tragedia en el instituto joan fuster

«Algunos alumnos no paran de llorar; otros, ni han podido volver a clase»

El instituto barcelonés Joan Fuster retoma las clases tras el ataque mortal de un alumno

«Algunos alumnos no paran de llorar; otros, ni han podido volver a clase» efe

ESTHER ARMORA

Los alumnos del instituto Joan Fuster de Barcelona, que este miércoles retomaron las clases con normalidad, tardarán años en asimilar la tragedia del pasado lunes. C. N., una de las jóvenes de segundo B que compartía aula con M. P., el menor que asesinó a un profesor e hirió a otras cuatro personas más del centro, "se derrumbó" el martes por la noche en su casa, mientras recordaba junto a su madre lo ocurrido.

La joven, que el lunes relató con aplomo a ABC cómo vivió esos momentos de terror en su instituto, este miércoles no podía ni articular palabra. "Está bloqueada. Yo creo que aún no había asimilado la tragedia", explica su hermana Jireh, que también estudia en el centro. "No creo que pueda decir nada. Cuando le hablas del tema se pone muy mal", dice a este diario refiriéndose a su hermana.

Según explica, las sesiones del martes en el instituto con psicólogos "le han removido todo". El martes, docentes y psicólogos del Ayuntamiento de Barcelona realizaron sesiones de 10 a 12.00 horas con los alumnos para analizar el suceso y hablar de lo vivido. "Va a ser muy difícil que olvidemos lo que ha pasado, sobre todo los alumnos como mi hermana que lo vivieron en primera persona", dice Jireh.

C. N. recordó el mismo día de los hechos en una conversación telefónica con ABC los duros detalles del suceso. Explicó, con una serenidad asombrosa, por ejemplo, cómo vió a M. P. dirigiéndose ofuscado a la hija de la profesora de castellano, una vez ya la había agredido; cómo la alumna, temiendo las intenciones del menor, trató de esconderse en el pupitre sin poder esquivar el ataque, y cómo el agresor, con una increíble sangre fría, regresó a su aula, dejó su mochila en la mesa del profesor, la abrió, y sacó el material supuestamente para preparar un artefacto explosivo. Fueron minutos de tensión extrema que desaparecieron, aunque solo por segundos cuando M. P. les dijo "Podéis iros si queréis".

La menor, que definió al agresor como "un alumno que no sacaba buenas notas pero no conflictivo", confesó que el peor momento que vivió fue, sin embargo, cuando tuvo que bordear el cadáver del profesor en el suelo.

Su hermana Jireh también se confiesa afectada por lo acontecido. "Tardaremos mucho en olvidarlo", afirma. Relata también la "rara" sensación que ha tenido hoy al regresar al centro para retomar las clases. "Todo es muy raro. Apenas se han hecho clases. Hemos estado hablando del suceso y de cómo vamos a afrontarlo", apunta la joven. Destaca el gran apoyo y ayuda recibida por los psicólogos y los profesores. "Va a ser muy difícil pasar página. Ahora estamos juntos en esto", les han dicho los docentes. El recuerdo de los hechos hizo, según dice Jireh, que el miércoles "muchos alumnos no paren de llorar" y que otros "no hayan podido venir a clase".

La joven se confiesa sorprendida por la gran cantidad de información que ha salido sobre el agresor y su familia. "Si es verdad que se medicaba, aquí nadie lo sabía", comenta. Tanto ella como sus dos hermanas, alumnas también del Joan Fuster, tienen pocas esperanzas de dar carpetazo al suceso "sin dolor".

«Algunos alumnos no paran de llorar; otros, ni han podido volver a clase»

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