a su fin el pasado diciembre cuando el Juzgado 13 Civil de Medellín falló una demanda de tutela según la cual los cuatro hijos de la familia se vieron obligados a pagar a Trinidad un salario mínimo hasta que un juez se pronunciase sobre sus derechos laborales. El 7 de julio pasado, a su vez, dos de sus amigas que acababan de conocer la historia sacaron a la anciana de aquel hogar de locos . Ahora, por su parte, esta colombiana solo espera que se haga al fin justicia.

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