El parásito comeojos

La joven Jessica Greaney casi perdió su córnea por culpa de un organismo unicelular alojado en su lentilla

El parásito comeojos jessica greaney

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Todos hemos tenido alguna vez una molestia en el ojo, ya sea por la entrada de una pestaña, de jabón o de incluso un despistado insecto volador. Pero la «visita» más desafortunada la sufrió la joven Jessica Greaney cuando un parásito se alojó en su ojo y comenzó a devorarlo.

La historia, recogida en un artículo de la BBC Mundo , cuenta que la joven británica «sentía» como si hubiera algo dentro de su ojo. Al ver que esa molestia no dejaba de empeorar, una de sus amigas decidió llevarla al hospital. Le diagnosticaron una úlcera en el globo ocular.

Una semana después, la revisión identificó al responsable de su dolor: un parásito se estaba comiendo su córnea . La «ventana» en frente de su ojo estaba amenazada por un organismo unicelular llamado Acanthamoeba Keratis . Pero, ¿cómo había llegado esa criatura al ojo? La respuesta es simple: agua. Y de grifo.

Del grifo a la lentilla

Para desgracia de la joven, ese parásito aterrizó en la lente de contacto de Jessica y ahí comenzó una infección que necesitó d e cuatro días y sesiones de gotas en el ojo cada media hora para erradicarla. Permanecer despierta tantas horas fue una tortura: «No tenía energía durante el día. Me costaba comer y mi sistema inmunitario empezó a dejar de funcionar. Cuatro noches sin dormir suena como una tortura, y lo es. Es muy doloroso y difícil de sobrellevar».

La infección devoraba la vista de Jessica. «Recuerdo intentar mirar con ese ojo y no ser capaz de ver nada porque todo estaba completamente borroso. Veía colores, más que cosas concretas», recuerda la joven.

Las personas que utilizan lentillas como Jessica son más vulnerables que el resto de infectarse. De hecho, afecta a cerca de una de cada 50.000 personas que usan lentes de contacto en Reino Unido cada año. «La infección se contagia por el agua, pero es mucho más común contraerla por los lentes de contacto porque si el agua entra en contacto con las lentes, cuando te pones la lente en el ojo, no tiene adónde ir. Entonces es cuando puede empezar a comer a través de tu ojo, que es lo que causa todo ese dolor», explica la joven.

Hoy, Jessica ha recuperado la visión de su ojo, ya no le duele ni está rojo. Cuenta que todavía tiene que ponerse muchas gotas en el ojo, como unas veinte al día. Recuerda que, pese a que el tratamiento fue duro, «merece la pena al final porque e s mejor pasar cuatro noches sin dormir que no poder leer nunca más en mi vida».

El parásito comeojos

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