Las arañas también saben nadar

Un equipo internacional de científicos ha descubierto que los arácnidos adoptan una serie de posturas que les permite aprovechar las corrientes de aire para deslizarse sobre el agua

Las arañas también saben nadar Alexander Hyde

abc.es

El ser humano puede encontrar una araña en cualquier continente de la Tierra. Esto es posible gracias a su habilidad para convertir los hilos de seda que segrega en una suerte de paracaídas y recorrer así más de mil kilómetros desde su lugar de origen. Sin embargo, los arácnidos no solo cruzan distancias a través del aire, también lo hacen por el agua.

Así lo afirma un equipo internacional de científicos que ha descubierto que nuestas amigas de ocho patas adoptan diferentes posturas con su abdomen y extremidades para aprovechar las corrientes de aire y deslizarse sobre la superficie del agua hacia la dirección que deseen.

Para llegar a esta conclusión, los investigadores analizaron el comportamiento que tenían 325 arañas adulto de 26 especies distintas en el agua. Descubrieron que los arácnidos mostraban comportamientos acuáticos que les hacía parecer «auténticos veleros» sobre el agua. Uno de los autores del trabajo, el genetista y profesor de la Universidad de Granada (UGR) , Mohammed Bakkali, indica que «esta tolerancia y las habilidades que tienen en el agua es lo que atenúa el riesgo que para estos insectos conlleva volar de esa manera tan descontrolada ». Añade que este artículo , publicado en la revista «BMC Evolutionary Biology» supone «la resolución de uno de los grandes misterios de la Naturaleza».

Darwin ya lo anotó

El científico de la UGR ha indicado que el fenómeno de la «lluvia de telas de araña» que parecen caer del cielo « ya lo anotó el naturalista inglés Darwin cuando estaba en mitad del océano durante su viaje a bordo del Beagle». Este peculiar modo de vuelo, afirma el investigador, resultaba desconcertante para los científicos debido al riesgo que supone para la araña voladora. «Al no tener alas, las arañas voladoras lo hacen a merced de las "ganas" del viento. Vuelan en la dirección que el viento tome y su viaje termina cuando este pierde fuerza. No controlar la dirección y punto de aterrizaje es lo que conlleva riesgo» , apunta Bakkali.

Las arañas son animales terrestres y más de dos tercios de la superficie de la tierra son agua. «Al decidir volar, corren un gran riesgo de terminar en océanos (como las que observó Darwin), mares, ríos, lagos, pantanos, charcos… Por lo tanto, la selección natural no debería haber permitido tan arriesgado comportamiento», señala el investigador de la UGR.

«De estar entre nosotros, Darwin estaría satisfecho de ver cómo el misterio de las arañas que le caían en el medio del océano sobre su Beagle también se ajusta a uno de sus grandes descubrimientos: la selección natural» , concluye Bakkali.

Las arañas también saben nadar

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