¿Por qué no podemos resistirnos a la tierna mirada de un cachorrito?

Un experimento revela que todo es una cuestión de hormonas

¿Por qué no podemos resistirnos a la tierna mirada de un cachorrito? EFE

A.V.G.

La oxitocina, conocida como la hormona del amor, ayuda a reforzar el vínculo entre un padre y un hijo de la misma manera que hace con el que se ha convertido en el mejor amigo del hombre. Según un estudio llevado a cabo por unos investigadores japoneses, el aumento de los niveles de esta hormona podría estar detrás del mecanismo instintivo que hace irresistible la dulce mirada de los cachorritos.

Los investigadores Miho Nagasawa, Shota Okabe, Kazutaka Mogi, y Takefumi Kikusui, del Departmento de Ciencia Animal y Biotecnología de la Universidad de Azabu (Japón) son los autores de «Attachment between humans and dogs» («El cariño entre humanos y perros») y del estudio publicado en al revista «Science».

Según estos investigadores, esta unión podría haber sido adquirida durante la domesticación de los perros y se pone en funcionamiento cuando, al interactuar perros y humanos, se elevan los niveles de oxitocina en ambos cerebros, lo que produce un conjunto de retroalimentación positiva que probablemente ha fortalecido los lazos entre el hombre y los cachorritos durante miles de años.

Para llegar a esta conclusión, Nagasawa, Okabe, Mogi y Kikusui han estudiado la amistad entre ambas especies, y en una de las pruebas que hicieron, reclutaron a treinta de sus amigos para documentar la interacción que tenían con su mascota, mirarlos fijamente, hablarles y acariciarlos en una habitación durante 30 minutos. Después midieron los niveles de oxitocina en las muestras de orina recogidas de la persona y su mascota, y encontraron que el contacto visual sostenido entre los propietarios y sus cachorros hizo subir los niveles de oxitocina en el cerebro de ambos: un incremento del 130% en los perros y 300% en las personas.

En otro experimento, los investigadores rociaron oxitocina en narices de 27 perros y los colocaron en una habitación con sus dueños y algunos extraños sin permitirles hacerles carantoñas. Durante ese tiempo, las hembras miraron a sus dueños, y los niveles de oxitocina de ambos se elevaron. Sin embargo los machos estuvieron más pendientes de los extraños en lugar de mirar con ternura a sus propietarios.

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