El viaje del Papa a Hispanoamérica en ocho momentos inolvidables
Desde el abrazo a un niño en la cárcel de Palmasola hasta el paseo a pie por un barrio de chabolas en Asunción, la gira de Francisco ha sido una lección de humanidad
Desde el abrazo a un niño en la cárcel de Palmasola hasta el paseo a pie por un barrio de chabolas en Asunción, la gira de Francisco ha sido una lección de humanidad
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Francisco, inagotable
El Papa que inició sus viajes a Europa por las «periferias» de Albania y Bosnia Herzegovina, escogió los tres países más pobres para su primera visita a Hispanoamérica : Ecuador, Bolivia y Paraguay.
Durante los ocho días que duró su gira, el Santo Padre visitó a los ancianos en una residencia de las Misioneras de la Caridad en Quito; a los presos en la cárcel de Palmasola –la más peligrosa de Bolivia–; a los niños enfermos en un hospital pediátrico, y a los vecinos de una barrio de chabolas en las periferias de Asunción.
También mantuvo encuentros con las autoridades y distintos representantes de la sociedad civil , como profesores universitarios, movimientos populares, clero y religiosos. A su regreso, además mantuvo su habitual rueda de prensa con los periodistas a bordo del avión. Su agotador viaje ha dejado momentos verdaderamente emocionantes e inolvidables que ABC ha resumido para los lectores.
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Los pobres, la «deuda» pendiente de América Latina
En su primer discurso recién llegado a Ecuador, el Papa Francisco exhortó a atender a los más frágiles y a las minorías vulnerables, «que son la deuda que todavía tiene América Latina». Durante la ceremonia de bienvenida en el aeropuerto, el Pontífice también aseguró que «en el Evangelio podemos encontrar las claves que nos permitan afrontar los desafíos actuales, valorando las diferencias, fomentando el diálogo y la participación, sin exclusiones».
Durante su recorrido en «papamóvil» a lo largo de los 25 km. que separan el aeropuerto de Tababela de la Nunciatura Apostólica, Francisco pudo sentir en su propia piel el cariño de los ecuatorianos, que se volcaron en las calles. Incluso accedió a tomarse un «selfie» con un estudiante que se le acercó.
Una vez llegado a la Nunciatura y saltándose el protocolo, el Papa Francisco decidió abandonar el edificio para reunirse con la gente que coreaba su nombre en la calle y le pedía que saliera. El Papa los complació. Ya en la puerta, rezó el Padrenuestro y los bendijo.
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La «revolución» de la fe
Vestido con ornamentos de manufactura artesanal indígena, el Papa Francisco advirtió en una misa con más de un millón de fieles en el Parque del Bicentenario en Quito que «en el mundo, especialmente en algunos países, reaparecen diversas formas de guerras y enfrentamientos» . Se trata de guerras civiles abiertas y también discordias internas en países que se disgregan culturalmente.
Ante ese panorama, que incluye el número más alto de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial y signos de ruptura en países y federaciones internacionales, el Papa recordó que «los cristianos tenemos que insistir en nuestra propuesta de reconocer al otro, de sanar las heridas, de construir puentes y de estrechar lazos».
En esa línea, subrayó también «la necesidad de luchar por la inclusión a todos los niveles, evitando egoísmos, promoviendo la comunicación y el diálogo, incentivando la colaboración». En definitiva, una actitud que se echa en falta en países donde crecen las fracturas y la división.
Su homilía era un mensaje dirigido no sólo a los ecuatorianos y latinoamericanos sino al mundo entero, que pasa por un periodo de desconcierto en muchos países y organizaciones internacionales.
Después de haberse extendido hablando de unidad y armonía, el Papa concluyó subrayando que el cristiano está llamado a darse a los demás, a servir: «Eso es evangelizar, esa es nuestra revolución, porque nuestra fe es siempre revolucionaria. Este es nuestro más profundo y constante grito».
La misa se celebraba en el gigantesco Parque del Bicentenario, que conmemora, según recordó Francisco, «el bicentenario de aquel grito de independencia de Hispanoamérica», un grito «nacido de la conciencia de falta de libertades, de estar siendo exprimidos y saqueados», experiencia amarga que se repetiría después, en casi todos los países, bajo los gobiernos nacionales.
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La cruz «comunista», como regalo de bienvenida
Aunque era previsible que Evo Morales intentaría sacar tajada política y publicitaria de la visita del Papa, su descaro en las cuatro horas de la etapa en La Paz superó lo imaginable. En cuanto Francisco bajó de la escalerilla del avión, el antiguo líder de los cocaleros y presidente de un país que es el tercer exportador mundial de cocaína le colgó al cuello una chuspa , la bolsa de tela que utilizan los indios para llevar las hojas de coca.
La incomodidad de la delegación del Vaticano volvió a notarse en el palacio presidencial, cuando Morales regaló al Papa Francisco un voluminoso memorándum: «El libro del Mar», que resume los argumentos históricos y jurídicos de la demanda a Chile ante el Tribunal Internacional de La Haya para recuperar una salida al Océano Pacífico. Morales lo había planteado ya en su discurso de bienvenida al Papa: «Usted ha llegado a una tierra de paz que sufre injusticia. Bienvenido a un país al que se le ha mutilado su derecho de acceso al mar mediante una invasión».
Igualmente fuera de lugar estuvo regalar al Papa un anacrónico crucifijo en forma de hoz y martillo asociado al jesuita español Luis Espinal, asesinado por la dictadura en 1980. Al principio se pensó que había sido el propio Morales quien había encargado el diseño, pero luego, y en una declaración que no estaba programada, Federico Lombardi , portavoz del Vaticano, aseguró que «es cierto. Es algo que Espinal hizo. Yo no sabía nada de eso. El Papa tampoco». Según Lombardi, la escultura no es «una interpretación marxista de la religión sino un diálogo abierto con otros que estaban buscando justicia y liberación».
En el vuelo de regreso a Roma el Santo Padre explicó a los periodistas que el regalo le había sorprendido. El Papa comentó que «yo no sabía que el padre Espinal fuese también escultor y poeta» .
Aunque el objeto en sí, y el modo equívoco en que Morales lo regaló confundió e irritó a muchas personas, el Papa adoptó una actitud más despegada: «Se puede considerar como arte de la protesta que, en algunos casos, puede ser ofensivo. En algunos casos. Espinal era de la rama de la teología de la liberación que utilizaba un análisis marxista de la realidad. Era un hombre especial, con tanta genialidad humana. Luchaba con buena fe. Yo entiendo esta obra. Para mí no es ofensiva».
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Un «cambio real» del sistema económico global
El Papa Francisco tomó la palabra para lanzar un poderoso mensaje al mundo entero, durante el Encuentro Mundial de Movimientos Populares, que se celebró en Santa Cruz de la Sierra coincidiendo con su visita. En modo rotundo, el Santo Padre afirmó: «Queremos un cambio, un cambio real, un cambio de estructuras de un sistema económico global inaguantable».
En la cita no participan movimientos sociales ni políticos, sino «movimientos populares». Se trata de agrupaciones de personas que se organizan para ganarse la vida en trabajos modestos: recogedores de cartón, distribuidores de periódicos, pequeños transportistas, etc.
El larguísimo discurso escrito personalmente por el Papa comenzaba con una denuncia: «Cuando el capital se convierte en ídolo y dirige las opciones de los seres humanos, cuando la avidez por el dinero tutela todo el sistema socioeconómico, arruina la sociedad, condena al hombre, lo convierte en esclavo, destruye la fraternidad, enfrenta a los pueblos e incluso pone en riesgo nuestra casa común», la Tierra.
La respuesta a la que pueden contribuir los «movimientos populares» consiste, según Francisco en tres puntos: «Poner la economía al servicio de los Pueblos», «unir nuestros Pueblos en el camino de la paz» y «defender a la Madre Tierra». Recordando enseñanzas repetidas muchas veces por san Juan Pablo II, Francisco insistía en que «el destino universal de los bienes no es un adorno discursivo de la doctrina social de la Iglesia. Es una realidad anterior a la propiedad privada». Por eso, «la distribución justa de los frutos de la tierra y el trabajo humano no es mera filantropía. Es un deber moral».
Respecto a la unión de países, la gran tarea pendiente en el Nuevo Mundo, el Papa reconoció que «los pueblos de Latinoamérica parieron dolorosamente su independencia política y, desde entonces, llevan casi dos siglos de una historia dramática y llena de contradicciones intentando conquistar una independencia plena». Sus ciudadanos sufren ahora «un nuevo colonialismo» que a veces se presenta como «algunos tratados denominados de libre comercio, y la imposición de medidas de austeridad que siempre ajustan el cinturón de los trabajadores». Otras veces, «bajo el noble ropaje de la lucha contra la corrupción, el narcotráfico o el terrorismo, se impone a los Estados medidas que poco tienen que ver con la resolución de esos problemas».
Refiriéndose a la histórica ceremonia de petición de perdón con motivo del Gran Jubileo del año 2000, Francisco reconocía que a lo largo de la historia «se han cometido muchos y graves pecados contra los pueblos originarios de América. Y quiero decirles, como san Juan Pablo II: “Pido humildemente perdón” . No solo por las ofensas de la propia Iglesia, sino por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América». Pero añadió también que «es justo recordar a tantos sacerdotes y obispos que se opusieron a la fuerza de la espada con la fuerza de la Cruz».
Un genocidio en marcha
Por desgracia, los crímenes e injusticias continúan y «hoy vemos con espanto cómo en Medio Oriente y otros lugares del mundo se persigue, se tortura, se asesina a muchos hermanos nuestros por su fe en Jesús. Eso también debemos denunciarlo. Dentro de esta Tercera Guerra Mundial en cuotas que vivimos, hay una especie de genocidio en marcha que debe cesar».
El último capítulo del larguísimo discurso se refería a la defensa del medio ambiente, pues «la casa común de todos nosotros está siendo saqueada, devastada, vejada impunemente». En un nuevo paso respecto a la encíclica ecológica «Laudato si» («Alabado seas»), el Papa afirmó que «la cobardía en su defensa es un grave pecado».
Se refirió también a la «decepción creciente» al ver «cómo se suceden una tras otra cumbres internacionales sin ningún resultado importante», y advirtió que «no se puede permitir que ciertos intereses, que son globales pero no universales, se impongan, sometan a los Estados y organismos internacionales y continúen destruyendo la creación». Era una referencia a las industrias petrolera y carbonera, y a la cumbre sobre cambio climático en París.
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Una oración en la cárcel más peligrosa de Bolivia
El drama del gigantesco Centro de Rehabilitación Santa Cruz Palmasola, la cárcel más peligrosa de Bolivia, no es sólo que cada uno tenga que pagarse parte de los gastos, so pena de comer muy mal, dormir en el suelo o sufrir una paliza. Es, sobre todo, que cuatro quintas parte de los reclusos están a la espera de juicio sin saber cuándo llegará.
Sobre este punto doloroso, el Papa llamó la atención con vigor. Cuando les hablaba de rehabilitarse, reconoció que «son muchos los elementos que juegan en su contra. Lo sé bien: el hacinamiento, la lentitud de la justicia, la falta de terapias ocupacionales y de políticas de rehabilitación, la violencia, lo cual hace necesaria una rápida y eficaz alianza interinstitucional».
El Papa había preparado personalmente el texto de un discurso en el que declaraba con sencillez: «El que está ante ustedes es un hombre perdonado. Un hombre que fue y es salvado de sus muchos pecados». Es una idea muy suya, que volvería a mencionar en la despedida: «Por favor, les pido que sigan rezando por mí, porque también yo tengo mis errores y debo hacer penitencia». Aunque lo más importante era el gesto de ir a visitar los pabellones, intercambiar besos y abrazos, sonreír, las palabras también tuvieron su importancia.
«Dignificar y no humillar»
En su mensaje el Papa Francisco les aseguró que «cuando Jesús entra en la vida, uno no queda detenido en su pasado, sino que comienza a mirar el presente de otra manera, con otra esperanza. Y si en algún momento estamos tristes, mal, bajoneados, les invito a mirar el rostro de Jesús crucificado». Les animó también a evitar los problemas autogenerados -abusos, amenazas, violencia- que convierten una cárcel en un infierno. Aun sabiendo que es difícil, les invitó de modo claro: «Ayúdense entre ustedes . No tengan miedo a ayudarse entre ustedes. El demonio busca rivalidad, división en bandos. Luchen por salir adelante…».
Al final dirigió también «una palabra de aliento a todos los que trabajan en este centro», en continuo peligro de corromperse, insensibilizarse o desesperarse. A los dirigentes, policías y personal les aseguró que «cumplen un servicio público fundamental . Tienen una importante tarea en este proceso de reinserción. Tarea de levantar y no rebajar; de dignificar y no humillar; de animar y no afligir». Les dijo que el proceso de reinserción «pide dejar una lógica de buenos y malos para pasar a una lógica centrada en ayudar a la persona. Generará mejores condiciones para todos».
7
Conmueve a Paraguay con su visita a niños enfermos
El Papa Francisco emocionó a los paraguayos durante su visita al hospital «Niños de Acosta Ñú», para estar un rato con los jovencísimos pacientes de cáncer y enfermedades cardíacas , que le esperaban con ilusión enorme. Francisco se emocionó visitando en sus habitaciones a chiquillos que se recuperan de trasplantes de corazón y a pequeños enfermos de cáncer, algunos de los cuales disfrutarán de la vida y otros no. Los chiquillos le entregaban dibujos, cartas y pequeños regalos. Le querían mucho, incluso sin haberle visto antes.
Después, a las puertas del pediátrico y bajo un sol que le hería los ojos, tuvo un encuentro con niños, padres y personal sanitario. El Papa comentó a los chiquillos que « Jesús se enfadó mucho una vez con los apóstoles. ¿Y saben por qué? ¡Porque no dejaban que los niños se le acercasen!». En medio de los aplausos, una chiquita lo tomó al pie de la letra y se fue corriendo hacia él para entregarle un paquetito. Era todo muy espontáneo. Cuando Francisco iba a dar la bendición, uno de los chiquillos le interrumpió para decirle algo y entregarle un objeto rectangular amarillo.
El Papa le escuchó, le hizo una caricia, tomó el regalo y lo enseñó a todos conmovido: «Me acaba de dar su credencial para que le recuerde. Eso es lo que tenemos que ser: sencillos como los niños».
Cuando iba a subir al automóvil, una mujer se le acercó llevando a su hija pequeñísima dormida en el hombro. Era evidente que la chiquilla estaba enferma, quizá de una anomalía neurológica incurable. El Papa la besó con cariño mientras los adultos, a su alrededor, lloraban.
Una oración en guaraní
La emoción llego de nuevo a las lágrimas cuando el Papa rezó el Padre Nuestro en guaraní. En el santuario mariano de Caacupé, el Papa Francisco rememoró que después de la guerra de Brasil, Argentina y Uruguay contra Paraguay de 1865 a 1870, que causó la muerte de nueve de cada diez hombres, las viudas y huérfanas reconstruyeron el país: «Dios bendiga ese tesón. Dios bendiga y aliente su fe. Dios bendiga a la mujer paraguaya, la más gloriosa de América».
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Entre los pobres de las chabolas en Asunción
Cada año, las crecidas del río Paraguay inundan un inmenso barrio de chabolas en los arrabales de Asunción. De esa desgracia anual le viene su nombre: el Bañado Norte. En la última jornada de su visita a Paraguay, el Papa Francisco quiso estar con sus cien mil habitantes.
El Papa se manifestó emocionado por el esfuerzo de los chabolistas para «superar la inclemencia del tiempo y las inundaciones de las últimas semanas», que obligaron a desalojar a 5.000 personas, una cifra baja comparada con las 70.000 del año pasado debido a crecidas excepcionales.
Les habló de la Sagrada Familia, a la que está dedicada la parroquia, y recordó que María dio a luz a Jesús en una gruta, ante la pena de José, y que enseguida tuvieron que huir a Egipto y vivir incómodamente como refugiados en tierra extranjera.
Al margen del texto escrito, dirigiéndose al país entero, sobre todo a los cristianos que viven holgadamente sin preocuparse de los demás, el Papa afirmó que «una fe que no se hace solidaridad es una fe muerta. Es una fe sin Cristo, una fe sin Dios, una fe sin hermanos». Recordó que «Dios se hizo solidario con el pueblo. Jesús no tuvo ningún problema en humillarse, abajarse hasta morir por nosotros con esa solidaridad del hermano que nace del amor a su padre. Cuando una fe no es solidaria está ya muerta. No es la fe de Jesús».
En tono emocionado les dijo que «quizá el mensaje más fuerte que ustedes pueden dar hacia afuera es esa fe solidaria. El diablo quiere que se peleen entre ustedes, porque así divide y les derrota y le roba la fe. ¡Solidaridad de hermanos para defender la fe! Y que esa fe solidaria sea un mensaje para toda la ciudad». Y añadió una oración espontánea: «Que la Sagrada Familia nos regale pastores -curas, obispos- capaces de sostener la vida de sus familias. Capaces de hacer crecer esa fe solidaria».
9
El diálogo con los periodistas
Durante el vuelo de regreso desde Asunción hacia Roma, el Papa Francisco manifestó a los periodistas que «para mi fue una sorpresa» el crucifijo con la hoz y el martillo que le regaló el presidente Evo Morales en La Paz. Las dos máximas condecoraciones civiles con las que también le sorprendió Morales las dejó como exvotos para la Virgen de Caacupé, patrona de Bolivia. En cambio, el crucifijo –ligado a una historia de turbulencia y martirio- lo lleva a Roma.
El regalo de Evo Morales es una copia de un crucifijo que talló el sacerdote jesuita español Luis Espinal , secuestrado y asesinado por el gobierno en 1980. Simpatizaba con la rama marxista de la teología de la liberación, rechazada ese mismo año por la Compañía de Jesús y en 1984 por la Congregación para la Doctrina de la Fe. El Papa comentó que «yo no sabía que el padre Espinal fuese también escultor y poeta».
Aunque el objeto en sí, y el modo equívoco en que Morales lo regaló ha confundido e irritado a muchas personas, el Papa adoptó una actitud más despegada: «Se puede considerar como arte de la protesta que, en algunos casos, puede ser ofensivo. En algunos casos. Espinal era de la rama de la teología de la liberación que utilizaba un análisis marxista de la realidad . Era un hombre especial, con tanta genialidad humana. Luchaba con buena fe. Yo entiendo esta obra. Para mí no es ofensiva».
Francisco aclaró también que , contrariamente a lo que habían dado a entender fuentes oficiales bolivianas, «yo no he probado la coca. Esto está claro». A la pregunta sobre cuál era su secreto para mantener la energía durante un viaje tan agotador, el Papa respondió con buen humor: «el mate me ayuda mucho».
En esa línea informal y familiar, una periodista le preguntó qué siente cada vez que, una y otra vez, alguien le pide hacerse una autofoto. El Papa se rio y dijo: «¡Me siento como un bisabuelo! Es una cultura distinta a la mía. Yo la respeto…».
En cuanto al acto más inédito del viaje, el Encuentro Mundial de los Movimientos Populares en Bolivia, el Santo Padre explicó que estas asociaciones de personas que hacen trabajos humildes como cartonero, trapero, vendedor callejero de periódicos, etc. “son una realidad muy firme en el mundo. Esa gente dice que no se sienten representados por los sindicatos porque se han vuelto corporaciones, y no luchan por los derechos de los más pobres”.
La clase media
A la pregunta de si espera que la Iglesia le siga en su atención y diálogo con estos movimientos, el Papa contestó: “Soy yo quien sigue a la Iglesia. Les presento la doctrina social de la Iglesia los movimientos, lo mismo que la presento a los empresarios”.
Durante la larga conversación con los periodistas, Francisco reconoció que, si bien habla con mucha frecuencia de los pobres y bastantes veces de los ricos, apenas suele mencionar a la clase media. Se dio cuenta de esta omisión a raíz de la pregunta de un periodista alemán a quien manifestó su agradecimiento: “Muchas gracias. Es una hermosa corrección. Usted tiene razón. Es cierto que el mundo se está polarizando y hay cada vez más desigualdad, pero usted me dice una cosa que efectivamente debo hacer. Le doy las gracias por su ayuda”.
En cuanto a la situación de Grecia, el Papa evitó entrar en en juicios detallados, pero advirtió que “seria simplista decir: ‘la culpa es solamente de esta parte. Los gobernantes griegos que han llevado a esta situación tienen una responsabilidad. El nuevo gobierno ha entrado en una revisión un poco justa, ¿no? Espero que encuentren un camino para solucionar el problema griego, y también un sistema de vigilancia para evitar que otros países caigan en ese mismo problema. Un camino a base de créditos y deuda no termina nunca”.
En el terreno internacional, el Santo Padre quitó importancia a su papel en la iniciativa para reconciliar Cuba y Estados Unidos, precisando que “no ha sido una mediación. Ha sido la buena voluntad de las partes. El mérito es suyo. Lo de Estados Unidos ha sido el Señor, después ha ido solo…”.
A la pregunta de si estaría dispuesto a facilitar una mediación en Colombia y en Venezuela, el Papa manifestó su preocupación “de que no se cierre el proceso de paz en Colombia. Espero que siga adelante. Nosotros estamos siempre dispuestos a ayudar. Al cabo de 50 años hay muchos muertos, he oído que millones”. En cuanto a Venezuela, “la conferencia episcopal trabaja para hacer paz allí, pero no hay ninguna mediación”.