El roedor que ha puesto en peligro la producción agrícola de Castilla y Léon
El cambio a cultivos de regadío, detrás de la expansión del topillo campesino en las estepas cerealistas
Saltaron a las primeras páginas de los diarios en 2007 y 2008, cuando su presencia alcanzó niveles de plaga en Castilla y León, pero el topillo campesino es un viejo conocido en la Península Ibérica , donde su población se reparte en zonas de montaña, especialmente en Pirineos y el Sistema Central que rodea Castilla y León. Hasta finales de los años 70 del pasado siglo, la distribución de este roedor en la región de Castilla y León estaba limitada a las zonas de montaña.
Sin embargo, en tan solo veinte años, la especie se ha extendido y ha colonizado varios millones de hectáreas de llanuras agrícolas, causando daños en las cosechas. De estar tradicionalmente ausente de las llanuras agrícolas de Castilla y León pasó a invadir rápidamente unos 50.000 kilómetros cuadrados de tierras agrícolas, donde los brotes regulares han causado daños a los cultivos y conflictos con los agricultores.
Un estudio liderado por científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha analizado los factores asociados a esta rápida colonización y los resultados, que se han publicado en la revista «Biological Invasions», muestran una relación con los cambios de uso del suelo. Para entender mejor los factores que desencadenaron esta invasión masiva se estudió la asociación entre la expansión del topillo y los cambios en el clima y usos del suelo en la región desde la década de 1970. Si bien el trabajo detectó cambios en el clima -incremento de las lluvias en otoño y de las temperaturas en invierno- que podrían haber ayudado a la expansión de la especie, los investigadores encontraron una fuerte asociación entre los cambios en la distribución de este roedor y la extensión de los cultivos verdes (cultivos de regadío y alfalfa) a nivel regional.
Según apunta este trabajo, la colonización de topillos de campo está relacionada con el incremento de hábitats idóneos para este roedor, como los cultivos de alfalfa y los cultivos de regadío. «Estos paisajes son muy favorables para que se asiente el topillo, ahora forman parte de los ecosistemas agrarios de esta zona», explica Francois R. Mougeot, investigador del CSIC en la Estación Experimental de Zonas Áridas. Precisamente, atraído por los cultivos de regadío, que se ha incorporado en zonas cerealistas, el topillo tiene lo que quiere, agua y cereal, sobre todo alfalfa, porque solo se cosecha cada cinco años años, un tiempo en el que tiene la comida asegurada. Además, en las estepas cerealistas, la ausencia de cualquier elemento paisajístico ha hecho que sus depredadores no encuentren lugares para nidificar, creando un desequilibrio claro.
Control de plagas
La mayor presencia de este roedor ha provocado, según apuntan los investigadores, daños a la agricultura y ha contribuido a la transmisión de enfermedades en humanos como la tularemia (propia de pequeños roedores y que en el hombre puede provocar fiebre alta, inflamación de los ganglios linfáticos, vómitos, diarrea…). También, señalan, ha creado conflictos por los métodos empleados para luchar contra estos animales y los perjuicios que ocasionan a otras especies, como ocurrió durante la plaga de topillo campesino de 2007-2008.
«Por tanto, es necesario encontrar métodos de prevención y control de plagas que sean duraderos, económicamente viables y que no sean dañinos para el medio ambiente» , explica Mougeot. El siguiente paso que se propone este equipo científico es entender mejor las dinámicas poblacionales de los topillos y qué provoca un aumento poblacional en las zonas agrícolas que ya están colonizadas. «Esto permitiría anticipar próximas plagas, y buscar mejoras en las herramientas de control y prevención», concluye el investigador.
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