santa española

Los obispos piden al Vaticano que declare a Bonifacia Rodríguez de Castro «patrona de la mujer trabajadora»

Se adhieren a la petición realizada por la Congregación de las Siervas de San José

Los obispos piden al Vaticano que declare a Bonifacia Rodríguez de Castro «patrona de la mujer trabajadora» afp

l. d./j. v. b.

Los obispos han pedido a la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos que declare a la santa española Bonifacia Rodríguez de Castro patrona de la mujer trabajadora.

Así lo anunció este viernes el portavoz y secretario general de la Conferencia Episcopal Española , el sacerdote José María Gil Tamayo, durante la habitual rueda de prensa al término de la reunión de la Comisión Permanente. Los obispos se adhieren de este modo a la solicitud realizada por la C ongregación de las Siervas de San José a dicho dicasterio.

"Bonifacia Rodríguez de Castro fue una adelantada en la formación y promoción de la mujer por eso pedimos al Vaticano que la declare patrona de la mujer trabajadora como modelo e intercesora" , apuntó el portavoz de los obispos.

La primera santa de Salamanca

La primera santa de Salamanca no proviene de la Universidad sino de un modesto taller de costura, convertido en imagen viva de la casa de Nazaret. Santa Bonifacia Rodríguez de Castro fue pionera

de la promoción laboral y educativa de la mujer en la segunda mitad del siglo XIX, yendo muy por delante de la mentalidad de su tiempo. Las Siervas de San José continúan hoy su tarea en doce países con actividades de asistencia y educación, desde escuelas misioneras como la de Chiriaco en la selva de la Alta Amazonia peruana hasta hospitales en Congo, talleres de bordado en Filipinas, misiones en Vietnam o lavanderías para la reinserción laboral de mujeres en Madrid.

Bonifacia Rodríguez de Castro nació en Salamanca en 1837, y aunque tuvo una vida muy dura, su prioridad fue siempre ayudar a muchachas jóvenes necesitadas, dándoles refugio en sus talleres y ensenándolas a imitar a la Sagrada Familia de Nazaret, alma espiritual de todo su proyecto. Aquel hogar de dos artesanos -José y Jesús- y una mujer que trabajaba en la casa-María- se caracterizaba por el trabajo manual, el cariño y la ayuda a los demás, exactamente lo que Bonifacia y sus hijas espirituales enseñan a vivir a decenas de miles de muchachas en los cinco continentes.

Bonifacia Rodríguez de Castro adquirió el amor por las tijeras y la aguja en el taller de sastrería de su padre y aprendió a los 13 años el oficio de cordonera. A partir de los 15 años, cuando fallece su padre, Bonifacia trabaja por cuenta ajena hasta que a los 29 monta un taller de cordonería con su madre, María de Castro. El ambiente de alegría del taller empieza a atraer chicas, que también p asaban juntas los domingos y festivos , combinando el divertirse con las prácticas de devoción.

Así nació la Asociación Josefina que, con la ayuda del jesuita catalán Francisco Butinyá, llevaría a la fundación de las Siervas de San José en 1874. Su historia no fue fácil. Según la postuladora de la causa de canonización, Victoria López, «el proyecto era demasiado novedoso, y parte del clero de Salamanca no entendía la entraña evangélica del trabajo y de un carisma dirigido a la mujer pobre, por lo que Bonifacia fue excluida y falleció fuera de la orden en 1905». Pero las Siervas de San José recuperaron su memoria en 1936, la reconocieron como fundadora en 1941, iniciaron su proceso de canonización en 1954 y ahora la veneran como santa.

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