Cien mil rosas para el Papa en el palacio presidencial

A pesar del calor tórrido en Guayaquil o del frio y la lluvia en Quito, los ecuatorianos se están volcando en una bienvenida inolvidable al Papa Francisco . Han limpiado las carreteras por las que pasa el Papa , han pintado fachadas, y acuden masivamente no solo a los encuentros sino también a las calles que recorre en cada ciudad.

A su vez, el presidente Rafael Correa , que está encajando numerosas protestas por sus proyectos de controlar la prensa y cambiar la constitución para permitir un número indefinido de mandatos, se vuelca en gestos que muestren una relación de cordialidad y afecto por el Papa.

El lunes por la noche, Francisco se encontró extraordinarias alfombras de flores en los patios del palacio presidencial. Los floristas habían utilizado nada menos que cien mil rosas para una decoración bellísima, que los quiteños podrán visitar durante los próximos seis días.

A lo largo del recorrido por el palacio, el presidente Correa se contagió de la humanidad del Papa y abrazaba a los representantes indígenas y a las religiosas después del Santo Padre y con su mismo estilo.

El clima se volvía casi familiar, y la presidenta de la Asamblea Nacional , Gabriela Rivadeneira, preguntó al Papa si le permitía hacerse una autofoto juntos, a lo que el Santo Padre accedió encantado por enésima vez en este viaje.

Dentro del extenso palacio, en el que fue presentando al Papa a centenares de autoridades, colaboradores y empleados, el presidente Correas era la segunda «estrella» de la velada y parecía disfrutar el día más feliz de su vida.

De puertas afuera, en cambio, el clima es claramente de «división de opiniones» respecto al jefe del Estado. Debido a la tensión política, en muchas calles y plazas de Quito y Guayaquil algunos grupos de jóvenes gritan « ¡Fuera Correa! » y repiten el gesto del pulgar hacia abajo cuando pasa el autobús de los periodistas. En cambio, cuando se acerca ya el automóvil del Papa, olvidan la política, le aplauden, le vitorean y repiten su nombre con entusiasmo.