Diez síntomas que nos avisan de la deshidratación
Cuando sentimos sed, ya estamos mal hidratados. Las funciones físicas y mentales lo acusan. En verano el riesgo aumenta
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12345678910Beber sin esperar a tener sed
Las altas temperaturas de estos días y los cambios en los hábitos hacen del verano la estación con mayor riesgo de deshidratación. El agua es fundamental para el equilibrio de nuestro organismo. No en vano el 70% de nuestro cuerpo es agua y su falta afecta a nuestras funciones vitales.
¿Cuándo hablamos de deshidratación? Necesitamos beber al menos 1,5 o 2 litros al día para reponer el líquido que perdemos, de lo contrario el balance es negativo y empieza el proceso de deshidratación. Aprender a identificar los primeros síntomas ayuda a detener el proceso de deshidratación antes de llegar a una situación grave.
Los doctores Ismael Said Criado y Paloma Nacher, del Servicio de Urgencias y del servicio de Urgencias Pediátricas, respectivamente, del Hospital La Milagrosa nos dan las pautas a seguir para evitarlo.
La sed es el primer y principal síntoma. Cuando la sentimos, el proceso de deshidratación ya ha empezado. De ahí la importancia de beber líquido de forma regular, sin esperar a tener sed.
Fatiga
La fatiga acompaña a la desidratación, ya que la falta de agua en sangre hace que baje la tensión arterial. Esto provoca una sensación de cansancio y fatiga que puede llegar a afectar a la función nerviosa.
Desorientación
La desorientación es otro síntoma que suele afectar a las personas mayores. Con la edad se altera el reflejo de la sed, por lo que no son conscientes de la necesidad de beber y esto provoca decaimiento y desorientación.
Orina escasa y oscura
La orina escasa y oscura es otra manifestación de alarma. Sin agua suficiente en el torrente sanguíneo, el filtrado de la sangre que hace el riñón es menor y se produce menos orina, haciéndose ésta más concentrada y oscura. Si esta situación se mantiene, la limpieza de la sangre empeora llegando a acumularse tóxicos como la urea. Por eso la deshidratación es especialmente dañina en personas con insuficiencia renal.
Falta de concentración
La falta de concentración es otra secuela de la deshidratación, que merma las funciones cognitivas y la memoria a corto y largo plazo.
La hidratación es fundamental para mantener en perfectas condiciones el organismo, incluyendo el cerebro. Sin un nivel de líquido adecuado, el rendimiento cognitivo se ve comprometido en todas las edades, incluyendo los más jóvenes. Las funciones más afectadas son la memoria a corto plazo, la coordinación motora, el tiempo de reacción y la discriminación perceptiva.
Estos déficits empiezan a notarse con pérdidas de agua menores incluso del 2% del peso corporal, cantidades que se traducen en unos pocos gramos (para una persona de 60 kilos la pérdida del 1% supondrían una rebaja en su peso de 600 gramos). Y las habilidades mentales y psicomotoras van descendiendo cada vez más, a medida que avanza el tiempo sin reponer los líquidos y electrolitos perdidos.
Algo que deben tener en cuenta especialmente los conductores, y en más en estas fechas con desplazamientos largos por las vacaciones. Una disminución del tiempo de reacción (reflejos) y la discriminación perceptiva pueden provocar un accidente.
Calambres
Los calambres que puede aparecer se deben a que la falta de líquido provoca una alteración en el nivel de electrolitos de la sangre (los minerales que regulan la actividad muscular, entre otros procesos), que puede provocar espasmos musculares.
Dificultad para controlar el azúcar en sangre
La dificultad en el control de la glucemia es un problema añadido, que acompaña a la deshidratación en personas con diabetes, ya que al reducirse la cantidad de líquido en sangre se disparan los niveles de azúcar. Se necesitan pautas específicas para normalizar los niveles, empezando por la reposición de líquidos.
Aumento de la temperatura corporal
También puede aumentar la temperatura corporal, porque la escasez mantenida de agua dificulta su regulación. Puede manifestarse como febrícula sin llegar a rango de fiebre, malestar general y dolor de cabeza. Si se supera los 45ºC, se denomina golpe de calor, que puede ser mortal.
Estreñimiento
El estreñimiento es otra secuela de la escasez de agua, porque la falta de líquido dificulta el tránsito intestinal.
Los bebés corren más riesgo
Los lactantes y recién nacidos corren mayor riesgo de deshidratación, que ocurre cuando la pérdida de líquido es mayor al aporte. La causa puede deberse a lactancias mal regladas o por aporte de agua insuficiente. También puede darse cuando hay fiebre, gastroenteritis o exceso de abrigo.
Se manifiesta por piel fría o sudorosa, el niño está apático y somnoliento, ausencia de lágrimas en el llanto, boca y/o lengua secas, ojos y/o fontanela hundidos, orina escasa y oscura.
Ante la sospecha de una posible deshidratación, hay que utilizar soluciones orales de farmacia, que contienen electrolitos y agua en cantidad adecuada, mientras se acude al centro médico. Hay que ofrecerlo en pequeñas cantidades (5 ml), que pueden ir aumentando progresivamente hasta 25-40militros por kilo de peso del niño, en un intervalo de 1 a 2 horas.