Una vacuna para el ébola: mucha investigación y poca financiación

Virgilijus Jasiukevicius, asesor médico del Laboratorio GSK, explica que la «solidaridad» de otros países sería la única forma de poder producir esta vacuna contra el virus

Una vacuna para el ébola: mucha investigación y poca financiación juan manuel serrano

b. f. rebolledo

La palabra ébola ocupó todos los medios de comunicación el pasado verano. Desde diciembre de 2013 a junio de 2015, hubo 27.479 casos de personas infectadas con el virus y 11.222 fallecidos. Estas grandes cifras se sumieron en el olvido tiempo después, cuando la enfermedad parecía remitir. Actualmente quedan ciertos brotes pero está muy lejos de poder expandirse como ocurrió el pasado año.

Una noticia así siempre es motivo de celebración pero, aunque suene incongruente, es precisamente una de las causas por las que no se avanza a la hora de desarrollar una vacuna. Virgilijus Jasiukevicius , asesor médico del Laboratorio GSK, ha explicado en un encuentro en la Universidad Menéndez Pelayo (UIMP), que «es una buena noticia para la sociedad pero con los pocos casos que hay es muy complicado demostrar la efectividad».

La vacuna no es rentable

El médico ha ahondado en los avances que se están haciendo para intentar desarrollar una vacuna efectiva, tarea en la que llevan enfocados en la empresa farmacéutica GSK desde hace diez años. Ha admitido que son conscientes de que «no es un proyecto muy rentable», pero que desde compañías como la suya deben comprometerse porque tienen «la tecnología a su disposición» y por tanto es «su deber«.

Jasiukevicius ha explicado que, actualmente, están trabajando en el desarrollo de una vacuna monovalente porque esta es «la cepa que está atacando a un número mayor de la población». Primero hicieron pruebas con primates y desde 2014 están enfocados en humanos. El médico lituano ha añadido que, en este momento, se encuentran en la fase II. La I es la preclínica y consiguió resultados positivos en el 90% de los casos.

Esta fase II se llevará a cabo en 3.000 adultos y 600 niños en países cercanos a aquellos donde se haya desarrollado el virus como pueden ser Senegal, Mali, Nigeria, Ghana o Camerún. La fase III es la más complicada, normalmente se tardan años en llegar a ella pero la gravedad de la situación de los últimos años consiguió resultados sorprendentes. Aún así, Jasiukevicius ha admitido que los estudios de esta fase son de «eficacia», cosa que es muy difícil probar precisamente por esta falta de persona infectadas. «Empezará el estudio cuándo exista algún brote» , ha explicado.

Y detrás de toda esta planificación se encuentra la gran incógnita: ¿de dónde sacar la financiación? En el caso de la vacuna que quieren desarrollar desde GSK están consiguiendo soporte económico gracias a distintos sistemas de salud, como el americano, el británico, o la Fundación de Bill Gates, entre otras. Para la empresa de Jasiukevicius es una «responsabilidad social» sacar a la luz esta vacuna , el problema no es tanto llegar a ella si no cómo comercializarla después. El médico ha explicado que la «solidaridad» de otros países sería la única forma de poder producir esta vacuna. Pero el camino aún es largo, y queda la gran incógnita de si aquellos que tienen más recursos querrán pagar por una vacuna que apenas les afecta.

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