El miedo de trabajar junto a un enfermo mental

La Asociación ASAFES lleva años luchando por la inserción laboral de este colectivo, «perjudicado seriamente» por la crisis económica

El miedo de trabajar junto a un enfermo mental ASAFES

I. ZAMORA

¿Qué haría si supiera que su compañero de trabajo sufre una enfermedad mental? Probablemente le invadirían el miedo y la incertidumbre al no saber si, en cualquier momento, quien comparte mesa con usted se volverá agresivo. Por desgracia, el inevitable estigma se convierte en compañero de viaje de los enfermos mentales una vez su problema se convierte en un secreto a voces. De hecho, acontecimientos como el reciente siniestro aéreo de Germanwings vienen a recordarnos continuamente cómo la mente humana pude ser, en ocasiones, el arma más peligrosa.

Lo que no conocemos de la enfermedad mental es que un tratamiento continuado convierte a los afectados en personas prácticamente normales. Sin embargo, el miedo dificulta tanto la vida de los enfermos que acceder a un puesto de trabajo es, en muchas ocasiones, misión imposible. «¿Y si contrato a una persona peligrosa?», se preguntan no pocos directivos. La Asociación Alavesa de de Familiares y Personas con Enfermedad Mental ASAFES lleva años desarrollando un programa de inserción laboral con el que pretenden ayudar a los enfermos a superar esta importante barrera.

Percepción «distorsionada»

Montserrat Mozo, una de las responsables de este proyecto cofinanciado por la Caixa, es rotunda al afirmar que «las personas con enfermedades mentales graves y crónicas como son la psicosis o los trastornos de personalidad» pueden trabajar como cualquier otra. «El miedo a los enfermos mentales ha generado que el colectivo sufra en gran medida el problema de la crisis económica», destaca. Entre los pasos a dar para lograr la contratación de personas con este problema entran, como no podía ser de otra forma, una grandísima labor de sensibilización. «Es imprescindible que el miedo desaparezca», asegura la experta.

Y es que, según Mozo, nuestra percepción de la enfermedad mental está «seriamente distorsionada». «Las conductas agresivas son propias de enfermos que no siguen una medicación adecuada, pero eso no es lo habitual en el 90% de los casos». Como la experta asegura, «la opinión del empresario se modifica por completo cuando ve trabajar al enfermo, una persona normal con las mismas capacidades que el resto de trabajadores».

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